Murallas de Briviesca

Discurrían por las actuales calles de San Roque, Santa Casilda, Ronda, Joaquín Costa, Duque de Frías y Juan de Ayolas.

Desaparecidas por completo. Aunque algunas fuentes indican la existencia de restos, no encontramos ninguno.

Su trazado inicial describía un rectángulo, tendido su eje central mayor de Norte a Sur, al modo de los castros romanos, con una puerta en cada lado y una plaza central desde la que se ven las cuatro puertas. Por este motivo fue llamada en la antigüedad “la bien trazada”. Se desconoce la existencia de cubos en la cerca e, incluso, su fábrica.

 

En la confluencia de las calles Santa María Bajera y la Ronda aparece este pequeño contrafuerte cilíndrico, de 5 m. de altura por 80 cm. de diámetro. En muchos lugares se señala como perteneciente a la muralla, lo cual nos parece dudoso, pues en la parte opuesta de la ciudad, adosado al edificio llamado Casa Salamanca, hay otro igual.

Con la división de Sancho III, formó parte del reino de Navarra. Pero en la batalla de Atapuerca, ocurrida en el año 1054, Fernando I de Castilla venció a su hermano García de Navarra, muriendo éste último. Por eso, al cabo de 6 años Briviesca volvió a pasar a Castilla. Fue uno de los siete lugares que Alfonso VI concedió al Cid en 1086 a su vuelta a Castilla. Seguramente Briviesca no era desconocida para don Rodrigo, porque éste había recorrido estas zonas fronterizas con su padre en tiempos de Sancho II, durante las luchas entre castellanos y navarros. La Bureba era una región clave en la lucha de los reyes castellanos contra Navarra, gracias a la fidelidad de los Lara y Bureba. Briviesca estuvo en varias ocasiones en manos de los Haro y Lara.

 

 

 

Plano de 1858, en el que todavía aparece representada la muralla.

El 27 de septiembre de 1305 la infanta Blanca de Portugal compró a Juana Gómez de Manzanedo, viuda del infante Luis de Castilla, su heredad en Briviesca por 170.000 maravedís. La infanta decidió trasladar el asentamiento a un lugar determinado (la vieja ciudad estaba en el cerro de San Juan) y con una estructura urbanística clara y dota a la villa de una serie de elementos que caracterizarán la trama urbana, como por ejemplo la ceñida muralla vigilada por un alcázar o la creación de un cauce artificial que sirve para abastecer de agua al interior de la villa y permitir ubicar ingenios hidráulicos. Es por ello que fueron construidas en el siglo XIV de nueva planta. Desconocemos el año en que se dieron principio a las obras de construcción de la cerca; algunos autores cifran tal fecha en 1312. En su testamento fechado en 1321, Doña Blanca expresa su deseo de que la villa revierta a manos del rey. En el año 1370 el rey Enrique II cedió a su camarero mayor, don Pedro (III) Fernández de Velasco, el derecho de portazgo de Briviesca. A lo largo del siglo XVI, fueron desmoronándose las murallas que se reconstruyeron y posteriormente se sustituyeron por tapiales para evitar más tarde el contagio de la peste.

La llegada del siglo XVI y la construcción inicial del convento de Santa Clara supuso una alteración de este trazado. La fundadora del complejo conventual, doña Mencía de Velasco, en el codicilo de su testamento en 1523, señala que la obra se realizó en la zona extramuros. Rota la muralla en este punto tanto por la construcción del convento como por la posterior obra del Hospital del Rosario, alineado al Norte de las instalaciones conventuales, la villa creció en superficie útil, al tiempo que debió variar el trazado de la cerca para englobar las nuevas edificaciones y sus huertos anejos. Por esas fechas debió construirse una cerca secundaria que se solapase de algún modo con la primitiva, siendo este nuevo trazado el que se mantuvo como definitivo durante los siglos venideros. En 1850, Madoz todavía dice que la villa está cercada por tapiales. Parece que fue reparada en parte durante las guerras carlistas.

 

 

 

Mapa de 1868, de Francisco Coello.