La muralla rodea lo que fue la antigua población histórica de Moya, situada en escarpada montaña, a 1.149 m de altura. Moya estuvo habitada hasta la década de los cincuenta del siglo XX. En poco tiempo el expolio fue masivo, siendo casas y monumentos arrasados casi en su totalidad. A sus pies ha quedado un pequeño caserío moderno denominado El Arrabal.
El olvido en que cayó ha permitido conservar la primitiva estructura medieval sin postizos ni restauraciones fuera de lugar. Entidades patrocinadoras y la Escuela Taller de Empleo han llevado a cabo una labor reconstructora auténticamente encomiable, aunque queda mucho por hacer. Sus dimensiones son tan grandes y hay tal número de monumentos que llevará muchos años su recuperación.
Moya vista desde el Oeste.
El recinto amurallado está orientado de Noroeste a Sureste, con 600 m de longitud, más otros 180 m que mide la coracha. Mientras que la anchura varía desde los 180 m al Norte hasta los 90 en el Sur. Los muros, sin contar la coracha rodean una superficie aproximada de 6 Ha. que corresponderían a la villa, que se alza sobre una meseta bastante plana. Presenta la ladera occidental muy escarpada en la que en su mayor parte falta el muro por no ser necesario, y la ladera oriental con pendiente mucho más suave, en la que se construyó una muralla doble, a modo de antemural, con una amplia liza. Toda la fábrica de la muralla es de mampostería.
Moya desde el Norte.
Vertiente occidental. Aquí no existe muro alguno debido a la verticalidad de los escarpes. El único elemento defensivo existente es la Puerta de los Ojos.
Puerta de los Ojos, al Oeste.
Puerta de los Ojos (siglo XV). Reconstruída. Todavía conserva los huecos para la tranca de la puerta. La entrada se diseñó como un patinillo sobre el que se abre un arco de medio punto de grandes dovelas. A sus flancos se disponen cámaras de tiro para la artillería con troneras de palo y orbe. El tamaño de las cámaras de tiro indica que no podían contener más que pequeñas piezas. A pesar de la verticalidad que presenta la montaña en este punto, la Puerta de los Ojos se abre a un camino que, zigzagueante, desciende hasta el llano.
Imagen antigua de la Puerta de los Ojos, antes de Su restauración.
Impresionante la verticalidad del sector occidental.
En primer término, iglesia y convento de San Pedro. Al fono la torre del castillo. Sector Oeste, sin muros.
Puerta de San Francisco. Al Norte. También es llamada Puerta Falsa. Daba acceso a los frailes del convento homónimo. Está destruída y ha quedado como una simple brecha en el muro. Contaba con un escudo y una inscripción, todo ello desaparecido. En algunas fuentes la Puerta de San Francisco y la Puerta Falsa se consideran diferentes, pero en todo el sector Norte no hay hueco para dos puertas.
La Puerta de San Francisco da a una especie de patio desde cuyos muros se puede batir a los posibles atacantes.
Imagen antigua de la Puerta de la Calzadilla.
Puerta de la Calzadilla. Al Noreste de la muralla superior, puesto que en este punto comienza la segunda muralla o antemural. Permite el tráfico de vehículos. Al exterior posee un arco de medio punto con dovelas, mientras que al interior es rebajado. En la parte superior interna del arco pueden verse los orificios para los goznes del portón, y el hueco donde se introducía la tranca.
Sector Noreste. Aquí comienza la existencia de la doble muralla, la exterior de menor altura, a modo de antemural o barrera, dejando una amplia liza entre ellas.
Moya desde el Noreste. A la derecha, se observa la gran coracha descendiendo la montaña. Este elemento lo describiremos al final, dada su importancia. A los pies de la ciudad medieval aparece el caserío moderno de El Arrabal de Moya.
Estado del lienzo oriental.
Puerta de San Diego. Restaurada. Como otras, posee arco de medio punto al exterior y rebajado al interior.
Puerta de San Diego, antes de su restauración.
Puerta de la Villa. La forman los dos arcos en recodo.
Puerta exterior de la Puerta de la Villa.
Puerta de la Villa. Puerta principal y única puerta exterior del lado oriental, situada en la barrera. Es del tipo en recodo, siendo un ejemplo claramente renacentista, pues su entrada inferior se asemeja a un arco de triunfo romano. Fue mandada construir por el corregidor del Marquesado, licenciado Perea de Velasco en 1589. En el frontispicio de la puerta luce el escudo de los marqueses, escoltado por las armas de la Villa.
Inscripción que aparece en el frontis de la Puerta de la Villa: “Moya. Esta obra mandó hacer el Lcdo. Perea de Velasco vecino de Toledo, siendo corregidor de este marquesado. Año 1589”.
