Castillo de Santibáñez el Alto

Coronando la villa de Santibáñez, ya de por sí elevada sobre las tierras contiguas. Se encuentra en la cúspide de una alta montaña de 685 m de altura.

En completo abandono. Las casas han invadido sus recintos, el albácar es utilizado como plaza de toros y uno de los patios como cementerio. Presenta grietas y desconchones por todas partes. La pérdida de mampuestos es muy numerosa, y la altura de sus muros se ha reducido demasiado. Donde estuvo la torre del Homenaje, ahora hay un depósito de agua. De las dependencias interiores solo ha quedado el aljibe. Tan solo en algunos puntos muy concretos se ha reparado y tan solo para evitar males mayores. Entre las casas del pueblo es fácil descubrir las marcas de cantero de sillares del castillo reutilizados.

Puerta de la Villa. Puerta principal del castillo. Se abre en el flanco meridional del albácar. Conserva las gorroneras para las puertas y el hueco para la tranca.

 

 

En una de las gorroneras hay tallado un falo como protección, costumbre heredada de los romanos.

Castillo montano de planta irregular con tres recintos escalonados y parcialmente concéntricos. El recinto más antiguo (celoquia) se sitúa al Oeste y el más grande (albácar) al Este, quedando entre los dos un recinto que albergó durante muchos años el cementerio. Ocupa una gran superficie de 1’04 Ha.

El albácar conserva su muro perimetral completo, pero está muy oculto por viviendas y, en su parte exterior, por vegetación arbórea que impide su visión. Encierra una superficie de 6.750 m2. Los muros han perdido altura y todas las almenas, pero se puede recorrer todo el perímetro por encima del muro que cuenta con dos metros de espesor. Está reforzado con cinco cubos circulares que proyectan mucha más altura hacia el exterior que hacia el interior debido a la pendiente de la ladera. Tiene fábrica de mampostería de gran tamaño dispuesta en tongadas o hiladas bastante regulares con abundante ripio para nivelar o tapar huecos. La cimentación se asienta directamente sobre la misma roca. En el recinto del albácar se han construído varias viviendas y parte de él es utilizado como plaza de toros, habilitándose un tramo de la muralla como gradas para el público. El albácar cuenta con dos puertas al exterior y una hacia el siguiente recinto. En el muro meridional se abre la puerta principal llamada Puerta de la Villa, de sillería con arco de medio punto, pudiendo fecharse en el siglo XVI. En una de sus gorroneras aparecen unos genitales tallados, a modo de talismán protector, tradición que proviene de la cultura romana (fascinum). Se conserva, además, una segunda puerta, una poterna, en el flanco Norte, conocida como Puerta de Gata por dar salida hacia esta población. Ha perdido todos sus sillares y más parece un simple agujero en el muro. En su extremo Noreste cuenta con una puerta que daba paso al siguiente recinto ¿Puerta de Hierro? y, actualmente, hay un gran agujero en el muro, pero pudo existir también una puerta que comunicara con la celoquia.

 

 

 

Este es el cubo más cercano a la Puerta de la Villa.

 

 

 

Muro visto desde el exterior. En uno de los pocos puntos en que se puede observar.

 

 

Plaza de toros. En el lienzo de han habilitado escalones para ser utilizados por el público.

 

 

 

Se puede recorrer todo el perímetro de la muralla por su parte superior.

Puerta de Gata, totalmente desfigurada.

El recinto intermedio fue utilizado durante muchos años como cementerio municipal. De hecho, aún han quedado algunas lápidas abandonadas. Es por ello que de sus dependencias interiores no ha quedado nada excepto el aljibe. No obstante, se sabe que en este lugar estuvieron las caballerizas, la tahona y la capilla, que estaba dedicada a santa María de los Milagros. Actualmente parece que tenga tres puertas. la Puerta de Hierro, que da paso al albácar, la Puerta de Poniente, que fue la puerta del cementerio, y la Puerta Sur, que si existe, está oculta por las viviendas que se adosan a la muralla en ese punto. Posiblemente, ninguna de las tres, sea original, aunque se encuentren en el mismo lugar. Este recinto no cuenta con ninguna torre, pero se conoce el nombre de un par de ellas, de situación desconocida (Torre de la Campana y Torre del Gallo). También aparecen sus muros coronados de numerosas almenas, la mayoría en bastante mal estado.

Puerta de Hierro y recinto intermedio.

 

 

 

Diversas imágenes del lienzo oriental del recinto intermedio.

 

 

 

Interior de los muros del recinto intermedio.

Puerta de Poniente, reconstruída. Por aquí se entraba al cementerio.

 

 

 

Muro meridional. Aquí se señala la existencia de la Puerta Sur. no se ve a simple vista. Si existe todavía debe estar oculta por alguna de las viviendas adosadas a la muralla.

 

 

 

 

Aljibe.

 

 

 

En algunos puntos la aparición de marcas de cantero es muy abundante.

