Estuvo situado en el interior del casco urbano.
Desaparecido. A pesar de que siempre aparecen noticias de la existencia de restos, no encontramos ninguno ni parece que los haya. Ahora bien, es indudable que en el interior de algunas edificaciones modernas pueden quedar lienzos o paramentos ocultos, pero hasta que no se derriben dichas construcciones es imposible observarlas y estudiarlas.
Se dice que tenía una planta más o menos circular con una gran torre en el centro.
Su origen es árabe, pero por lo inhóspito y recóndito de su situación debió responder a criterios militares y defensivos. Perteneció a la Setena de Culla, y en 1303, Guillem de Anglesola lo vendió a la Orden del Temple, pasando en 1319 a la de Montesa. Desde finales del XVIII dependió de la gobernación de Morella. No se le conocen hechos históricos de relevancia, por lo que su destrucción debió corresponder a la población civil, reutilizando sus materiales.