En el cerro de su nombre, de 1.193 m. de altura. Se encuentra a unos tres kilómetros en línea recta del pueblo, pero para llegar con vehículo hay que hacer unos doce, pues el camino comienza a la entrada de la vecina población de Rubielos de Mora. El dominio visual que se alcanza desde aquí es apabullante. Media provincia se controla desde este peñasco.
Muy mal estado. Apenas queda un lienzo y algunos restos aparecidos en su interior en recientes excavaciones.
Único lienzo conservado del castillo. Corta el acceso por el único punto posible. A la derecha, se puede apreciar su espesor con relación a la carpeta.
Castillo roquero ubicado en un peñasco redondeado. Las rocas forman un escalón vertical en todas sus partes, excepto en el Este, lugar donde se encuentra el collado que lo une al resto de la sierra y lugar más débil defensivamente hablando. Es por ello que todas las defensas se concentran aquí. La cima del peñasco forma una amplia planicie de forma un tanto redondeada, ocupando una superficie de 4.300 m2. En el extremo Oeste están las ruinas de la ermita de Santa Isabel, reparadas y consolidadas. Destaca el muro que cierra el paso a la entrada por el collado, de unos 30 m. de longitud y 1’5 m. de espesor, con fábrica de mampuestos trabados con mortero de cal. Parece que la puerta estuviera en su zona Norte, pues ahí el muro termina verticalmente. En el interior, en la zona adjunta al muro, se están llevando a cabo excavaciones que han puesto al descubierto un gran aljibe y algunas dependencias y habitaciones.
Vista desde el Norte.
Aljibe.
Muros y dependencias aparecidos durante las excavaciones.