Distintos tramos de las murallas en la avenida Príncipe de Asturias. Todo lo que se ve es reconstruido. Los paramentos originales están en el subsuelo.
Rodeaban el casco viejo del pueblo, discurriendo por las actuales calles de Príncipe de Asturias, Ronda Norte, Ronda Sur y Ronda Colón. La planta se basaba en un recinto anterior, seguramente musulmán y más pequeño, cuyos muros Este y Oeste discurrían por las calles de Roques y del Pilar, respectivamente.
Prácticamente desaparecidas. Tan solo quedan unos muros, reconstruidos en la avenida del Príncipe de Asturias, un posible lienzo en la calle del Muret y un posible torreón en la calle Roques.
Maqueta de la muralla y la ciudad medieval, ubicada en el museo.
Esta villa ofrecía un fuerte aspecto a ojos actuales, debido a los fuertes muros que constreñían su área. En el interior, la iglesia-fortaleza de San Bartolomé aseguraba refugio como último reducto. Contaban con cuatro portales de acceso construidos en diferentes épocas, pero todos han desaparecido. Estos portales, excepto el último, fueron puertas árabes reformadas después, en el siglo XVII.
La puerta más antigua era la de San Jaime o “Portal de Clot”, que se hallaba mirando a la huerta, al Sureste. En 1634, la mandó fortificar el Duque de Cea, corriendo a cargo del jurado de la Villa, Jerónimo Chobi, la ejecución de las obras.
La puerta de San Vicente o portal de la Ferrería, fue construída tres años más tarde por orden del duque del Infantado y estaba situada en el lienzo orientado al Oeste, o sea, en el camino a Gata de Gorgos.
La puerta del Mar, cara al Mediterráneo, se abrió en 1639, a instancias de Antonio Bañuls, escudero de Felipe IV, siendo ordenada su construcción por el virrey de Valencia, Fernando de Borja.
La cuarta y última, “Portal Nou”, que da frente a los molinos, al Norte de la población, fue reconstruída en mayo de 1805 por orden del duque de Medinaceli. Se ignora su origen.
Posible cubo de la muralla, situado en la calle Roques.
Posible lienzo de la cerca localizado en la calle del Muret.
Sitio poblado desde muy antiguo, pues griegos y fenicios colonizaron el lugar. En ocasiones se ha identificado a Jávea con las antiguas Hemeroscopeon o Alonis. Sí se sabe con certeza que en tiempos de Sertorio ya era una plaza fortificada. Las murallas de Jávea fueron levantadas en 1306 por privilegio de Jaime I, pero basándose en un recinto anterior musulmán. Jaime I donó el lugar a su hijo el infante don Pedro en 1233. A mediados del siglo XIV fue asaltada y saqueada por las tropas del rey castellano Pedro el Cruel, con cinco mil jinetes y veinte mil infantes. Desde 1433 perteneció a la familia Sandoval y, posteriormente, al ducado de Medinaceli. Durante la Guerra de Sucesión se declaró partidaria de Felipe V, por lo que fue sitiada por tropas del archiduque Carlos y tomada en 1707. Su resistencia le valdría diversos privilegios y la concesión de la flor de lis que lleva su escudo. En la Guerra de la Independencia fue asaltada y saqueada por los franceses en 1812. La ausencia de peligros bélicos y un fuerte crecimiento urbano y demográfico hizo posible el derribo de las murallas a finales de 1873.