Castillo de Yeste

Su posición en el centro del pueblo, sobre una colina rocosa de 935 m. visible desde cualquier punto del casco urbano, lo conforma como un hito en la estructura urbana de Yeste. Su acceso no reviste problema alguno. Es propiedad del ayuntamiento de Yeste.

Se encuentra en perfecto estado aunque algo transformado y alejado de sus funciones originales. Por ejemplo, se han añadido almenas donde no las había y mampostería donde tenía que haber habido tapial. No obstante, su restauración nos ha parecido muy acertada. Restauración que se ha prolongado a lo largo de más de dos décadas y todavía está sin finalizar. En sus salas alberga el Centro de Interpretación Medieval “Tierra de Frontera”.

Acceso al castillo.

Acceso al castillo, visto desde el interior del patio.

El castillo presenta una única entrada, situada al Este, con arco apuntado y, tras largo pasillo, es posible batir el flanco derecho de los asaltantes durante largo trecho, según el principio vitrubiano. La puerta da acceso al cuerpo de guardia y después, una nueva puerta comunica éste con el patio porticado meridional. La puerta que da acceso al patio es de sillería de arco de medio punto por el interior y de arco rebajado en el exterior, donde se aprecian los goznes y el hueco donde se alojaban las hojas de madera.  

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible entre las rocas, con dos recintos actuales, aunque en el pasado tuvo tres. Entre sus muros aparecen siete torres de diferente forma y tamaño, que apenas sobresalen en el flanqueo de los muros y algunos, en altura, por lo que no son fácilmente distinguibles para el profano. Tiene una superficie aproximada de 1.300 m2. Como ya hemos comentado, tuvo una sola puerta, independiente de la cerca urbana. Era conocida como la Puerta Falsa, y estuvo situada entre el Palacio del Vicario y la actual Oficina de Turismo. Daba acceso al desaparecido tercer recinto y presentaba un arco de medio punto, según se puede observar en alguna fotografía antigua. Tuvo tres recintos, los dos actuales y un tercero, situado al Este. El castillo actual se divide en dos partes mediante un muro longitudinal que separa el patio porticado del otro, todavía sin restaurar. El contraste entre los dos recintos es muy patente. El muro que separa los dos recintos es de gran anchura. Actualmente está restaurado, y sus superficies enfoscadas, por lo que no se puede apreciar su naturaleza constructiva, bien en tapial o en mampostería. Presenta cuatro vanos en la parte baja y dos en la alta. Debido a su buen estado de conservación se realizan durante el año multitud de eventos culturales en su patio de armas, tales como conciertos, exposiciones, bodas civiles, charlas, y especialmente las Jornadas Históricas en Abril y la Feria de Tradiciones Populares, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, en octubre.

El tercer recinto estuvo situado en la explanada oriental del castillo, en la trasera de la Oficina de Turismo. Ahora aparece muy desdibujado pero conserva parte del parapeto almenado original, por debajo del moderno, pues el muro fue recrecido. Como hemos comentado, la antigua Puerta Falsa, daba a este recinto, que debió hacer las funciones de albácar o de caballerizas y establos. La puerta se mantuvo hasta principios del siglo XX, cuando se derribó todo para habilitar un garaje para vehículos.

 

 

 

Tercer recinto, convertido en una explanada ajardinada.

 

 

Muro oriental recrecido del tercer recinto, donde subsisten algunas almenas originales por debajo de las modernas.

Traspasando la entrada y el cuerpo de guardia nos encontramos con un patio porticado de magnífico aspecto, al que se abren diferentes salas con variada función, tanto en la planta baja como en el primer piso. La planta inferior de los porches está sustentada por pilares de sillería, compuesto por basas, fustes cilíndricos o hexagonales y capitel, similar a las basas de forma hexagonal. Los dinteles se apoyan en capiteles de madera cuyos extremos se encuentran tallados simulando de forma tosca y simple rostros de animales. La planta superior es una balaustrada corrida con barandilla, pilar y dintel de madera, y una cubierta a un agua con vertiente hacia el patio. El pavimento está completamente restaurado, dividido en varios planos a diferente nivel para salvar las cotas y el centro presenta un pavimento de cantos de río. En su ángulo Noroeste del patio se encuentra una escalera que permite el acceso a las plantas superiores. La planta superior, salvo en elementos como las torres, ha debido de sufrir profundas alteraciones, tanto en funcionalidad, distribución y altura.

