Murallas de Segóbriga

Rodeaban la antigua y populosa ciudad romana de Segóbriga, cuatro kilómetros al Sur de Saelices. Su acceso es sencillo, pues todas las ruinas de la ciudad se pueden visitar culturalmente.

Muy mal estado, tan solo una pequeña parte de su perímetro ha sido excavada y restaurada. El resto, no obstante, se puede seguir por las curvas de nivel que forman un escalón en toda la ladera.

 

 

Reconstrucción hipotética de Segóbriga basándose en los restos encontrados. Se observa la muralla. El teatro y el anfiteatro se situaban extramuros.

Lienzo de gran espesor situado junto al teatro.

 

La muralla contaba con 1.300 metros de perímetro y corría alrededor de todo el cerro. Era de tipo ciclópeo, de espesor enorme, con fábrica de mampostería y se reforzaba con algunas torres de trecho en trecho de las que quedan algunas. Tenía varias puertas: la principal al Norte, otra al occidente y una tercera al Noreste, junto a una gran torre octogonal de la que queda su base.

Restos de las jambas de la puerta principal. Estaba construída con grandes sillares y debió tener uno o dos arcos para el paso de carros y peatones. Bajo ella pasan las cloacas de los desagües de la ciudad.

Tres de las torres que reforzaban la muralla. Todas con fábrica de hormigón romano y situadas algo alejadas de la ruta turística habitual.

 

 

 

Lienzo Norte.

Fue llamada por Plinio “Caput Celtiberiae” (Cabeza de Celtiberia) y pudo estar compuesta por unas mil casas y albergar a más de 6.000 habitantes. Tomó tanta importancia en su tiempo por estar en pleno nudo de comunicaciones de varias vías y por las cercanas y abundantes minas de “lapis specularis” (espejuelo, yeso cristalizado muy apreciado por los romanos) que existen en sus alrededores. Tenía un gran conjunto monumental formado por el teatro y anfiteatro, termas públicas y sistemas de canalización para abastecer de agua a la ciudad, puentes, acueductos, el templo de Diana, el foro y la acrópolis. El cerro ha sido poblado desde muy antiguo, pues se han encontrado restos de la Edad del Hierro e ibéricos en él. Es nombrada por Estrabón, quién dice que fue arrasada en las guerras entre Sartorio y Metelo, pero no especifica donde estaba. Viriato, en el 146 a.C. la conquistó por ser fiel a Roma, utilizando la treta de abandonar el cerco a la que la había sometido, para cuando los segobrigenses se confiaron, volvió sobre sus pasos y tomó la ciudad. Tras las Guerras de Sertorio, hacia el 70 a. C., pasó a controlar un amplio territorio como capital de toda esta parte de la Meseta. 

 

 

 

Base de la gran torre octogonal que defendía una de las entradas.

En el 12 a.C. en tiempos de Augusto, se convirtió en “municipium” romano, ciudad gobernada por ciudadanos romanos. Durante la República, Segóbriga emitió moneda en plata y bronce con caracteres ibéricos, y en época imperial, bronces con las efigies de Augusto, Tiberio y Calígula. Su periodo de apogeo urbano y económico se produjo en los siglos I y II de nuestra era, en tiempos de Augusto. En el siglo IV ya se abandonan sus principales monumentos, como el anfiteatro y el teatro, prueba de su decadencia económica y de su progresiva conversión en un centro rural.   Entre los siglos VI-VII fue ocupada por los visigodos, como lo demuestran los restos de la gran basílica visigoda que llegó a ser sede episcopal. En época visigoda era todavía una ciudad importante, con obispos que acudían a los concilios de Toledo entre los años 589 y el 693 d. C.  Los árabes destruyeron Segóbriga. En época medieval pasó a ser propiedad de la Orden de Santiago, viviendo todavía algunos habitantes en la ciudad. Tras la reconquista, la población de los contornos, comenzó a aglutinarse en un lugar tres kilómetros al Norte, junto a la fuente que surtía al acueducto de Segóbriga, fundando la ciudad de Saelices. La destrucción casi completa se produjo cuando entre los siglos XVI y XVII sirvió de cantera para la construcción del monasterio de Uclés.