Murallas de Benicarló

Discurrían por las actuales calles de Ferreres Bretó, Juan Carlos I, Rey Jaime I, Olivilla, Mare de Deu del Carme y San Vicente.

Desaparecidas. Es posible que algunos muros del templo parroquial pertenezcan a la muralla.

Estaban configuradas por una estructura cuadrangular, al modo de las ciudades romanas y de otras poblaciones de nueva planta surgidas tras la reconquista. Contaban con cuatro puertas, una en medio de cada uno de los cuatro lienzos, unidas por dos calles perpendiculares (Mayor y San Juan) que se cruzaban en el centro de la población formando una plaza. Es decir, desde el centro de la ciudad se podían ver las cuatro puertas. Desconocemos sus nombres. Contó con foso y fuertes torres de trecho en trecho como refuerzo de los lienzos. Las murallas de Benicarló tuvieron justa fama por su tamaño y solidez pero, tristemente, como suele ser habitual, han desaparecido. Comenzó su derribó en 1770 para utilizar sus materiales en nuevas casas que estaban construyéndose en la población. Se puede decir que al mismo tiempo que crecía la ciudad, la muralla disminuía, hasta que al fin, acabaron con ella.

 

 

Grabado antiguo que representa la ciudad de Benicarló totalmente amurallada.

 

 

Parte trasera de la iglesia, recayente a las calles San Vicente y Ferreres Bretó. Es posible que se aprovecharan lienzos de la cerca para su construcción.

Fue una antigua alquería musulmana. En 1236, Fernando Pérez de Pina le concedió carta-puebla para 30 pobladores, a fuero de Zaragoza. Desde 1316 formó parte de la Comanda de Vinaroz, perteneciente a los dominios de la Orden de Montesa. En 1359 se emancipó territorial y jurisdiccionalmente de Peñíscola. Pedro el Ceremonioso concedió en 1370 el derecho a embarcar y desembarcar en la playa toda clase de mercancías sin contribuciones ni pagos. Durante las Germanías estuvo sitiado por los agermanados. En 1556 fue atacada por los piratas turcos. En agosto de 1810 resistió los ataques del general Suchet. Durante la Guerra de Sucesión se rindió a las tropas del general d’Asfeld. En 1837 fue atacada e incendiada por los carlistas, siendo socorrida por el general Oraa. Al año siguiente atacada por Cabrera, tuvo que capitular. En 1873 el carlista Cucala incendió la estación del ferrocarril. En 1926 el rey Alfonso XIII le concedió el título de Ciudad.