 

 

 

 

 

 

A este patio dan cuatro de las siete torres, alguna de ellas difíciles de descubrir.

Esta torre defiende el acceso al castillo. Tiene planta rectangular, aunque su lado exterior presenta una ligera curvatura. Apoyada directamente sobre la roca, su fábrica es la mampostería trabada con mortero de cal.

Esta torre ha quedado embutida entre varios muros. Presenta un primer cuerpo macizo y uno superior que distribuye el paso por las diferentes estancias. Se cree que, en origen pudo tener almenas, sustituídas después por una cubierta a dos aguas de tejas, y vuelta a sustituir por almenas en la última restauración.

Sala de audiovisuales.

Sala de la Orden de Santiago.

Imágenes del adarve del recinto meridional.

 

 

Muro que separa los dos patios o recintos, visto desde el patio Norte.

En cambio, el patio septentrional aparece diáfano, sin ninguna de las construcciones que tuvo y con el suelo mostrando la roca viva y la vegetación silvestre. A este patio se abren tres de las siete torres, una de ellas, la del Homenaje. Y también el pozo, excavado en la roca viva.

Imágenes del patio Norte. En todas ellas aparece el pozo.

Adosada a la torre del Homenaje existe una torre de planta rectangular. En origen estaba separada, pero se unió después. Presenta el cuerpo inferior, realizado en tapial de mampostería apoyado sobre la roca y un primer piso subdividido en dos estancias iguales y rectangulares, unidas por un vano central.

 

 

 

Una de dichas estancias.

En esta fotografía aparece la torre del Homenaje con la torre anterior adosada. Se aprecia por su diferente fábrica el cuerpo añadido para adosarlas y los restos de edificaciones desaparecidas.

La Torre del Homenaje se emplaza en el lado septentrional del edificio. Presenta planta rectangular con tres cuerpos. El inferior macizo se apoya en la roca natural y está realizado de tapial con profusión de mampostería irregular. Seguramente fue construída a finales del siglo XIII. En fechas posteriores se creó un cuerpo superior en sillería y mampostería.  El cuerpo añadido, abarca toda la torre por la cara Sur, el interior de la fortaleza, y parte de sus laterales, donde se abren por el Este los vanos de acceso, y de paso a las estancias adjuntas. El segundo cuerpo de la torre, en su interior, presenta una estancia que conserva sus accesos originarios y su cubierta aboveda con bóveda apuntada, orientada al Este-Oeste.

La puerta principal se emplaza en la cara Este, en la fábrica del último cuerpo añadido a la torre. Se accede actualmente a ella por unas escaleras que desde el patio interior llevan al adarve y de ahí dan paso a la torre. Se constituye como una puerta de sillería, de arco apuntado, conservando las marcas de cantero. La citada puerta principal conserva los quicios del cierre a una sola hoja, el superior tallado en un sillar a modo de cilindro y los huecos para la tranca. Sobre el dintel, algo desplazados, se encuentran dos escudos realizados en bloques de sillería cuadrangular, enmarcados de forma apuntada. El de la derecha presenta el blasón de Lorenzo I Suárez de Figueroa, Maestre de la Orden. De similar factura y junto al anterior se encuentra el escudo con la cruz de la Orden de Santiago, muy esquematizada.

Puerta de la Torre del Homenaje.

Interior de la Torre del Homenaje.

 

 

Escaleras de la torre.

