Sobre unos peñascos situados en la parte alta del pueblo, puntiagudos y muy espectaculares. Y también, inestables, pues en ocasiones caen algunos sobre las casas, con grave peligro para sus escasos habitantes. Se puede ascender por un sendero desde el pueblo o por el camino del cementerio.
Muy mal estado. Quedan escasos restos.
Las peñas del castillo vistas desde el Oeste.
Extremo Norte del castillo.
Castillo roquero de planta muy irregular adaptada a las extrañas formas de las peñas que son las que han condicionado su estructura. Su perímetro discurre en constantes zig-zags, aprovechando la espectacular topografía del lugar. Tiene forma alargada, sobre la cresta, orientado de Suroeste a Noreste. Parece que se pueden reconocer dos recintos. Uno superior, a modo de alcazarejo o celoquia, en la parte meridional, y otro, más grande e inferior. Apenas se pueden sacar conclusiones con tan pocos restos. Toda la fábrica es de mampostería, no hay muros de tapial. Sorprende la existencia de pequeños restos en la cima de dos enormes rocas totalmente lisas e inaccesibles.
Zona meridional de la fortaleza.
Su origen es árabe y tras la reconquista, en 1180, fue donado por el rey Alfonso II a don Pedro Pérez en señorío, junto con los lugares de Villel, Libros, Villastar y Riodeva. Se cree que perteneció a los templarios. En 1187 era una aldea de Villel. Luego perteneció a los Ruiz de Castilblanque desde 1200, y por enlace, a los Fernández de Heredia, señores de Mora.
Zona más elevada. Por detrás asoman las casas del pueblo.