Murallas de Alcoy

Torre Na Valora

Rodeaban el casco viejo, la antigua ciudad medieval fundada por Jaime I de nueva planta. Discurrían por las actuales calles de la Virgen María, Fraga, Alcassares, el barranco del río Molinar hasta la calle dels Caragols, l’Escola, el Piló, plaza de les Xiques, San Roque y Purísima.

 

Aunque se han recuperado algunas partes, en su mayor parte fueron derribadas a causa del crecimiento urbano.

Torre Na Valora, desde diferentes puntos.

Conjunto de fortificaciones formado por la torre y portal de Riquer y la torre de N’Aiça

Torre de Riquer, defendiendo el portal de su nombre.

Estaban adosadas a la pared Norte del castillo formando dos recintos unidos con la figura de un ocho. El recinto oriental es del siglo XIII, mucho más grande que el otro. Contaba con cuatro puertas principales (Plaza, Castell, Penáguila y San Agustín) y dos portillos secundarios (Fraga y Bassa Jussana). Tan solo quedan restos del Portal del Castillo y del de Penáguila, y de tres de sus trece torres

Magnífico conjunto formado por las torres de Riquer y N’Aiça y el portal de Riquer.

Parte trasera de la torre de  N’Aiça e interior restaurado de la misma.

Lienzo situado a la entrada de Alcoy por el camino de Penáguila, cuyo portal ha desaparecido.

Torre y portal del Castell, en el extremo Norte del recinto.

Se procedió a la restauración del sector Norte de las murallas, derribando varios edificios de viviendas muy degradadas que las ocultaban ocupadas por gente marginal. Para la restauración de los restos encontrados se aprobó un presupuesto de 192.000 euros que se emplearon en el tramo que va desde la Torre de Riquer hasta el Portal del Castell.

El recinto occidental es obra del siglo XIV producto de una ampliación. También estaba adosado al castillo y se separaba del recinto anterior por una larga cortina que discurría por la actual calle de Santo Tomás. Contaba con una puerta principal, el Portal de Riquer, y tres portillos secundarios (Arenal, Nuevo y otro sin nombre conocido). Tan solo subsiste el primero y dos de sus cinco torres.

Del muro que separaba los dos recintos, nada queda. Contaba con una puerta (San Jorge), junto a la iglesia de su nombre, que los ponía en comunicación, uno con otro.

 

En total, la cerca urbana de Alcoy contaba con cinco portales principales y otros cinco portillos secundarios. Estaba jalonado por 18 torres ubicadas de trecho en trecho.

Lienzo de la Plaza de les Xiques, acoplado a un edificio moderno y muy transformado. A la derecha, en ángulo, la Torre de la Andana.

El 17 de marzo de 1256 se firmó en Játiva el documento por el que se fundaba la nueva ciudad de Alcoy, por Eiximén Pérez d’Arenós, lugarteniente del rey Jaime I. El privilegio en cuestión facultaba al aragonés Juan Garcés y a los catalanes Bernat Savall, Bernat Colom y Guillem de Ortopeda, para que, entre ellos y otros, hasta el número que les pareciera oportuno, se repartieran las casas y heredades de la nueva población, según el Fuero de Valencia. Las razones de la elección de este lugar fueron puramente estratégicas, sobre un nudo de caminos y entre dos barrancos que permitían una fácil defensa. Al igual que ocurrió en otras nuevas fundaciones (Montaverner, Albaida, Penáguila, Gandía, Castellón, Villareal o San Mateo) se levantó una población en poco tiempo que adoptó el nombre del antiguo poblado musulmán (hisn), al-Quy. A finales de 1256, los alcoyanos consiguieron del propio rey Jaime I, el privilegio de no tener morería. Entre los primeros pobladores que se repartieron tierras aparecen apellidos catalanes (Martorell, Verdú, Vilaplana, Miró, Esteve), aragoneses (Terol, Almunia, Ibáñez), franceses (Santonja, Peitaví), navarros (Olite, Navarro) y castellanos (Gómez). Tal como solía ocurrir en el Reino de Valencia.

Sector Noroeste.

En 1276 se produjo la sublevación de Al-Azraq que intentó tomar Alcoy. El 23 de abril, día de San Jorge, tuvo lugar la batalla, que terminó con la victoria de los cristianos y la muerte de Al-Azraq. A continuación una salida de los cristianos en persecución de los vencidos, fue derrotada en una emboscada que tuvo lugar en el Barranco de la Batalla, en la que murieron muchos cristianos. Al acabar la revuelta musulmana en 1278, una segunda avalancha de población cristiana procedente del Norte se instaló en Alcoy. Tan grande fue que las autoridades se vieron abocados a edificar un nuevo barrio en el siglo XIV rodeado de una nueva muralla: el Raval Vell. Sofocado el levantamiento musulmán, Alcoy pasó a depender del almirante de Aragón Roger de Lauria, casado con la sobrina de Pedro III el Grande, Saurina d’Entença. El señorío acabó con Margarita de Lauria, hija del almirante.

En 1447, Alfonso el Magnánimo incorporó Alcoy a la Corona y le concedió voto en las Cortes Valencianas. Durante las Germanías, secundó el movimiento popular. Carlos I concedió a la población el privilegio de “insaculació”, por el que podía elegir su gobierno municipal. La expulsión de los moriscos de 1609 supuso un duro golpe para la ciudad. El 2 de diciembre de 1620 se produjo un terremoto que afectó intensamente a la población.

Otra imagen del sector Noroeste.

Durante la Guerra de Sucesión, Alcoy se declaró partidario del Archiduque Carlos. En 1706 se fortificó la villa y al año siguiente se alojaron en ella 1500 soldados. Ante la ocupación de Cocentaina por parte de las tropas borbónicas, la mayoría de los alcoyanos abandonó la población. Tras un duro cerco los alcoyanos se rindieron en los primeros días de 1708. Felipe V impuso fuertes castigos, suprimiendo la fiesta de San Jorge y acabando con todos los privilegios locales.

En enero de 1812 entraron los franceses en Alcoy, siendo expulsados en agosto por O’Donnell. Al año siguiente, el general Wittingham derrotó a los franceses de Suchet, liberando definitivamente la ciudad. A principios del siglo XIX, los obreros  provocaron disturbios sociales, con huelgas y revoluciones. En 1844 fue declarada Real Ciudad, tras declararse a favor de Isabel II en las guerras carlistas. Años más tarde, la ciudad secundó el levantamiento de Topete, Serrano y Prim, que provocó el destronamiento de la dinastía borbónica. Los disturbios sociales no dejaron de producirse a lo largo de los siglos XIX y principios del XX. En 1873, con la revolución cantonalista, la ciudad fue ocupada militarmente. Y desde entonces, Alcoy ha mantenido guarnición militar.