Castillo de Alcalá de Ebro

Sus restos se encuentran sobre unas rocas al borde del río Ebro, en la parte Oeste del pueblo, a unos 10 m de altura sobre el nivel medio de las aguas. Se da la curiosidad orográfica de que este lugar quedaba convertido en una isla durante las crecidas del río.

Muy mal estado. Sus restos quedan adosados al antiguo palacio que los duques utilizaban para sus monterías. La mayor parte de su espacio está ocupado actualmente por casas particulares.

Del castillo solo queda dos lienzos formando una esquina, con fábrica muy heterogénea a base de sillares de piedra caliza y mampostería fuertemente degradados por la erosión. Por este motivo, el riesgo de desplome es elevado. Su principal misión era vigilar la barca que acarreaba sal y cereales desde Remolinos.

Población de indudable origen musulmán como nos indica su topónimo (al-Qalat significa castillo). Fue conquistado en 1090 por Sancho Ramírez junto con su hijo Ramiro I. En un primer momento fue de propiedad real y fue gobernada por tenentes aunque posteriormente pasó a señoríos privados, como Felipe de Salces o los Luna en el siglo XIV. La propiedad sobre Alcalá de Ebro, sería confirmada por el monarca Pedro IV de Aragón, quien en el mes de junio del año 1348 dio la jurisdicción del lugar a Antón de Luna. Pero los Luna apoyaron al conde de Urgel, por lo que cuando Fernando de Antequera se hizo con el poder, confiscó el lugar de Alcalá de Ebro, donándolo en el año 1416 a Pedro de Quesada, aunque en otras fuentes se recoge como Pedro de Urrea y Pedro Jiménez de Urrea, empezando a vincularse, por las sucesivas relaciones matrimoniales de las familias nobles aragonesas, con la cercana casa de los Gurrea-Aragón, duques de Villahermosa, instalada en la villa de Pedrola, constatando que en el año 1497 el lugar era de Aldonza Gurrea. La localidad estuvo vinculada al ducado de Villahermosa hasta la abolición de los señoríos en 1833.

Finalmente, el castillo fue demolido por orden de Felipe V en 1707 durante la guerra de Sucesión en castigo por la adhesión de Aragón a la causa del archiduque Carlos de Austria. Sus materiales fueron reutilizados por los vecinos para construir casas.

La mejor difusión que ha tenido la localidad de Alcalá de Ebro en la historia de la literatura española sido su identificación con la famosa ínsula Barataria, por un tiempo gobernada por Sancho Panza, el conocido escudero de la más famosa figura literaria española, Don Quijote. Es de todos conocido, la estancia en la Villa de Pedrola de Miguel de Cervantes Saavedra, en el invierno de 1568 como paje del cardenal Julio Aguaviva y Aragón, hospedándose en la casa del Duque de Villahermosa, en aquel tiempo Martín de Aragón y Gurrea, gran amigo de las letras y cultivado aragonés en su época.