Cerro del Puig, visto desde Santa Bárbara, al Este.
En el cerro del Puig, de 52 m. de altura, dominando el pueblo y toda la extensa llanura. Hay varios caminos para llegar hasta él desde el caserío. También es conocido como castillo de Çebolla.
Muy mal estado. A pesar de que quedan lienzos de gran tamaño su destrucción es constante y no parece que se haga nada por evitarlo. Por lo menos se ha eliminado recientemente el bosque de pinos que cubría por completo los restos, pero se ubicaron los depósitos de agua aprovechando los restos de las torres del Este.
Torre del Homenaje, de tapial y situada en el extremo Suroeste.
Su planta forma, más o menos, un triángulo isósceles, con 75 m. de longitud en sus lados mayores, y tres grandes torres de forma cuadrangular en los vértices. La Oeste es la mejor conservada. Tenía capacidad para cien hombres de armas con sus caballerías, bastimentos y máquinas de guerra. Contaba con foso y un gran aljibe. Circunvalando el castillo se abrió un camino para vehículos que ha destrozado abundantes restos. Contaba con una torre albarrana de forma más o menos cuadrada, la cual se situaba en el lado Noreste de la montaña. Se encontraba a unos 70 m. de distancia de la fortaleza, en un nivel inferior, y conectada con esta a través de un puente, permanente, o quizás móvil, para quedar totalmente aislada del recinto. La misión principal de esta torre era la de defender la entrada al Castillo, así como la de ampliar el ángulo de tiro que tenían los defensores del mismo. Los muros son de mortero y piedras principalmente de rodeno. Hacia la mitad de la ladera se conservan trincheras de la última guerra civil. En la ladera Sur de la montaña en el trozo del camino de acceso se observan muros hechos de losas de rodeno trabadas con tierra.
Diversas imágenes del lienzo meridional, con algunos fragmentos caídos.
Vista general del frente meridional.
En la cima del cerro del Puig ya había un templo ibérico del que habla el historiador Polibio en su “Historia General”, adscribiéndolo a la diosa Venus. En el castillo se han encontrado abundantes restos cerámicos de la cultura ibérica y cerámica negra importada. Más tarde, sobre él, se levantó un monasterio visigodo. Entre los siglos VIII o IX, los árabes levantaron una fortaleza a la que llamaron Yubayla (montecillo), a la que el Cid castellanizó llamándola Çebolla, cuando lo conquistó en 1093. Su emplazamiento es una privilegiada posición, buen vigía y defensa avanzada, ideal como punto neurálgico en un ataque a la ciudad de Valencia. Tanto es así que, además del Cid, fue utilizado con el mismo fín, por Jaime I, algunos siglos después. Los dos comenzaron la conquista de Valencia apoderándose primero del castillo de Yubayla, los dos lo reforzaron y consolidaron, y los dos lo utilizaron como vigía, residencia, puesto de mando y cuartel general.
Lienzo Norte.
Fragmento caído de una torre circular.
El cerro del castillo visto desde el Oeste.
.Cuando en 1236, Jaime I decidido apoderarse del castillo, viendo los preparativos Ben-Zayyan, se sintió incapaz de defenderlo y ordenó su derribo, retirando la guarnición a Valencia. Jaime I ocupó los restos y, en tan solo dos meses, consiguió levantar de nuevo un castillo de tapial sobre el anterior. Lo consiguió asignando cada muro a cada uno de los concejos presentes: Tortosa, Zaragoza, Teruel y Daroca. Terminada la construcción dejó como alcaide a su tío Guillem de Entenza, mientras él regresó a Cataluña y Aragón para conseguir nuevos recursos. Tras la marcha del rey a principios de agosto, el rey Zayyan reunió un gran ejército compuesto por unos seiscientos caballeros y unos once mil hombres de infantería dispuesto a enfrentarse a un reducido ejército cristiano de unos 100 caballeros y unos 2000 soldados de infantería. Un preso que escapó de Valencia avisó, la noche anterior a la batalla, a Guillem de Entenza de los planes del rey musulmán. De modo que el alcaide y sus caballeros pudieron diseñar una estrategia para afrontar tan crucial batalla. Ben-Zayyan intentó recuperar la fortaleza mediante un hábil movimiento envolvente, pero dicha acción se tornó en una gran victoria para los cristianos el 20 de agosto de 1237 (Batalla de Çebolla, de Enesa o del Puig). Tan asombrosa victoria se atribuyó a la ayuda de San Jorge, que algunos vieron cabalgar entre los soldados en lucha. En acción de gracias, Jaime I ordenó levantar una ermita dedicada a este santo, en el llano, la cual todavía se conserva. Tras la muerte en 1238 de Guillem de Entenza, el dominico fray Pedro de Lérida confesó a Jaime I que la mayoría de los caballeros querían abandonar el castillo de El Puig. Ante tal traidora noticia, el rey aragonés decidió convocar a todos los caballeros en la iglesia del Puig de Santa María, jurando ante la Virgen de el Puig que no pasará más allá de Teruel y del río Ulldecona hasta que se conquiste Valencia. El juramento ante la Virgen de El Puig, guía y patrona de toda la conquista valenciana desde su descubrimiento, llenó de valor a los caballeros de Jaime I. Por ello, a finales de abril de 1238, el rey decidió asediar Valencia. Y el mismo día de la salida, el monarca junto a la reina, todas las órdenes religiosas, todos los caballeros y soldados, se encomendaron a la virgen de El Puig para que les guiara y protegiera en la toma final de la ciudad del Turia, que se materializó con la entrada triunfal el 9 de octubre de 1238.
Restos de las torres del Este. Sobre ellas, en color blanquecino, se observa el depósito del agua.
En 1349 Pedro el Ceremonioso donó el castillo y la población a Pedro de Jérica. Durante la Guerra de los Dos Pedros, en marzo de 1364, Pedro el Cruel ocupó el castillo de Çebolla por considerarlo centro neurálgico desde donde atacar la ciudad de Valencia. Pedro el Ceremonioso atacó con dureza el castillo, siendo tomado por su capitán Pedro Boil, y viéndose obligados los castellanos a desalojarlo tan solo un mes después de su ocupación. El rey aragonés, dándose cuenta entonces de la importancia de este castillo, tanto para el ataque como para la defensa de Valencia si caía en manos enemigas, ordenó su arrasamiento en 1365. Desde entonces quedó reducido a los escasos vestigios existentes en la actualidad.
Basamentos de la torre albarrana trapezoidal que se encuentra en la subida del castillo.