Vista general del lugar. En la vertiente Norte de la sierra, entre grandes picachos, se encuentra el lugar del castillo. En la fotografía es la zona con vegetación, entre las rocas, a continuación de la estrecha entrada.
Aquí a la izquierda el acceso Oeste. Se aprecia el terreno nivelado y las dos torres que defienden el paso.
Nos lo encontramos en el corazón de la Sierra de Segaria, entre grandes agujas rocosas y desplomes de vértigo. Este lugar es un auténtico nido de águilas, inexpugnable, asombroso. Es conocido vulgarmente como “Caireta del rei Moro”. En cambio su acceso se relativamente fácil en la actualidad al haberse levantado un grupo de antenas de telecomunicaciones en sus cercanías, a las que se puede llegar en vehículo. Desde las antenas, hacia el Noreste, por el sendero que cruza la sierra en unos minutos se llega hasta los restos sin dificultad.
Los escasos restos son identificados con cierta dificultad.
Aquí se observa el estrecho pasillo de acceso al recinto y los restos de la primera torre que lo defienden.
Los cuatro mechinales que se conservan en la torre.
No es un castillo al uso corriente, sino que la fortaleza la forman unos increíbles picachos rocosos de forma natural, creando una pequeña meseta entre las agujas de roca en lo más alto de la sierra bordeada por pavorosos escarpes verticales. Sus únicos accesos posibles están en los dos extremos (Este y Oeste), aprovechando el estrecho pasillo natural entre las rocas. La torre que defiende la entrada Este no conseguimos localizarla porque la vegetación impenetrable nos impidió el paso. En cambio, el acceso Oeste, muy espectacular, sí es posible observarlo. Se compone de una construcción cuadrilonga muy arruinada, de mampostería, que semeja una torre y que conserva parte de la bóveda que lo cubría y cuatro mechinales donde descansaban las vigas. Esta posible torre se alza sobre un estrecho pasillo que fue nivelado de forma artificial por los constructores de esta fortaleza. Unos metros más atrás se alza otros restos similares que también pueden corresponder a otra torre. Ésta conserva la bóveda, apuntada, en mejor estado. A partir de aquí comienza un duro ascenso, que en el pasado debió estar escalonado, pues se observan pequeños lienzos de mampostería entre la vegetación, y que llega a una meseta, no demasiado amplia, donde debió levantarse el poblado musulmán. En este lugar existe un gran aljibe de tapial, bastante oculto por la vegetación. Es frecuente la cerámica en superficie. En esta zona, como he dicho antes, la vegetación comienza a hacerse grande y espesa, imposibilitando la continuidad para llegar al extremo opuesto y para llegar al llamado “Mirador de Segaria”. Es el típico refugio que daba seguridad a los pobladores de las cercanías en caso de peligro durante cortos espacios de tiempo, pero que eran inútiles ante asedios largos.
Muro Oeste de la segunda torre, con parte de su bóveda.
Esquina Noroeste del aljibe. Para realizar la fotografía tuvimos que cortar la vegetación que lo ocultaba.