Castillo de Albalate

Imagen del castillo tomada desde el Suroeste. Sobre el conjunto destaca la capilla gótica, con su campanario, obra del siglo XVI.

En lo alto de un cerro dominando el caserío que se apiña en sus laderas. Para llegar a él no hay más que seguir los rótulos indicadores.

Apenas queda nada de su pasado esplendor. Han desaparecido sus muros Norte y Este, conservando parcialmente el Oeste, sencillo y sin torreones. En su interior se edificó modernamente la plaza de toros, el depósito de aguas y una vivienda moderna, todo lo cual ha alterado enormemente su estructura original.

 

Patio interior. Muro Noreste, todavía sin restaurar en el momento de nuestra visita, en 2010. El arco cegado era la puerta principal del castillo.

 

 

Otra imagen del patio. En el ala izquierda se ven las puertas del salón y la cocina. A la derecha, pared de la capilla.

 

Edificio de la capilla vista desde el patio. La planta baja alberga un gran salón, mientras que la planta alta es la capilla propiamente dicha, como lo demuestran las dos ventanas geminadas.

Castillo montano de planta irregular, situado sobre una colina en medio del caserío. El conjunto es de gran belleza rústica, completada por el típico pueblo apiñado en sus laderas, con callejuelas empinadas y el esbelto campanario de su iglesia parroquial. El castillo en sí, situado en el extremo Suroeste del conjunto, cuenta con una superficie de 1.100 m2. Mientras que el desaparecido albácar mantenía unos 5.400 m2. Por consiguiente la longitud total de toda la fortificación era de 125 metros, con una anchura máxima de 75, pero el albácar ha sido arrasado al construir en su interior diversos edificios modernos (plaza de toros, depósito de agua, vivienda). Tan solo subsiste parte del muro Noroeste, sin torreones, muy confundido entre casas modernas. Se puede decir que lo único visible actualmente es la mansión señorial que levantó el arzobispo de Zaragoza en torno al siglo XIII. La residencia señorial es de buena sillería y a pesar de algunos remiendos y del estado ruinoso en que llegó a encontrarse, podemos comprobar su disposición de aposentos alrededor de un patio central descubierto, cuya planta es irregular, con dos lados casi paralelos. Carece de torres destacadas, a causa de su carácter residencial, y tampoco subsisten las almenas, que fueron sustituídas en el siglo pasado, por un parapeto aspillerado de ladrillo. El muro Suroeste se refuerza con contrafuertes modernos. Su fachada principal se encaraba al Norte, hacia el albácar, donde encontramos la puerta, apuntada, con dovelas y bajo el escudo episcopal, pero hoy está tapiada y oculta por un vulgar cobertizo. Esta puerta está en un lienzo retranqueado respecto de los laterales. En el ángulo Oeste hay un torreón cuadrado sin destacar en altura, en cuya planta baja se situaba la cocina, y en el Noreste hay una vivienda moderna que altera desagradablemente el conjunto. La crujía Noreste es la más arruinada, pues todavía (en 2010) no han llegado las obras de restauración hasta ella. En sus alas Suroeste y Este hay tres puertas, también apuntadas y adoveladas, que conducen a unas amplias cámaras abovedadas que debieron ser dependencias del arzobispo. Sobre estas cámaras hay una terraza desde donde se goza de excelente vista. El sector oriental está muy destacado por su mayor altura y riqueza artística. Es rectangular y se compone de dos alas superpuestas. A la inferior se entra desde el patio por otra puerta apuntada. Impresiona por su austeridad, pues se cubre con una bóveda de cañón apuntado, y se ilumina por tres ventanas que dan a la fachada exterior.

Muro Norte del albácar, muy maltratado por casas modernas.

Espacioso salón con excelente bóveda ligeramente apuntada. Es la planta baja de la capilla y la puerta de la derecha es la actual del castillo.

La capilla, de planta ligeramente trapezoidal, tiene una longitud media de 18 m. y un ancho de 7. Está dividida en seis tramos por medio de arcos apuntados. En los muros laterales hay siete ventanas que al exterior ostentan su aspecto gótico, con sus arcos y ajimez, y en el interior terminan por medio de arco rebajado. El testero de la capilla es plano y en él se habilitó posteriormente un pequeño presbiterio cuadrado con bóveda estrellada. A su derecha hay una puerta apuntada con tracerías trilobadas por donde se sale a la terraza. En el ángulo Sur se levanta un campanario octogonal, con fábrica de ladrillo y tracerías mudéjares, que contrasta con las piedras góticas de todo el castillo. Se cree que fue levantada en el siglo XVI por el arzobispo Hernando de Aragón. Esta capilla es una de las joyas del gótico aragonés

 

Frente Este de la capilla. La pequeña puerta es el acceso principal del castillo, que da al salón antes descrito. La planta superior es la capilla, a la que se penetra desde la terraza. Por la derecha se observa la arruinada ala Norte del castillo y, en blanco, la plaza de toros.

 

 

Frente Oeste, visto desde la terraza.

 

 

Estupendo aspecto del interior de la capilla. Es utilizada para celebrar matrimonios civiles.

Otra imagen del interior de la capilla. Esta es la parte de la fachada donde se abren las puertas.

Horno moruno construido durante la Guerra Civil (1936-39), cuando el castillo fue utilizado por el ejército.

Fachada Sur de la capilla y detalle de la puerta principal. La puerta pequeña da acceso al campanario. Se aprecian en el muro los arranques de los arcos que cubrían este sector.

Cocina.

Salón situado en el ala Sur. Debió ser uno de los principales pues cuenta con chimenea y a él daba la cocina por medio de un pasaplatos.

Su reconquista fue obra de los señores de Belchite en tiempos del príncipe Ramón Berenguer IV, en los confines meridionales del reino. La primera noticia cierta sobre Albalate data de 1149, cuando el citado príncipe donó la villa y castillo al obispo Bernardo de Zaragoza, recomendando expresamente que se respetasen los derechos de la población mora. Así comenzaron los seis siglos y medio de jurisdicción episcopal, y los arzobispos redondearon sus posesiones en la zona con Almochuel (1242), Arcos (1246), y Ariño (1255). Todos fueron ocupados por el turbulento Artal de Alagón en su lucha contra el obispo Fortunio de Verruga (1288), pero Alfonso II le obligó a devolverlos. Jaime II vendió al arzobispo la franqueza de fidelidad que tenía en Albalate en 1323. Además de como vivienda del arzobispo fue usado para albergar a enfermos de peste en el siglo XVII, como cuartel en las guerras de Sucesión, de Independencia y carlista, como depósitos de agua de Albalate, e incluso como cárcel en época de la II República y la Guerra Civil. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1980. Desde entonces vienen llevándose a cabo diversas obras de reconstrucción, lenta pero ininterrumpidamente.

El castillo de Albalate es uno de los ejemplos más antiguos de una residencia fortificada de estilo gótico de España, más pensado en un lugar de entretenimiento que en una obra militar.