Castillo de Libros

El río Turia, desde Teruel hasta Ademuz forma un cañón no demasiado espectacular. En sus riberas abundan las huertas, el bosque de galería y los cultivos madereros de chopos, destacando verdor y frescura entre el terreno árido que es atravesado. El río forma múltiples meandros. En la parte externa de uno de ellos se sitúa el pueblecito de Libros, en lo que fue un antiguo meandro abandonado, al abrigo de unas impresionantes peñas cortadas por la fuerza del agua durante siglos. Debido a la erosión del río ha quedado una gran roca desgajada rodeada por las casas del pueblo. Es aquí donde los moros construyeron el castillo. El peñasco sufre constantes desprendimientos que alteran su fisonomía, incluso ha desaparecido su acceso (marzo de 2011), por lo que el ascenso ha de realizarse con grave peligro por su flanco Este. El castillo debió ser espectacular, lástima que sus restos sean tan escasos.

Prácticamente desaparecido.

 

 

 

Lado Oeste del castillo, desde el interior del meandro abandonado.

Castillo roquero de planta irregular acoplado a las sinuosidades de la peña donde se asienta. Quedan tan pocos restos que es imposible sacar conclusiones sobre él. Además, con los desprendimientos que sufre, está sometido a constantes cambios.

 

 

 

Flanco Este.

 

 

 

Entrada actual, flanqueada por los restos de un muro.

En 1180 fue reconquistado por Alfonso II de Aragón y donado a Pedro Pérez junto con otras poblaciones vecinas. En 1187 pasó, junto con el castillo de Villel y la aldea de Villastar a la Orden de Montegaudio, llamada también del Santo Redentor. En 1196, el castillo de Libros perteneció a la Orden del Temple, siendo comendador Fortín Jiménez. La posesión y cobro de ciertos derechos de su iglesia originó diversas disputas entre el Temple y el obispado de Zaragoza. Dependió de la Encomienda templaria de Villel hasta diciembre de 1307, cuando se rindió el castillo en la lucha establecida entre Jaime II y los templarios aragoneses, pasando a ser una dependencia sanjuanista.

Explanada de la parte superior, con restos de muros que mantienen su perímetro.