En el interior de la sala se aprecia las huellas del forjado de un piso intermedio, apoyado en vigas y suelo de madera, hoy desaparecidos, que se accedía por una escalera de madera cuyos peldaños se alojaban en el muro de tapial de tierra, como se deduce por las huellas dejadas en el mismo. El tercer cuerpo, hoy sin suelo por la ausencia del forjado, es de sillería en las esquinas y sillarejo y mampostería en los lienzos. Presenta dos ventanas al exterior en los muros Norte y Sur. En este último sobre el arco apuntado de la ventana aparece una venera de la Orden de Santiago en negativo. La cubierta de la estancia se efectúa mediante una bóveda de sillería en arco apuntado. La actual cubierta de la torre y el peto son de obra nueva, realizados con mampostería irregular y mortero de cal o cemento. En el exterior de la cara Norte, se aprecian tres ménsulas de un posible matacán que no se ha recuperado.

La torre del Homenaje vista desde el exterior del castillo.

 

 

 

Caseta que cubre la escalera de acceso a la terraza de la torre del Homenaje.

Aunque se sabe que su origen es musulmán por encontrarse restos de los siglos XI al XIII en su solar, nada conocemos de esa época. La primera referencia documental es del año 1243. Todos los muros actuales visibles fueron levantados por cristianos, pero se cree que sobre una antigua torre islámica aislada. La configuración del castillo que hoy podemos disfrutar, fue obra de la Orden de Santiago. En 1241 el rey Fernando III, que había dedicado gran parte de sus fuerzas en atacar el reino granadino por su  sector occidental, ordenó al maestre de Santiago, don Rodrigo Yáñez, un ataque contra Granada por su sector oriental, es decir, por sus límites con Murcia. Durante los meses siguientes, las milicias santiaguistas, con la ayuda de don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, conquistaron varias fortalezas, entre ellas Huéscar, Galera y Orce, es decir, las tierras limítrofes con Yeste, Taibilla y Caravaca, y con la idea de continuar hacia el Sur sin penetrar en el reino murciano. De esta manera, la Orden de Santiago quedó dueña de una amplia comarca que, con centro en Segura de la Sierra, comprendía desde el Yelmo hasta Moratalla, incluyendo, entre otras muchas, las poblaciones de Yeste, Taibilla, Nerpio, Góntar y La Graya como territorios dependientes directamente de Segura. En 1245 al trasladarse a Segura de la Sierra la encomienda mayor de la Orden de Santiago, poblaciones como Moratalla, Socovos, Taibilla y Yeste, hasta entonces pertenecientes a Segura, conseguían sus respectivos privilegios de villazgo y se conformaban como encomiendas autónomas.

 

 

 

Pozo.

La conquista cristiana se detuvo en estas tierras, creando una frontera estable con el reino de Granada hasta su desaparición en 1492. Pero se mantuvo una fuerte población musulmana. A comienzos del siglo XIV la reconquista nazarí de Huéscar retrajo la frontera a las proximidades de la encomienda de Taibilla, lo que originó finalmente su desaparición y la integración de la misma en la encomienda de Yeste, que a partir de entonces aparece denominada como encomienda de Yeste y Taibilla. La encomienda de Yeste y Taibilla fue servida por personajes de la nobleza. Así encontramos comendadores de Yeste a Gonzalo Fajardo en 1409, Pedro Solís o Alfonso de Sequeiros, muy allegados a Juan II y Enrique IV. Rodrigo Manrique, más tarde, dominó los hilos de la política santiaguista. Otros personajes importantes como Beltrán de la Cueva o Juan Pacheco, hijo del marqués de Villena, fueron también comendadores de Yeste. En los últimos días de octubre de 1434 Rodrigo Manrique comenzó a reunir en su encomienda a los hombres suficientes para el ataque a Huéscar. Allí acudieron cerca de 200 caballeros y 600 peones, entre ellos, el comendador de Beas, hombres alcaraceños y gentes de Úbeda y Montiel. La encomienda de Yeste no podía ser ajena a este gran acontecimiento comarcal; requerido por don Rodrigo, el alcaide de Yeste, del linaje de los Alonso, marchó hacia Segura con 20 hombres a caballo y 20 peones. El grueso del ejército partió hacia Huéscar el 3 de noviembre llegando a la plaza en la noche del 5 al 6 del mismo mes. El día 11 los moros se rindieron.

