Murallas de Tuéjar

Cercaban el antiguo casco viejo con un sinuoso trazado que, a pesar de sus escasos restos, todavía puede seguirse entre las callejuelas.

De ellas queda muy poco, por no decir nada. Y casi todo semioculto entre las casas modernas, por lo que es un tanto difícil descubrir sus restos.

Desconocemos la mayor parte de los datos sobre esta cerca en cuanto el número de torres, fábrica, tipología o número de puertas. Tan solo subsiste el Portal de los Santos, que fue la principal puerta de acceso. Cuenta con un arco de medio punto. A ambos lados existen sendos retablos cerámicos con imágenes de San Roque y San José, de los que toma su nombre.

Exterior e interior del Portal de los Santos.

Torre del aljibe.

Lienzo de sillares adosado a una casa, ubicado a escasos metros del Portal de los Santos.

Vivienda habilitada sobre uno de los cubos de la cerca.

Posible origen romano, pues son abundantes los restos en el casco urbano anteriores a la Tuexa musulmana que Jaime conquistó en el siglo XIII. Éste, en testamento, instituyó Tuéjar en mayorazgo regular del infante don Jaime de Jérica. Y también por testamento pasó la villa de Tuéjar en 1321 a Jaime II, muerto sin sucesión. Durante la Guerra de la Unión cayó en poder de Pedro I de Castilla hasta que fue devuelta al término de la contienda. Pedro el Ceremonioso donó al noble Juan Alfonso, Tuéjar, muerto sin sucesión, por lo que en 1369 volvió a la Corona. La volvió a donar el mismo rey a su hijo, el infante don Martín, y cuando se convirtió en rey, volvió otra vez a la Corona. En 1370 recibió carta-puebla a fuero de Aragón para que la ocuparan cristianos, ordenando que los moriscos fueran trasladados extramuros. Más adelante, el conde de Ampurias, Juan Pedro de Aragón, vendió esta población en 1385 al señor de Manzanera, Pedro Ladrón de Vilanova, por 50.000 florines-oro. Perteneció al señorío de los duques de Villahermosa, hasta que en 1771 volvió definitivamente a la Corona. Durante las Germanías sus habitantes se pusieron de parte de los agermanados y atacaron a su señor territorial. En 1520 fue ahorcado el cabecilla agermanado, un tal Tejedor, y entonces, el pueblo, en venganza, asaltó y quemó el palacio del vizconde de Chelva.

Otra torre reutilizada como vivienda.

Lugar donde estuvo otro de sus portales. Queda, enlucida de blanco, una de las torres que lo defendían.