Lienzo que asoma por encima de los tejados.
Rodeaban el casco antiguo medieval, con forma trapezoidal que todavía puede apreciarse en el callejero moderno. Discurrían por las actuales calles de Molina, San Antonio, Calvario, San Francisco y Costera de Rubio.
Se encuentran prácticamente desaparecidas. Al igual que el castillo, posiblemente quede algún resto entre las edificaciones modernas.
Se puede seguir con bastante fidelidad el trazado de la muralla, de la que solo se conservan rastros y una puerta al final de la calle Mayor (el Portal).
Las murallas y el castillo son obra del siglo XIV, probablemente comenzaron a construirse en torno a 1395. Se cree que fue Bernardo de Sarriá quien la construyó. En esta fortaleza vivieron los sucesivos señores de Callosa hasta su desaparición en el siglo XVIII.
Vista anterior y posterior de El Portal.
Callosa fue una antigua alquería musulmana que Jaime I concedió en 1268 a Berenguela Alfonso, a cuya muerte, en 1272, volvió a la Corona. En 1290 la compró el almirante Bernat de Sarriá, del cual tomó el sobrenombre que aún perdura. En 1322 se la cedió al infante Pedro de Aragón, hijo de Jaime el Justo. Durante el reinado de Alfonso el Magnánimo retornó a la Corona. Posteriormente perteneció a la familia Bou. En 1458 Guerau de Bou vinculó la baronía de Callosa. Pasó después a los Aragall, Gualbes, Montcada y Fernández de Córdoba. En 1761 la villa fue incorporada a la Corona.