
Torre del rey y cubo campanario. Sector Oeste, restaurado en 1990
Rodeando el casco viejo, llamado el Cinto, situado a 480 m de altura, sobre un montículo en la margen izquierda del río Queiles. La muralla discurría desde la Plaza del Puerto hacia el Noreste, entre las casas de las calles Cuarteles, Mayor y Alfara, para girar hacia el Sureste por la calle Barbacana y luego, la calle del Conde. Todo el sector meridional está muy alterado y su trazado no se corresponde exactamente con calles. Podíamos decir que llegaba hasta la Zuda y la iglesia de la Magdalena para dirigirse, por la calle San Juan, hasta el convento de la Concepción. En este punto la cerca gira hacia el Norte por la Plaza de la Laguna para llegar, finalmente, otra vez a la Plaza del Puerto.
Mal estado. Apenas quedan restos, excepto un sector al Oeste, que ha sido restaurado en parte.



Torre del Rey: Llamada por los musulmanes Torre Anyasil. Es obra del siglo XIV, cercana al convento de la Concepción, de planta cuadrangular (14 m de lado). Se levantó sobre un basamento musulmán del año 1.100 a base de sillares almohadillados. Se recreció con nuevos sillares, un cuerpo de mampostería reforzado por sillares en las esquinas y otro final de tapial, donde se abren los dos únicos vanos de la torre. No se puede acceder a su interior por estar colmatada de escombros. Muy próximo a ella se construyó otro cubo de planta circular que fue aprovechado por el convento de la Concepción para instalar el campanario. En el lienzo del muro que las une se abre la Puerta de la Ferrería, una puerta de pequeñas dimensiones y realizada en ladrillo y arco de medio punto. Este sector se rehabilitó en 1990.


Existía otra torre de flanqueo en el lado opuesto, cuya cimentación se conservó hasta fines del siglo XIX y que se denominaba «el Queso» por su planta circular. Actualmente no queda ningún resto de la misma ya que fue desmantelada en esa fecha por su estado de ruina. Delante de este tramo de murallas se abría un impresionante foso de agua, que quedó convertido primero en dos lagunas, y después en una balsa, que se desecó a comienzos del siglo XX. El foso fue completamente colmatado, y de su presencia sólo queda el recuerdo del agua en el nombre del lugar: Plaza del Puerto y C/ Laguna.
Puerta de la Ferrería. Junto a la Torre del Rey.

La muralla asoma por encima de las casas durante un largo trecho en la Plaza del Puerto.
El lienzo se corta súbitamente al llegar a la calle de los Cuarteles, lugar donde se situaba la desaparecida Puerta Ferreña

Algunos muros tenían nombre propio, como el de la Cuadra, cerca de la torre del mismo nombre; de la Puerta del Pozo; de la Judería, sobre Selcos; del barrio de San Miguel; de la Era del Gobernador (barrio en Caldenoguera). Las murallas altas (en la Plaza del Puerto) tienen un espesor de 5 m en algunos puntos. Fueron construidas en el siglo XIV a base de cantos rodados y sillares. Hoy subsisten embutidas en viviendas modernas, siendo sólo visible la parte superior. El propio ayuntamiento está apoyado sobre un lienzo de la muralla, cuyos sillares son perfectamente visibles desde el interior del edificio. Aunque algunos autores aseguran que eran cuatro las puertas que se abrían en la cerca, nosotros contamos cinco: Puerta Ferreña, Puerta del Conde, Puerta del Pozo, Puerta Lizares y Puerta de la Ferrería.
Numerosas torres jalonaban las murallas y la ciudad. La Torre de las Reliquias se encontraba adosada a la línea de la muralla que corre paralela a esta calle, sin subsistir ningún resto actualmente. De la Torre del Pozo, Torre Carpida, de la Puerta Ferreña, Torre de la Cuadra, Molino del Cubo y Barbacana no queda ningún resto visible. De las torres de don Rodrigo, del Cardenal, Palomar, o de la Puent, tampoco queda resto alguno, no pudiendo asegurarse si formaban parte del recinto murado de la ciudad o eran casas fuertes construidas en las afueras.


