Castillo de Carbonera

 

 

 

Sierra de Benicadell.

Benicadell es el nombre actual de una sierra orientada al Este-Oeste, con aspecto de muralla, que durante muchos años separó los reinos cristianos de los musulmanes.  En la antigüedad era llamada Peña Cadiella, Pennacatel o Penya Cadell. Aunque la “Crónica Leonesa” y la de Jaime I, así como el poema de Mío Cid, hablan del castillo de Penya o Peña Cadiella, la creencia general actual  y la que creemos más acertada es, que más que una sola fortaleza, fue un diverso conjunto de fortificaciones que cubrían las laderas del pico de Benicadell, y en el que se integraban los castillos de Carrícola, Carbonera, Gayanes, Beniatjar, la torre de Beniarrés y la torre-atalaya que se alzaba en la máxima altura de la sierra. En los documentos antiguos donde se nombra a la Peña Cadiella, no se especifica su emplazamiento exacto. Por lo que cada vez más estudiosos piensan que no fue una fortaleza en concreto sino un conjunto de diversos castillos que flanqueaban la sierra formando una infranqueable línea defensiva. No obstante, es tradición y desconocemos las causas, de atribuir el renombrado castillo de Peña Cadiella al arruinado castillo de Carbonera.

El castillo de Peña Cadiella aparece citado por primera vez en el Cantar de Mío Cid, cuando después de volver de la expedición de Alfonso V a Granada en 1092, Rodrigo Díaz lo reconstruyó con  ayuda del rey de Valencia Al-Qadir.

 

“Davan sus corredores e fazien las trasnochadas,

llegan a Gujera e llegan a Xativa,

aun mas ayuso, a Denia la casa;

cabo del mar tierra de moros firme la quebranta.

Ganaron Peña Cadiella, las exidas e las entradas.

Quando el Cid Campeador ovo Peña Cadiella,

ma’les pesa en Xativa e dentro en Gujera,

Non es con recabdo el dolor de Valençia.”

Difícil es distinguir sus restos entre la vegetación.

Fue nuevamente fortificado por el Cid en 1097 con el botín conseguido en el saqueo de los pueblos de la Vall de Albaida. En 1125 fue conquistado por Alfonso el Batallador en su expedición a Valencia. Su máxima importancia la alcanzó con motivo de la rebelión de Al-Azraq. Consolidada la reconquista, se le asignó una extensa circunscripción que abarcaba a numerosos pueblos del valle, ejerciendo la jurisdicción su alcaide. El sostenimiento de la fortaleza era muy costoso, por lo que a mediados del siglo XIII, desaparece de los documentos, sustituyéndole el castillo de Carbonera, pero como titular solamente de una parte del primitivo término.

Llibre dels Feyts:

«E aquells que romaseren en la nostra terra faeren cap d’Alaçrac: e venc un dia messatge a nós que combatien Penacadell, e que hi paraven algarrades, e combatient-los sovent e menut, a escut e a llança. E nós érem en València, e enviam per los bisbes, e per los nostres rics-hòmens, e per cavallers que hi havia que sabien de feit d’armes, e per los prohòmens de la ciutat, que s’aparellassen d’anar ab nós, que vengut nos era messatge que Penacadell combatien, e que hi volíem anar per tal que els en llevàssem: car si Penacadell se perdia, lo port de Cocentaina se perdria, que no gosaria hom anar a Cocentaina, ni a Alcoi, ni a les partides de Seixona, ni a Alacant per negun lloc, e seria gran desconhort dels crestians.»

 

 

El cerro del castillo visto desde el camino forestal de la sierra, al Sur.

El castillo de Carbonera en concreto se puede localizar en la vertiente Norte de la Sierra de Benicadell, sobre un cerro cónico denominado Peña del Castellet, a 630 m. de altura y a dos kilómetros al Suroeste del pueblo en línea recta. La línea divisoria de los términos de Otos y Beniatjar parte por la mitad cerro y castillo, pero desde siempre se ha dado por hecha su pertenencia a Beniatjar. Su acceso resulta sencillo desde la carretera de Otos, donde nace un sendero que asciende a la sierra, o bien por la pista forestal que cruza la sierra, comenzando en la Font Freda o en la casa forestal de Les Planises. Es difícil observarlo a distancia ya que sus escasas ruinas se confunden con las rocas circundantes.

Muy mal estado. Los restos son muy escasos y la vegetación arbustiva es, en su mayor parte, impenetrable. No obstante, observando las curvas de nivel se puede deducir casi toda su planta.

 

 

 

Lienzo Norte.

 

 

 

Habitación.

 

 

 

Aljibe.

Castillo montano de planta irregular adaptada al espacio disponible, con tres recintos reforzados por cubos de trecho en trecho. Los muros exteriores tienen 2 m. de espesor, y están construídos con hiladas de mampostería pero buscando para la cara exterior su lado más recto. Los muros interiores son de piedras más irregulares mezcladas con abundante mortero con grava. Del recinto superior apenas quena nada, pero se puede seguir su perímetro gracias a la plataforma rocosa donde se alzaba. Debió hacer las funciones de alcazarejo o celoquia. El recinto intermedio es el mejor conservado y se puede considerar que es el castillo propiamente dicho. Mide 95 m. de largo por 37 m. de ancho, con un perímetro de sus muros de 280 m. que ocupan una superficie de 2.680 m2. La altura conservada de sus muros es muy escasa, apenas a nivel del suelo, pero todavía se puede distinguir, aunque con bastante dificultad, un cubo en el lado Norte, otro en el extremo Este, y tres más en el frente Sur, todos cuadrangulares. En este recinto se conserva un gran aljibe y una, no menos grande, habitación, los dos con el arranque de las bóvedas que los cubrían. Se sitúan adosados entre sí al muro Norte. La puerta de entrada estuvo en el extremo Oeste, aunque de ella nada queda. Por último, se observan algunos vestigios y pequeños lienzos de otro recinto situado a nivel inferior, que algunos lo califican de barrera o antemuro. Aunque quizá este tercer recinto funcionase como albácar, para refugio de gentes y rebaños. La mayor parte de los restos conservados son de mampostería, pero también hay tramos de tapial.

Uno de los cubos meridionales.

 

 

 

Parte del lienzo Sur.

Origen musulmán. Por su emplazamiento fronterizo entre las taifas de Valencia y Denia fue codiciado por numerosas expediciones, destacando las conquistas del Cid en 1091 y 1099, la de Pedro I de Aragón en 1094 y Alfonso el Batallador en 1126. Alcanzó su máxima importancia en el siglo XIII, cuando de él dependían los pueblos de Salem, Ráfol, Beniatjar, Carrícola, Torralba y Misena. Jaime I le impuso, tras su conquista, una primera contribución de 600 besantes. Durante la sublevación de Al-Azraq fue tomado por su lugarteniente Ibn Bassal, cuyas fuerzas no pudieron ser expulsadas del castillo hasta 1249. En 1398, Alfonso III lo donó a Bernardo de Bellvís, pasando a convertirse en propiedad feudal. Es entonces cuando comenzó su abandono y deterioro, pues los nuevos señores preferirán las comodidades de la vida en el valle. En 1912 fue estudiado por Mariano Jornet Perales, y es de ese estudio de donde proceden todos los datos sobre estructura y morfología de los que disponemos. Pero han pasado casi cien años y el deterioro de la fortaleza ha sido enorme.