Dicha puerta está almenada y posee en el interior un acceso con tres tramos de escaleras, no apta para carruajes ni caballerías, por lo que creemos que en el pasado debió estructurarse de otra manera. Desde el interior, la puerta posee un aspecto sólido, toda en piedra labrada, aunque se nota que ha sido restaurada. El arco es rebajado, con una pequeña hornacina en la parte superior. Curiosamente, la Puerta de la Villa no permite acceder a la ciudad, sino tan solo a la liza.
Arco interior.
Muralla Este y antemural.
Puerta de San Juan. Restaurada. Presenta arcos de medio punto, tanto al exterior como al interior.
Puerta de San Juan antes de su restauración.
Estado en que se encuentra la muralla oriental.
La carretera discurre por la liza, entre la muralla y la barrera.
Aspecto de la barrera.
Y la muralla llega hasta el castillo de nuevo.
Y llegamos al elemento más importante del conjunto defensivo. Nos referimos a la colosal coracha, que desciende en el extremo septentrional desde la villa medieval hasta el llano para proteger un manantial de agua. Su fecha de construcción se sitúa en torno al siglo XIV. Dos grandes muros que forman algunos quiebros, enlazan la Torre del Agua, en el llano, y rodean la gran Torre de San Roque, a media ladera. Al parecer, en las cercanías de la Torre de San Roque, existían dos puertas en los muros que facilitaban el tránsito de carruajes y caballerías, ya que Moya era Puerto Seco, frente a las fronteras con Aragón y funcionaba como aduana.
Lienzo Norte de la coracha.
Numerosas aspilleras se abren en sus lienzos.
Hueco de una desaparecida puerta de la coracha. Se observa unos sillares que parecen formar una jamba.
Torre de San Roque.
La Torre de San Roque es una sólida estructura rectangular de piedra (15 x 10’5 m) con las esquinas redondeadas, cuya única puerta se abre en la base de la fachada Suroeste. La entrada mira a la pequeña explanada existente entre los dos pasos de muralla citados anteriormetne, y posee un dintel de piedra caliza labrada, con un arco recto, cuyas piedras se han desmoronado y yacen al pie de la entrada. Sobre la entrada se observa una ventana descentrada hacia la derecha, y otro similar en el lado Sureste, en un plano inferior. El interior muestra una gran estancia cuadrangular con dos alturas, sustentándose el piso de la primera con una gran bóveda de medio cañón, apoyada en piedras colocadas de canto. A la segunda planta se debió acceder mediante una escalera de madera retirable, pues se ve un gran hueco en el piso alto, sin peldaños o señales de ellos que permitieran el acceso.
Junto a la Torre de San Roque existían dos puertas desaparecidas al Norte y al Sur de la muralla de la coracha. En realidad es un paso custodiado cuya función se interpreta como el Puerto Seco de Moya que citan documentos antiguos. Era incómodo para los carreteros que debían pechar las mercancías procedentes de Aragón ascender hasta el cerro, del mismo modo que controlar el paso de mercancías desde lo alto de Moya. Por ello a media altura se levantó la Torre de San Roque, que es una de las pocas aduanas medievales conservadas. Su acceso en arco plano es posible que corresponda ya a los últimos años del siglo XV o primeros del XVI. Desde este punto el camino llevaba directamente al Arrabal de Moya, que debe su fundación y desarrollo a los impuestos aduaneros a partir de 1300.
Interior de la torre.
Torre de San Roque vista desde la Torre del Agua.
Torre del Agua, en primer término. Por encima, la Torre de San Roque.
Frente septentrional de la Torre del Agua. El manantial nace en su interior y por medio de un canalillo sale al exterior formando estos abrevaderos para el ganado.
Al final de la coracha se alza la Torre del Agua. Es similar a la torre de San Roque pero más grande con unas medidas de 18 x 12’5 m y la puerta con arco de medio punto situada en el interior de la coracha, en su flanco Suroeste. Varias piedras del arco se han desprendido y el interior está lleno de escombros, zarzas y arbustos, imposibilitando el paso. La torre se construyó dejando un manantial de agua en su interior al que se llegaba descendiendo por una estrecha escalerilla. El agua sobrante salía al exterior de la torre por un estrecho canalillo. Modernamente, este lugar ha sido agrandado formando un estrecho boquete por el que las personas pueden penetrar y admirar semejante maravilla. La importancia de este sector de la fortificación se refleja en el grosor de sus muros, que en este punto alcanza casi tres metros, y en la solidez de su fábrica, que le ha permitido mantenerse durante siglos sin apenas cuidados.
La Torre del Agua vista desde el interior de la coracha.
Por este hueco en la fachada Norte de la Torre del Agua, se puede penetrar para ver el manantial.
Interior de la sala del manantial. Vemos el boquete por el que se penetra y la escalerilla de acceso.
El manantial está protegido por una arqueta de piedra, en la que el agua surge de la tierra y sale al exterior.