Lienzo que se conserva en la c/Alfara, posiblemente de finales del siglo XV. Está construido a base de sillares de caliza y arenisca, describiendo un suave talud

El sistema defensivo de la ciudad era muy complejo, pues todos los barrios tenían sus respectivos muros aunque de menor entidad que los que defendían la parte noble de la ciudad.
En su solar se han encontrado restos celtíberos. Más tarde fue importante ciudad romana y musulmana. Tras la reconquista, los cristianos pasaron a ocupar el espacio amurallado, o Cinto de la ciudad, a la vez que los musulmanes se trasladaron a las afueras, formando la morería en el barrio de San Juan. Los judíos se instalaron a los pies de la antigua Zuda, ahora castillo cristiano, entre las actuales calles de Juderías y Rúa Baja. Las murallas de Tarazona son nombradas por primera vez en 1150. En 1176 se celebraron aquí las bodas entre Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Inglaterra. Fue propiedad real desde que se recuperó a los musulmanes hasta comienzos del XIV. En 1279, Pedro III lo donó a su hijo natural Jaime Pérez y en 1283, encargó al bayle general, Aarón Abinafila que preparara una residencia en la Zuda para Pedro Cornel, tenente de la frontera de Tarazona. Jaime Pérez donó Tarazona a su hija Constanza y a su marido Artal de Luna, quién la vendió a Jaime II en 1305. En 1312 fue donada Tarazona a Estéfano de Roda.

Puerta del Conde.

Puerta del Pozo.
Tarazona fue plaza fuerte importante durante la guerra de los dos Pedros, siendo conquistada por los castellanos en 1357 porque «no tenía defensa ni en los muros ni en la gente». A su gobierno quedó el castellano Juan Fernández de Hinestrosa que a su vez la confió al capitán Gonzalo González de Lucio. Pedro IV consiguió que éste devolviera la ciudad a cambio de entregarle como esposa a una dama principal del reino (Violante de Urrea) y una buena dote. En 1360 fue devuelta Tarazona quedando como alcaide Pedro Ximénez de Samper. Pero volvió a ser conquistada por los castellanos entre 1363 y 1366. Al finalizar la guerra, la ciudad y sus murallas quedaron tan maltrechas y despobladas que Pedro IV planteó la posibilidad de demoler la ciudad en 1367. Entre 1369 y 1372 se reconoció el mal estado de la cerca y se acometió su reparación, contribuyendo la iglesia con el 50 % de los gastos. También ayudó la aljama judía que en 1383 pagó por la reconstrucción de cuatro torres.
En 1376, el obispo de Tarazona compró la Zuda para convertirla en palacio episcopal, función con la que ha llegado hasta nuestros días. Entre 1391 y 1397 se reparó la cerca gracias a impuestos sobre diversas mercancías. A comienzos del XV estallaron los conflictos entre Pedro López de Gurrea y el obispo Pedro Pérez Calvillo, siendo asaltada la catedral y la Zuda. En 1553 Felipe II mandó que nadie edificara junto a ella y que los edificios ya construidos no levantaran más de la altura de la que ya tenían. En 1560 se realizaron obras en el foso de la ciudad, ahora convertido en dos lagunas o balsas, alimentadas por un brazal cuyo curso se quería cambiar y que las monjas del convento de la Concepción y varios vecinos aprovechaban para regar sus huertos. Las últimas noticias documentales del conjunto fortificado de la ciudad son de 1562 y 1565, en que se señalaron confrontaciones con la muralla, y de 1664, cuando la torre de Alfara se estaba cayendo y la ciudad procedió a repararla. En 1707 la ciudad permaneció fiel a la causa de Felipe V, por lo que fue atacada por los partidarios del archiduque de Austria. Se planeó la defensa de la ciudad en sucesivos cinturones añadiendo nuevas fortificaciones, de modo que si fallaban las defensas externas fuera posible retirarse al Cinto. En el siglo XIX todavía quedaba una balsa en la plaza del Puerto, único vestigio de los fosos que protegían la entrada de la ciudad por este lado, como aparece en un plano de la ciudad de 1853.