Castillo de la Palma

A escasos 100 m de la margen derecha del río Ebro y a 2’5 km de la población de Sástago. Sobre un alargado y solitario cerro de 199 m de altura. Existe un buen camino que nos lleva hasta su base. Históricamente, desde este punto, su acceso se realiza por un sendero zigzagueante. En el momento de nuestra visita (marzo 2025) se había construido una descomunal rampa para maquinaria pesada, pues la ermita estaba en reparación.

El castillo se encuentra en muy malas condiciones, en total estado de ruina. La torre del Homenaje corre serio peligro de colapso, el arco de entrada se mantiene a duras penas y el resto de muros medievales se pueden desplomar en cualquier momento. Las obras de restauración se han limitado tan solo a la ermita.

Castillo montano de planta irregular alargada orientada al Norte-Sur, con un solo recinto. Está reforzado por nueve cubos cuadrangulares. Seis, incluyendo el Homenaje, en el flanco Oeste, y tres en el lado opuesto, frente al río. Tiene una longitud de 100 m y una anchura máxima de 34, ocupando una superficie aproximada de 2.300 m2. Su única puerta se sitúa en el extremo Norte flanqueada por dos cubos. Actualmente existe un arco de medio punto de construcción claramente posterior al castillo, pues seguramente se construyó al mismo tiempo que la ermita. En el patio hay un agujero en el suelo, similar a un pozo, que comunica a través de un túnel con el exterior del castillo por el lado del río. Su estado es tan malo que resulta muy peligroso aventurarse por su interior. Toda la obra es de tapial de mampostería. En algunos puntos muy gruesa lo que puede dar lugar a equívocos.

La torre mayor u Homenaje tiene planta rectangular (8 x 6 m), ligeramente troncopiramidal y su altura debió superar los doce metros. Estaba dividida en cuatro plantas, y se conservan un par de aspilleras a la altura de la tercera. Se mantiene en pie de puro milagro, dado el lamentable estado de ruina en que se encuentra. Le falta parte de la cara que da a intramuros de la fortaleza, está abierta por el centro, y ha perdido su remate almenado.

En el siglo XVIII se construyó en el interior del castillo, una vez perdidas sus funciones militares, una gran ermita dedicada a la Virgen del Pilar, la casa del santero y algunos edificios más. Todos ellos fueron abandonados en 1936 presentando ahora el mismo estado de ruina que el resto del castillo.

Arco de entrada.

 

 

 

Ermita del Pilar.

 

 

 

Casa del santero.

Torre del Homenaje.

Castillo militar construido por los musulmanes, probablemente en el siglo X, formando parte del distrito de Zaragoza de la Marca Superior de al-Ándalus.

Tras la rebelión en el año 935 del gobernador de Zaragoza Muhammad ibn Hassin Al Tujibí, el califa Abderramán III acampó en Alcañiz cuando se dirigía a Zaragoza para sofocar la sublevación. El castillo de la Palma estaba ocupado en esos momentos por el hermano del rebelde, Ibrahín ben Hassin, fiel a su hermano en la rebelión. El gobernador rebelde de Zaragoza partió para frenar el avance de las tropas califales. Desde Alcañiz, el califa Abderramán III mandó a Caid Muhammad Said Mundir Al-Qurasi, uno de sus hombres de confianza con el fin de tomar la fortaleza, cosa que logró. El califa se dirigió a la capital, fortificándose en Qadrit (Cadrete), una de las fortalezas que mandó construir ese mismo año (935) y desde donde dirigiría el sitio o asedio contra la capital de la Marca Superior. En 937, tras un largo y prolongado asedio con idas y venidas de Abderramán III desde Córdoba, la ciudad se rindió, y el califa entró triunfal en Zaragoza.

En 941, todavía en época califal, las crónicas hacen referencia de nuevo a este castillo cuando el rebelde Tujibí, tras ser perdonado por el califa, fue dejado al mando de la fortaleza de la Palma, la Suda de Lérida, y el castillo de Al-Marya (María de Huerva).

Es probable que la fortaleza de la Palma fuera conquistada por el rey de Aragón Alfonso I el Batallador durante su campaña de reconquista de las tierras del Ebro, en 1133, un año antes de su muerte y del desastre de Fraga, en la etapa final de su vida. Pedro II, siempre en apuros económicos, empeñó varias villas y castillos a diversos señores, y así lo hizo con la villa y castillo de Sástago a favor de Artal de Alagón en 1199 por 5.000 morabetines. Posteriormente volvió a la Corona pasando al señorío del obispo de Zaragoza a cambio del castillo de Camarena de la Sierra. En 1232 el rey de Aragón Jaime I el Conquistador lo cedió a Blasco de Aragón a cambio de Morella y Al-Marya (María de Huerva). En el siguiente siglo XIX el castillo fue ocupado por la Guardia Civil, hasta que fue totalmente abandonado.