El desaparecido castillo de Alió se encontraba en la parte meridional de la cerca urbana. De tan magno edificio solo nos han quedado algunos topónimos en el nomenclátor urbano y una extraña torre-puerta, habilitada como vivienda y, por tanto, muy alterada, con cuatro arcos en su planta baja.
Entre 1154 y 1211 perteneció a los Condes de Peralada.
Calle y Plaza del Castillo.
Planta baja, de la posible torre-puerta.
Más imágenes de los arcos de la posible torre-puerta.
Sobre los restos de una villa rústica romana se levantó el pueblo de Alió, fundado por Pons de Bruguera en 1171, siguiendo órdenes del arzobispo de Tarragona, Guillem de Torroja. En 1205 Pons de Alió, hijo de Pons de Bruguera, estableció un convenio con los hospitalarios de Vallmoll. El mismo Pons de Alió vendió en 1207 por 2.000 sueldos la mitad del lugar y de los diezmos al arzobispo Ramón de Rocabertí y al pavorde Ramón de San Lorenzo, los cuales en 1207 compraron la otra mitad del término a Ermesenda de Alió, viuda de Pons de Bruguera. La posesión del lugar por las autoridades eclesiásticas se redondeó en 1212 cuando Pedro I les cedió todos los derechos y jurisdicciones sobre el término. De las transacciones jurisdicciones habría quedado excluido el castillo de Alió, que pasó después a los condes de Peralada. En 1391 Juan I vendió al arzobispo Enec de Vallterra todos los derechos que sobre Alió conservaba la monarquía. Alió, que en 1710 se ratificó todavía a favor del archiduque Carlos III, experimentó un notable crecimiento a lo largo del siglo XVIII. Formó parte de la Veguería de Tarragona hasta 1716. Después pasó a formar parte del Corregimiento de Tarragona desde 1716 hasta 1833.