El último recinto o recinto superior, más pequeño, fue la celoquia musulmana, denominada por algunos como alcazaba. No se corresponde con exactitud el recinto actual con el antiguo debido a las múltiples transformaciones durante siglos, ni parece que existan demasiados elementos árabes, por no decir ninguno. En su interior destacaba la torre del Homenaje, ahora desaparecida, residencia del comendador. En su lugar se construyó el depósito de agua. Prácticamente no queda nada de ella, pero se sabe que era de planta cuadrada, con tres pisos de altura y fábrica de excelente sillería. En el sector septentrional aparece una torre que parece albarrana, o cuanto menos bastante adelantada, para cubrir el flanco. Y una puerta, ahora cegada, que podría ser la Puerta de la Traición, que da salida hacia el exterior del castillo. Esta puerta debió funcionar como una poterna para escapar en caso de peligro. Es probable que tuviera otra puerta en el muro en que hoy hay un enorme boquete, para comunicar los recintos.

 

 

 

¿Puerta de la Traición? Cegada. En el muro Norte.

Posible torre albarrana. Lo que ahora es un simple agujero, pudo ser una puerta.

Posible torre albarrana, desde el exterior.

Algunos autores atribuyen la fundación de Santibáñez a la condesa Teudosinda, dama de origen francés que formaba parte del nutrido grupo de nobles llegados a la península huyendo del rey Carlos Martel. Esta condesa habría elegido el lugar para fundar un convento dedicado a San Juan Bautista en el que enterrar a su marido, el conde Grimaldo.

No obstante, el origen del castillo de Santibáñez es islámico. El rey leonés Fernando II logró conquistarlo en el año 1166, entregándoselo después a la Orden del Temple, aunque poco después la plaza volvió a perderse a manos de los almohades. Testimonio de esta época convulsa es la inscripción árabe pintada en los muros del aljibe, desgraciadamente casi perdida, de la que apenas se conserva la invocación a Alá.

La fortaleza fue reconquistada definitivamente por el rey Alfonso IX en el año 1212 en su campaña contra Alcántara, durante la cual también se consolidó el dominio cristiano en toda la Sierra de Gata, así como en la ciudad de Coria. Se llamaba entonces la población San Juan de Máscoras (Santibáñez proviene del topónimo latino Sancti Ioannes). El monarca leonés la donó entonces a la Orden Militar de Alcántara, lo que dio origen a un largo pleito entre templarios y alcantarinos, que finalmente ganarían los segundos en el año 1220.

La Orden de Alcántara estableció una importante encomienda en Santibáñez, siendo su castillo el de mayor extensión del Norte de la provincia de Cáceres. En estos años los alcantarinos habrían dado a la población un fuero que en adelante regiría la vida de sus vecinos. Una vez perdida la función militar, la fortaleza de Santibáñez se mantuvo como residencia del comendador y sede político-administrativa de su jurisdicción. Esta encomienda fue de las más importantes de la sierra, contando con numerosas posesiones y riquezas. Además, los maestres alcantarinos crearon la dignidad eclesiástica de prior de Santibáñez que, no obstante, pasado el tiempo, estableció su residencia habitual en Villa del Campo. Entre los privilegios que el papa Alejandro IV otorgó al prior de Santibáñez se contaba el poder de levantar la excomunión.

 

 

 

Pared oriental del recinto superior.

Durante la Edad Moderna, una vez asumido el maestrazgo por la Corona, las encomiendas alcantarinas solían ser entregadas a nobles que no residían en ellas y que nunca las visitaban, limitándose a cobrar sus rentas. Así, por ejemplo, el emperador Carlos I entregó la encomienda de Santibáñez a don Pedro Fernández de Castro, conde Lemos, virrey de Nápoles y presidente del Real Consejo de Indias. La ausencia del comendador contribuyó al progresivo abandono y ruina del antiguo castillo.

Fue objeto de varias rehabilitaciones, principalmente en los siglos XVI y XVII y se sabe que el arquitecto Pedro de Ybarra, maestro mayor de la orden de Alcántara y de la diócesis de Coria, realizó diversos proyectos que encargaron al cantero Juan Moreno (la torre albarrana) y a Simón López (la barbacana y el recinto principal).

En el siglo XVII la guerra con Portugal se dejó sentir profundamente en toda la comarca, debido al clima de inseguridad y al merodeo de cuadrillas portuguesas por la zona. Sabemos que en esta centuria Manuel Galavís hizo obra de mantenimiento en el conjunto de la fortaleza, con un costo de medio millón de maravedís. A pesar de ello, en el siglo XVIII el castillo se encontraba ya en fase de ruina, aunque aún albergaba algunas instalaciones militares.

A lo largo del siglo XIX se acentuó su desmantelamiento. El último comendador de Santibáñez del que se tiene constancia fue frey Manuel de Villanueva (1754), marqués de Villalba y Peromán, antes de que las rentas de la encomienda fueran destinadas al sostenimiento del Colegio Mayor que la Orden de Alcántara tenía en Salamanca.

 

 

 

 

 

Muro de la torre del Homenaje.

A comienzos del siglo XIX un nuevo conflicto bélico, la guerra de la Independencia, volvió a sacudir la sierra de Gata. El paso de tropas y la sangría de hombres dejaron a estas tierras fronterizas, una vez más, en una situación comprometida, que las desamortizaciones civiles y eclesiásticas no hicieron más que agravar. Santibáñez perteneció a la orden de Alcántara hasta la disolución de las órdenes militares en la Primera República (1873).

En septiembre de 2023 comenzaron unas obras en el castillo que obligaron a exhumar a todos los difuntos que estaban enterrados en el cementerio. Actualmente es propiedad municipal.

A lo largo de su historia fue visitado por los monarcas Alfonso XI, Fernando II de León y Alfonso IX.

Santibáñez el Alto, visto desde el embalse del Borbollón.