Castillo de Monroyo

 

Sobre un gran emplazamiento rocoso de superficie llana, conocido entre los vecinos como “La Muela”. Domina al pueblo desde el Oeste. Su único acceso a tan elevadas rocas se realiza por el Este, desde las calles del pueblo, incluso con vehículo.

Castillo desaparecido. Apenas algunos vestigios podemos encontrar. El recinto del castillo ha sido habilitado como mirador, con bancos y barandillas.

La Muela del castillo vista desde el Sur.

 

 

 

Portal de la Casa Raimundo, en la c/Llana. Fue la residencia del comendador de la Orden de Calatrava. Según la tradición popular esta casa fue construída con las piedras que cayeron del castillo después de su incendio y que los sillares del portal eran los de la puerta del castillo.

 

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible en lo alto de la muela. Tiene planta alargada orientada al Norte-Sur, con una longitud aproximada de 290 m y una anchura máxima de 85, encerrando un área de 1’42 Ha. Cuenta con dos recintos, pues en la cumbre de la muela existe otra elevación rocosa de un par de metros por encima del resto, a modo de alcazarejo, aunque no fueran esas sus funciones. Este recinto superior cuenta con 1.800 m2 de superficie. En su desolada superficie apenas aparece nada que nos haga recordar el histórico e importante castillo que fue. Un par de aljibes completamente destruídos, la torre del Reloj en su extremo meridional y la base de un largo muro perimetral a la derecha de la entrada.

No debió tener estructura residencial, tan solo militar, pues los comendadores vivieron siempre en un palacio dentro de la villa que fue destruído durante la Primera Guerra Carlista.

En el interior del castillo se levantó en el siglo XII la primitiva iglesia de Monroyo, dedicada a Santa María de la Mola, de la que no queda nada.

 

Imagen septentrional del castillo. Se aprecia como el recinto superior se eleva un par de metros sobre el resto. También se ve el muro de mampostería.

Torre del Reloj. Torre de señales levantada por los carlistas a principios del siglo XIX. Fue construída en mampostería con sillarejo en las esquinas y se cubre con un tejadillo a dos aguas. Actualmente cuenta con un reloj que le da nombre.

 

 

 

Lo que queda del aljibe Norte. El otro está aterrado.

El castillo de Monroyo llegó a constituir la cabecera de una gran extensión de terrenos de la Orden de Calatrava, que tomó posesión de ella el 3 de abril de 1209: dominaba los actuales términos de Monroyo (Mons rubeus), Peñarroya (Pinna rubea), Torre de Arcas (Turre de Arquis), el castillo de Herbers (Herbesio), y también los prados de Avinadaza y las valles del Boixar y de Fredes. En el castillo de Monroyo estuvo cautivo, en el año 1452, el príncipe de Viana. Y en él pernoctaron personajes como el Cid o Sancho Ramírez.

El castillo y el territorio de Monroyo fueron ocupados por el rey Alfonso I el Batallador hacia el año 1132. Fue conquistado por Ramón Berenguer IV, en 1157 pero volvió a dominios musulmanes hasta 1169, año en que fue recuperado definitivamente por Alfonso II. En el año 1185 el rey Alfonso II el Casto (conocido también como el Trobador), desde Zaragoza, concedió el castillo de Monroyo al Arzobispo de Tarragona. Sin embargo, la corona recuperó posteriormente el dominio y Pedro II el Católico lo cedió a la orden de Calatrava con el encargo de reconstruir y poblar la fortaleza y las tierras vecinas y de hacer de aquella un baluarte de la cristiandad. El 3 de abril de 1209 los caballeros de Calatrava tomaron posesión de la fortaleza. En la época musulmana fue un hisn o castillo de gran importancia estratégica a causa de su situación, de tal manera que después de la conquista cristiana se convirtió en el centro de un amplio dominio. Cuenta la tradición que en este alcázar descansó el Cid de sus fatigas guerreras, en varias ocasiones, y también lo hicieron los reyes Sancho Ramírez y Jaime I, siendo precisamente éste último quien mandó reforzar sus defensas.

Monroyo, desde el Norte.

El caserío del pueblo fue creciendo al abrigo del castillo, concediéndose a sus habitantes la carta de población, en 1231, por el maestre de Calatrava Pedro González Yáñez de Novoa. Diez años más tarde, en 1241, se constituyó la encomienda de Monroyo de la mencionada orden militar. En 1257 se otorgó a la villa el privilegio de celebrar mercado público todos los miércoles y el 14 de mayo de 1286 el rey Alfonso II se hospedó en el castillo con un séquito de cerca de 500 hombres. La primitiva unidad de jurisdicción de Monroyo quedó limitada en 1327 al conseguir Peñarroya el título de villa, consiguiéndolo también las aldeas de Ráfales, Fórnoles y Belmonte el 20 de octubre de 1337. En el año 1349 las antiguas aldeas negaban el derecho de ser representadas por la capital (Monroyo) en las reuniones de subrejunteros y defendían el privilegio de asistir por medio de sus propios representantes. Los pleitos y disputas entre Monroyo y Alcañiz por causa de los límites de las jurisdicciones de sus respectivos castillos fueron constantes durante los años 1321 y 1322. En 1387 Peñarroya y Monroyo mantenían también conflicto por problemas de límites que fue resuelto con una avenencia el 24 de mayo de aquel mismo año. Y el 30 de diciembre siguiente, el Consejo de Monroyo y los de las antiguas aldeas firmaron una concordia en la que se establecía que cualquier conflicto que se produjera entre ellos se dirimiría en el porche de la iglesia de Monroyo el primer domingo siguiente al de la Trinidad por una asamblea de 16 vocales, 8 de Monroyo y 8 de las aldeas.

Durante la guerra contra Juan II, el príncipe de Viana, Carlos de Aragón, estuvo preso en el castillo entre 1452 y 1460, saliendo el 14 de febrero de 1461 para ser conducido al de Morella.

A últimos de diciembre de 1705 la población fue asaltada por las tropas borbónicas del príncipe Jan Serclaes de Tilly que ordenó a los soldados el saqueo y el incendio de la villa por no haberse puesto a favor de Felipe V. El castillo fue derruido y se prendió fuego a la villa. En febrero de 1706 la villa fue reconquistada por el ejército del archiduque Carlos. El 31 de marzo de 1791 un decreto real dispuso la segregación (ésta fue la última) del término de Torre de Arcas de la jurisdicción de Monroyo, estableciéndose los límites y territorios de ambos pueblos que han permanecido vigentes hasta nuestros días.

Durante la guerra de la Independencia, y concretamente en el mes de marzo de 1809, los franceses se apoderaron de la villa y el 19 de mayo de 1810 la tomaron las tropas españolas. A principios de 1836, durante las guerras Carlistas, el general cristino Palarea atacó Monroyo y en 1839 las tropas del general carlista Luís Llagostera incendiaron de nuevo la población quedando afectados 137 edificios, muchos de los cuales no fueron ya reconstruidos.

Durante la Guerra Civil el ejército republicano estableció un frente en estas sierras tratando de evitar el avance hacia la zona levantina de las tropas nacionales que, finalmente, entraron en Monroyo el primero de abril de 1938. Su comandante era el general Camilo Alonso Vega que decidió establecer el cuartel general en el hostal de la Placeta. El frente de guerra castigó con dureza estas tierras y también los pueblos y sus habitantes que se vieron obligados a huir hacia los montes en busca de refugio. Los combates fueron muy encarnizados y con continuos bombardeos por parte de la aviación. Con la toma de Monroyo los soldados republicanos huyeron a la desbandada hacia Cataluña.