Está situada en la cima de un monte llamado Puig de Misa, con amplio horizonte, cerrando el camino de acceso desde el puerto hacia el interior. Este monte sobresale por encima del caserío de San Miguel. Es una de las cuatro iglesias fortificadas que se construyeron en la isla, junto con las de San Jorge, San Antonio y Santa Eulalia.
Su estado es excelente. Abierta al culto.
Iglesia fortificada. Ante la ausencia de castillos se fortificaron las iglesias. A pesar de que sus elementos defensivos han desaparecido con el paso del tiempo, su aspecto de fortaleza es evidente. Está constituída por una nave en forma de tronco de pirámide rectangular de gruesos muros al que, a través del tiempo, se le han ido añadiendo capillas y otras construcciones que han enmascarado su aspecto primitivo. Sin embargo, este templo es insólito desde un punto de vista estructural, al ser el único de la isla que posee planta de cruz, en forma de tau (T).
Comenzó su construcción en el XVI sobre una primitiva capilla del siglo XIV y las ruinas de la antigua alquería árabe de Balansat, propiedad de una importante familia de origen mozárabe. Ya en el siglo XVIII se le incorporó la casa parroquial sobre la bóveda del templo, con la idea de proteger también la residencia sacerdotal de posibles ataques piratas. Cuenta con porche, cisterna, un amplio patio enlosado precedido por tres arcos y cementerio anexo. Esta obra supuso la eliminación de sus características almenas, aunque si se bordea el templo, puede apreciarse con nitidez su carácter de fortaleza. En 1785 se convirtió en parroquia, coincidiendo con la reorganización eclesiástica de la isla y su nueva condición de diócesis, tras la llegada del primer obispo de Ibiza, Manuel Abad y Lasierra.