El mismo año de la muerte de Juan II, 1454, aprovechando los conflictos entre don Álvaro de Luna, don Rodrigo Manrique e Íñigo Dávalos por hacerse con el puesto de comendador, los musulmanes de Baza, al mando de un moro renegado llamado El Chucho, efectuaron una entrada por la encomienda de Yeste devastando todo su sector septentrional. Pero avisadas las gentes de Yeste, hubieron de cortarles el paso a su regreso a Arguellite, donde el Chucho fue muerto por Juan Ruiz, un joven de 17 años, rescatando el botín y cautivos que llevaba. La muerte del Chucho que, desde años antes, había realizado campañas contra Yeste, fue acogida con tal júbilo que el concejo declaró aquel día fiesta anual.

 

En 1465, don Pedro Manrique conquistó el castillo de Yeste concediendo el disfrute del mismo a su hermano don Rodrigo Manrique. En manos de don Rodrigo se mantuvo la encomienda hasta 1468 durante el tiempo en el que los Manrique apoyaron como rey al príncipe Alfonso. Desde 1468 Yeste siguió la política de los Manrique en apoyo de Isabel.

 

 

 

 

 

 

Ventana gótica.

 

En julio de 1479, musulmanes de Huéscar y Baza entraron de nuevo en  la encomienda de Segura y Yeste llevándose gran cantidad de prisioneros de Siles, Segura y Orcera. De Yeste y otros pueblos limítrofes, salieron en su persecución tropas pero sin lograr alcanzarlos. Llegados cerca de Huéscar lograron recuperar el ganado perdido emprendiendo inmediatamente el regreso. Enterados los habitantes de Huéscar de la recuperación del botín salieron en su búsqueda alcanzándoles en el estrecho de Ocajón, cerca de Mirabetes. Ante lo inevitable del enfrentamiento, Rodrigo Manrique, optó por situar a la infantería entre las dos vertientes de la montaña que formaban un estrecho paso, mientras la caballería se situó inmediatamente después. La caída de los musulmanes en la emboscada fue total y la batalla que se libró, sangrienta. Los musulmanes fueron totalmente desbaratados y el éxito tan esplendoroso que todavía era recordado en toda la comarca un siglo después.

Al año siguiente, hacia el mes de septiembre fue saqueada de nuevo la encomienda de Yeste por tropas del caudillo de Baza, llegando a las mismas puertas de la villa y talando la huerta circundante.  Desde la muralla, Juan de Enguera, vecino de Yeste consiguió matar al caudillo de Baza con la consiguiente huida de la tropa hacia Huéscar. La rendición de Huéscar a los Reyes Católicos en 1488 y la posterior conquista de Granada, ocasionaron la desaparición de la frontera e influyeron notablemente en muchos aspectos de la vida cotidiana de los habitantes de la Sierra.  A partir de entonces, la encomienda de Yeste, en manos de los Manrique, vivió los primeros síntomas de expansión urbana y sus gentes, menos preocupadas ya por la defensa del territorio, pudieron llevar a cabo no sólo una gran expansión agraria sino también el desarrollo de nuevas actividades económicas. Esta situación favoreció su desarrollo demográfico y se mantuvo hasta los primeros años del siglo XVI, cuando los Reyes Católicos decidieron suprimir gran parte de estos privilegios, lo que ocasionó el alzamiento general de la población del valle del Segura y encomienda de Yeste, seguida de una brutal represión que originó la huida masiva de habitantes.

Una vez finalizadas sus funciones militares, el castillo fue transformado en palacio. Con el paso de los siglos y su abandono fue utilizado para los más inverosímiles menesteres, como corral o prisión. Hasta llegar a finales del siglo XX cuando fue restaurado y puesto en valor para su uso turístico y cultural.