Castillo de Chiva

Frente Suroeste.

Se erige sobre la cúspide de un elevado cerro de 367 m. de altura, dominando la población desde el Sur. La autovía de Madrid discurre por su vertiente meridional. Se accede hasta él por el camino de la urbanización existente en su base.

Muy mal estado. Está abandonado desde la primera guerra carlista y no se ha hecho nada para repararlo o consolidar sus restos desde entonces.

Muro del albácar, situado en el extremo Sureste del castillo.

Diferentes imágenes del albácar.

 

Lugar donde se encontraba la puerta del castillo, en el muro del albácar.

Castillo montano de planta irregular, alargada y orientada de Noroeste a Sureste, y con tres recintos bien diferenciados. Dos de ellos, adosados, en la celoquia, sobre una meseta rocosa, y el albácar, mucho más amplio, en el extremo Sureste del conjunto. Presenta una longitud total de 235 m. por una anchura máxima de 94, ocupando una superficie de 1’56 Ha. El albácar ocupa la superficie de la meseta rocosa, discurriendo sus muros al borde de las rocas y coincidiendo su perímetro con el trazado de ellas. La puerta original queda en la parte Oeste, pero está muy arruinada. El acceso por el camino actual, en la parte opuesta, es de construcción relativamente moderna. Dentro del albácar se levantó en el siglo XVIII la ermita de la Virgen del castillo, y en el siglo XX, un chalet privado. No conserva más restos, a excepción de un lienzo con dos torres cuadrangulares de tapial, muy arruinado, en el flanco Suroeste. La celoquia se sitúa sobre una meseta rocosa que sobresale por encima del albácar unos cinco metros y consta de un doble muro que deja una estrechísima liza que en algunos puntos es menor a un metro. La rampa de acceso y su puerta están en la vertiente Noreste, protegidas por una torre cuadrangular aspillerada durante las guerras carlistas. Este acceso se bifurca sobre la rampa para entrar en los dos recintos adosados, pues no existía comunicación entre ellos. En el recinto Norte no queda ningún resto interno, pero en el Sur, queda un edificio alargado adosado al muro separador, con varios departamentos, de construcción carlista. El muro perimetral en general está bastante arruinado, derrumbado en muchos sectores, pero se observan todavía dos torres cuadrangulares en el flanco Suroeste. La obra de su fábrica se presenta muy variada, desde el tapial árabe, hasta su refortificación durante la primera guerra carlista con hormigón y mampostería. Todo el conjunto aparece cubierto en la actualidad por un nutrido bosque de pinos que ocultan sus piedras y que hacen de esta fortaleza una perfecta desconocida. A pesar de que se encuentra junto a la autovía, muy poca gente la conoce, porque no se ve.

 

 

Restos de dos torreones de tapial en un muro del albácar.

 

 

Lienzo Norte del albácar, el que enlaza con la celoquia.

 

 

Punto de unión de los dos recintos de la celoquia con el muro del albácar. Se observa el mal estado de los muros.

 

 

 

Vista septentrional del cerro del castillo.

 

 

 

Extremo Norte de la celoquia.

El lugar ha sido ocupado desde época eneolítica habiéndose encontrado una cueva sepulcral y gran cantidad de materiales de este periodo con ocasión de las obras efectuadas en la ladera Norte para realizar una remodelación de la carretera a Madrid. Posteriormente fue un hábitat ibérico del que también se han encontrado restos. En la época romana la población se establecería posiblemente en el llano. En la Edad Media dependió de la taifa musulmana de Valencia en la que estaría integrada por su cercanía. Constituyó, además un punto de control en la vía de comunicación hacia el interior, dentro del amplio abanico de calzadas y caminos construidos por los romanos. Jaime I donaría el lugar y castillo en el año 1237 a Berenguer de Entenza, estando el monarca en el Puig preparando el asedio final contra la ciudad de Valencia; si bien Chiva no sería conquistada hasta el año 1241. Posteriormente la viuda de Berenguer de Entenza lo vendió al propio monarca Jaime I, el cual lo vendería a Pere Celles. Nuevamente lo vemos dentro de las propiedades de la familia real ya que fue de la esposa de Jaime II. En 1317 lo heredó el infante Alfonso, hijo de Alfonso IV. La familia Moncada ostentaría luego su propiedad con el título de marqueses de Aytona y obtendrían el de barones de Chiva. Años después se incorporaría al ducado de Medinaceli. En el transcurso de la guerra de Sucesión, la población tomaría partido por el Archiduque Carlos y sería conquistada por las tropas borbónicas en el año 1706. 

Imagen del castillo tomada desde el Oeste.

Acceso a la celoquia, protegido por una torre aspillerada en todos sus frentes.

 

 

Imagen meridional de la celoquia. Es evidente la degradación en sus heterogéneos muros.

 

 

Muro que divide la celoquia en dos partes.

Durante las guerras carlistas, el término y el municipio de Chiva fueron escenario de importantes enfrentamientos militares, concretamente en los años 1836 y 1837, los cuales son conocidos como primera y segunda batalla de Chiva.

El 29 de marzo de 1836, los jefes carlistas Cabrera y Forcadell entraron por sorpresa en Liria. El hecho causó una gran alarma en la ciudad de Valencia que puso sobre las armas a la Milicia Nacional y a otros batallones. El día 31 los carlistas se dirigieron hacia Chiva. El día 1 de abril fue extraordinaria la agitación en Valencia que creía que iba a ser sitiada por las tropas de Cabrera. El día 2 tuvo lugar la batalla estando las tropas carlistas bien instaladas en las alturas que dominan la carretera de Madrid. A pesar de ello, los soldados del general isabelino Palarea derrotaron por completo a los carlistas, causando más de 600 muertos. Los carlistas, antes de abandonar Chiva, fusilaron  a cuarenta paisanos liberales. Un año después tuvo lugar otra batalla del mismo conflicto el 13 de julio de 1837. El pretendiente Carlos María Isidro, acompañado de sus tropas, acampó en Buñol. El ejército isabelino al mando de Marcelino Oraá, se dirigió a marchas forzadas, desde Teruel a su encuentro. En un primer momento, éstos fueron sorprendidos por los carlistas, siendo invadidos por el temor y el pánico, estando a punto de provocar una desbandada, pero consiguieron dominarse y establecer una densa línea de resistencia en torno al castillo de Chiva. Mientras, los carlistas ocuparon el pueblo. El día 15 se estableció un encarnizado combate que, en un principio presentó algunas oscilaciones, pero que se decantó por los liberales que consiguieron expulsar del pueblo a los carlistas. Éstos, en total retirada, perdieron 1.300 hombres, entre muertos y heridos. El ejército liberal perdió 600. Terminada la contienda, el general Seoane, en el año 1841, mandó destruir todo lo nuevo y gran parte de lo viejo, quedando en el estado ruinoso en el que se encuentra hoy.

Las guerras carlistas provocaron una intensa remodelación del sistema defensivo de Chiva, adaptándolo a un modelo de fortín para fusileros y artillería de campaña, llegándose a enlazar el castillo con la cerca urbana mediante un muro aspillerado. La mala calidad de esta remodelación, unido al intenso bombardeo que sufrió durante la Guerra Civil (1936-39) al ser utilizado como puesto de observación antiaéreo, provocó su total ruina.

 

 

Muro Norte de la celoquia, sobre zócalo rocoso.

 

 

Edificios carlistas en ruinas ubicados en el interior de la celoquia.

 

 

 

Interior del muro perimetral de la celoquia o recinto superior.

Aspilleras.