Castillo de El Vacar

Imagen del castillo tomada desde la pequeña población de El Vacar.

Se alza sobre un cerro de 636 m. de altura, junto a la pedanía de su mismo nombre, a unos 20 km al Sureste de Espiel, junto a sus límites municipales. Se puede llegar hasta él incluso con vehículo, comenzando en una pista forestal (en bastante mal estado en el momento de nuestra visita), que parte desde la carretera N-432 vieja, desde el cual es visible claramente. Debe su nombre actual a su antiguo musulmán, Dar al-Baqar. Nada que ver con el ganado vacuno. También es llamado castillo de Manoyerro o Mano de Hierro.

Su estado es muy malo. Tan solo subsiste su muro perimetral, muy erosionado y con derrumbes en todo su recorrido. La vegetación ha crecido considerablemente en algún punto de sus muros y torres, agrietando, separando y, finalmente, derrumbando grandes trozos del tapial.

 

 

La entrada está situada en el lienzo Suroeste.

 

 

Parte interior de la esquina meridional, junto a la entrada. Un pequeño tramo tiene espesor doble, lo que podría tratarse un indicio de una desaparecida escalera para subir a los adarves.

Flanco Suroeste.

Castillo montano de planta trapezoidal con un solo recinto. Tiene una torre cuadrangular en cada una de sus esquinas y en el centro de sus cuatro flancos, es decir, ocho en total. El flanco Noreste mide 66 m aproximadamente, el Sureste, 47, el Suroeste, 60 y el Noroeste 50, encerrando una superficie de 3.450 m2. Como castillo árabe que es, carece de Homenaje y tampoco aparecen aljibes ni construcciones en su interior, que aparece completamente diáfano. Sus muros conservan una altura máxima de 6 m pero varía mucho debido a su deterioro, con un espesor de 1’5 m. No existen rastros de escalera para subir a los adarves, aunque cerca de la puerta hay un engrosamiento del muro de la torre, que pudiera haber sido la escalera de subida. Solo cuenta con una entrada situada en el flanco Suroeste en su extremo meridional, y se trata de un simple corte en el muro sin señales de gorroneras ni otros huecos. En la parte Noroeste podemos encontrar seis grandes troneras, abiertas por los franceses para uso artillero durante la Guerra de la Independencia. Cuatro están en el flanco Noroeste, mientras que las otras dos se sitúan en los dos flancos adjuntos pero junto a sus extremos Noroeste.

 

Cubo meridional, junto a la puerta.

Interior del castillo, completamente diáfano.

Torre situada en la mitad del lienzo Suroeste.

Tronera del flanco Suroeste, con derrame exterior.

 

 

 

Torre de la esquina Oeste.

Flanco Noroeste.

Troneras del flanco Noroeste.

Torre de la mitad del flanco Noroeste. Sobre ella ha crecido un acebuche que la está destrozando.

 

 

 

Torre de la esquina septentrional.

 

 

 

Torre de la mitad del flanco Noreste. Otro acebuche ya ha destrozado esta torre.

 

 

 

Torre de la esquina oriental. Es la mejor conservada pues en algún momento del pasado se reparó.

 

 

 

Torre situada en la mitad del flanco Sureste.

Flanco Sureste.

En este lugar se encontraron cerámicas ibéricas y romanas, pero el castillo en sí es obra musulmana. Se trata de una fortaleza de la época califal construida en tiempos de al-Hakam II para el control del camino que unía Córdoba con Badajoz. Aquí Mohammad II, con refuerzo de tropas castellanas y catalanas aplastó al rebelde Sulayman, aspirante al trono. Fue conquistado en el siglo XIII por Fernando III el Santo, quien lo entregó a la ciudad de Córdoba con el objeto de que se mantuviera poblado. En 1646, Felipe IV nombró a Gonzalo de Cea, alcaide del Bacar. Todavía en el siglo XVII tenía alcaide, aunque pertenecía al concejo de Córdoba. Hasta hace pocos años era utilizado como corral de ovejas. Actualmente es propiedad del marqués de Pradollano.