Triste aspecto el que muestran los restos del castillo.
En el extremo meridional del cabezo que se alza en medio del casco urbano de Híjar, sobresaliendo por encima del alargado caserío. Su acceso es sencillo, incluso con vehículo.
Muy mal estado. Actualmente es una ruina completa. A sus escasos restos se une el gran deterioro de los mismos, con grandes grietas, desprendimientos, inclinación de sus muros y con pegotes y remiendos de pésimo gusto por todas partes. Lamentable.
Flanco Este.
Esquina Suroeste del recinto amurallado, con las ruinas del castillo.
Torre de la esquina Norte del castillo-palacio.
Castillo-palacio que tuvo grandes lujos y excelentes ornatos, puesto que fue casa central de uno de los grandes señoríos aragoneses. Era de planta rectangular (35 x 25 m), organizado en torno a un patio central porticado y estaba decorado con pinturas y yeserías de estilo mudéjar. Poseía, además, una capilla interior con bóveda del siglo XVI y pinturas góticas e infinidad de techumbres y arte mueble, hoy desaparecido. La puerta conserva su arco semicircular de ladrillo.
Imagen meridional de la meseta donde se alzan el castillo y la iglesia, por encima del casco urbano.
Interior del solar del castillo. De forma incomprensible, alguien se ha construido una casa en el interior del recinto.
Interior de la puerta y detalles de su mal estado.
Interior de la torre Norte.
Más imágenes de sus ruinosos restos.
Se construyó sobre una antigua fortaleza musulmana, aunque en las excavaciones realizadas se han encontrado restos romanos en dicha elevación. Fue conquistado por Galín o Galindo Jiménez, tercer señor de Belchite, durante el gobierno de Ramón Berenguer IV. En 1189 fue de Rodrigo de Estada y en 1212, de Miguel de Luesia. Ximeno de Urrea poseía Híjar en 1261, pero Jaime I lo recuperó a cambio de Tierga en 1267, instituyendo la baronía de Híjar para su hijo natural Pedro Fernández de Ixar, cuyos sucesores por rigurosa línea masculina alcanzaron el año 1614. Las diversas fases de transformación llegaron hasta la Primera Guerra Carlista, momento éste en el que el palacio se convirtió en fuerte. Luego fue cuartel de la Guardia Civil. Fue abandonado por sus propietarios, los duques, en 1840, y expoliado por sus habitantes. A mediados del siglo XIX ya estaba en estado ruinoso y a principios del siglo XX se derrumbó parte de él.