Castillo de Jérica

Torre del Homenaje en 2011.

Torre del Homenaje en 2021.

En lo más alto del monte llamado Peña Tajada, a 540 m. de altura. Recibe este nombre por el tajo que ha excavado el río Palancia formando paredes verticales en el Sur y Oeste. Desde antiguo se le consideró como inexpugnable. Su acceso se realiza desde el pueblo por un sendero que, mientras asciende, cruza todas las líneas defensivas.

Bastante mal estado, excepto la torre. Casi todo yace enterrado u oculto por la vegetación. La torre ha sido restaurada en parte recientemente. Se le han reconstruído las bóvedas que estaban semiderruídas y se han colocado escaleras metálicas de acceso en todas sus plantas.

Arriba se puede observar la torre del castillo, con una pequeña plataforma horizontal terraplenada que corresponde al primer recinto amurallado. Y a la derecha se aprecia el tajo rocoso formado por el río Palancia, desde el Este.

 

Se cuenta que  en 1414, en ella permaneció insepulto durante varios días el cuerpo de Miguel Sánchez de Habadax, alcaide del castillo, guardando en su féretro las llaves de la fortaleza hasta que viniera su sucesor, Mosén Andrés Aguiló, a recogerlas.

Interior de la torre del Homenaje, con la bóveda apuntada  de sillería, parcialmente caída. A la izquierda, acceso elevado, con los huecos para las cadenas del portón retraíble.

Castillo roquero de planta irregular, con tres líneas de muros escalonados a diferente altura sobre la ladera en que se asienta. Cuenta con una longitud de 140 m. y una anchura máxima de 80, cubriendo un espacio de 7.200 m2. Todas las defensas se sitúan al Norte, frente al pueblo. En las otras zonas, el tajo del río las hace innecesarias. Tuvo gran importancia estratégica desde antiguo al controlar el paso natural entre los Reinos de Aragón y Valencia a través del valle del río Palancia. La edificación más destacada de todo el conjunto es la torre del Homenaje, llamada la Torreta o Torre de San Juan. Se localiza en la parte más alta del monte y sus lados se orientan exactamente a los cuatro puntos cardinales. Es de planta cuadrada (8 m) y sus muros tienen un espesor de 1’50 m. Tiene fábrica de sillería en su lado Norte, el de acceso desde la villa, y de tapial con refuerzos de sillares en las esquinas, los otros tres. La puerta de acceso, en el frente Norte, ligeramente elevada y bastante estrecha, se cubre con un arco de medio punto, recientemente restaurado. En su interior aparecen tres niveles separados por robustas bóvedas ligeramente apuntadas y derruídas en parte. El coronamiento almenado fue destruido durante la Tercera Guerra Carlista. Su altura original fue de 150 palmos (31’5 m). Debió ser construída en el primer tercio del siglo XV. 

Situación del castillo con respecto al pueblo.

El primer recinto parte y termina en la torre. Sus muros se disponían a 11 m. de ella, con un espesor de 80 cm. Y con su perímetro recorriendo el borde del primer escarpe rocoso. Tenía el acceso en un lateral. Actualmente está muy arruinado, pero se puede apreciar el escalón que forma la línea del terreno en el lugar por donde discurría.

 

 

 

 

Uno de los escasos restos que todavía se conservan del primer recinto del castillo. Este lienzo se sitúa en la esquina Noroeste de la torre.

El segundo recinto, a 17 m. del anterior e igual de arruinado, tiene muros de 1’20 m. de espesor. Contaba con un torreón de planta rectangular, hoy un montón de escombros, en el extremo Noreste, defendiendo la desaparecida puerta de acceso. En el lado opuesto hay un aljibe de 7 x 3 m. Está cubierto todo por espesos herbazales que ocultan los restos, apreciándose, no obstante, un nuevo escalón en el terreno por donde discurría su perímetro.

 

 

Restos del segundo recinto. A la derecha, se ve el montón de escombros perteneciente a la desaparecida torre que protegía la entrada. A la izquierda, cortinas escalonadas. Y entre los dos, el antiguo acceso hacia la torre.

 

 

Aljibe situado en el segundo recinto.

El tercer recinto o inferior es el más amplio. Posee una doble línea de muralla separada una de otra por una estrecha liza de 4 m. La interior con seis cubos circulares tiene un espesor de 1’30 m. Y la exterior, a nivel ligeramente inferior tiene los cubos rectangulares, enfrentados a los otros. La puerta situada al Este se flanquea con dos de los cubos. Según dicen existía una rampa en zig-zag que, comenzando en la actual c/del Castillo, ascendía hasta la torre del Homenaje, aunque a nosotros nos parece que en el lado opuesto pudo haber otro camino mucho más sencillo, debido a la disposición de las rocas entre dos estratos inclinados que ascienden desde el pueblo hasta la cumbre. La muralla de este recinto está siendo excavada y recuperada en parte por equipos de arqueólogos.

 

 

Muralla Norte del tercer recinto. A un primer lienzo con cubos cuadrangulares se le superpone otro con cubos circulares.

Uno de los cubos circulares de la muralla.

Origen muy antiguo, pues en su cara Noreste se han encontrado restos de un poblado de la Edad del Bronce. Luego ocupado por los íberos y los romanos. Hay algunos basamentos de muros y torreones atribuidos a ellos. Toda la obra apreciable actualmente es de origen musulmán, con muchas modificaciones realizadas por los señores cristianos. En el siglo XII era conocido como “qalat al-ash-raf” o castillo de los Jarifes, árabes nobles dependientes de Segorbe. Fue conquistado a los moros por Guillem de Montgriu para Jaime I, quién lo donó, junto con la villa, a su esposa Teresa Gil de Vidaure, en 1255. Al ingresar Teresa en el monasterio cisterciense de la Zaidía (Valencia) el rey lo incorporó a la Corona. A la muerte del monarca lo heredó su hijo, el infante Jaime. El señorío pasó después de tres Jaimes de Jérica a Pedro de Jérica, y muerto éste sin descendientes, volvió a la Corona (Pedro IV) y de éste, a su hijo Martín el Humano en 1372. El castillo fue donado por Alfonso V a su hermano el infante don Juan en 1417, el cual lo vendió en 1431 a Francisco Zarzuela, tesorero real, a quién resarció la villa de su precio para volver a ser de realengo. Fernando el Católico prometió no enajenarla, pero Carlos I no cumplió la promesa al donar Jérica, con otras villas y castillos, al duque de Calabria, al casar con la ex-reina doña Germana de Foix, viuda de Fernando. Don Fernando de Aragón, duque de Calabria, poseyó este castillo y señorío de Jérica (Viver, Pina, Barracas, Caudiel, El Toro y Novaliches) desde 1526 hasta su muerte en 1550, pasando finalmente al monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia. Después de siglos, sufrió sus más importantes daños durante las Guerras Carlistas, quedando desde entonces con el aspecto actual.

 

 

Lienzo y torre Noreste, parcialmente excavados. Contaba con barrera y liza. Esta gran torre defendía la entrada.

 

 

 

Torre Noreste, en 2021, una vez limpiada de vegetación.

 

 

 

Ruinas de un posible templo.