
Entre la espesa pinada se entreven algunos de los edificios pertenecientes a la finca privada. Del castillo nada queda.
Al pie del monte Revalsadors, s 2 km. de la Cartuja de Portaceli, por la pista que asciende a la sierra. Está en una finca privada inaccesible. Hay que observarlo desde gran distancia.
Desaparecido. Tras múltiples reformas y construcciones a lo largo de los siglos, el castillo es solo un recuerdo.
El castillo se terminó en 1357 sobre un poblado (pobleta) fundado a principios del siglo XIII y cuyo señorío territorial lo ejercían los priores de la Cartuja desde 1272. En 1836, tras la desamortización de la Cartuja, la finca de la Pobleta pasó a Vicente Beltrán de Lis, quién reconstruyó el castillo. Pero, obras posteriores, sobre todo la reforma de Manuel Azaña, refugiado aquí durante la Guerra Civil, para adecuar el lugar como refugio antiaéreo, dieron al traste con los últimos restos de la fortaleza.