Castillo de Alcolea

Sobre una roca en el extremo oriental del caserío, abocado hacia el valle del río Cercadillo formando elevadas paredes verticales. Esta roca es conocida entre los vecinos como Peña del Castillo, aunque también es llamado Castillo de la Cárcel. Debido a la inexistencia de restos, algunos autores señalan que fue una cueva fortificada, mientras otros indican que la cueva fue la mazmorra del castillo.

Posiblemente, la cueva excavada en la roca arenisca contó con defensas de madera complementarias en la parte superior y cercanas a la entrada.

Se puede llegar hasta dicho lugar por medio de la calle Travesaña. Una estrecha escalera tallada en la piedra nos permite ascender a la roca, mientras que la entrada a la cueva permanece un tanto oculta por la hiedra. En el momento de nuestra primera visita (abril de 2006), la puerta estaba cerrada con una reja, teniendo que penetrar en la cueva, con evidente peligro, desde una de las ventanas.  En enero de 2025 la reja había desaparecido. A pesar de ser uno de los elementos más conocidos de este pueblo, no existe ninguna indicación, ni en el pueblo ni en la carretera.

Peña del Castillo. Se pueden apreciar las dos pequeñas ventanas de la cueva fortificada.

Entrada a la cueva.

Escaleras que llevan a la parte superior de la roca.

Está formada por dos estancias irregulares excavadas a pico y comunicadas a través de un pasadizo. A la estancia superior se le conoce con el nombre de “la cárcel” y a la inferior “el calabozo”. La estancia superior es de forma circular y escasa altura. En sus irregulares paredes pueden apreciarse unas hendiduras empleadas para iluminar la estancia. Dispone de dos ventanucos, uno de ellos con barrotes, y el otro, mas grande, fue utilizado como acceso, pues la puerta estaba cerrada con una reja. Este espacio es uno de los más concurridos y admirados por los visitantes. Ante ellos dos barrotes testimoniales de una antigua barandilla nos advierten del violento corte vertical del peñasco. Un profundo barranco y una vista privilegiada sorprende al visitante. A la estancia inferior se desciende por un estrechísimo pasadizo con una empinada escalera tallada en la roca. Esta sala no dispone de ventanas, sino de unos pequeños huecos que permiten el paso de la luz y el aire.

Según cuenta la leyenda, hace muchos años, uno de los presos consiguió escapar de la cárcel tirándose al vacío por el barranco. Dicen que los árboles frenaron la caída, al engancharse las ropas del fugitivo a medida que descendía.

 

 

Ventanas de la cueva. En 2006 había que entrar por aquí puesto que la puerta estaba cerrada.

 

 

 

Interior de la cueva en 2025. Su estado es claramente mejorable.

Esta zona fue repoblada por Alfonso VIII de Castilla, perteneciendo a las tierras de Atienza, para pasar después a la casa del Infantado.

De esta olvidada y maltrecha cueva no hay casi noticia escrita. De antiguo origen e inexactas referencias cronológicas, solamente se sabe que sirvió de cárcel en tiempos pasados.