Castillo de Santa Bárbara

Sobre el promontorio rocoso que domina el caserío desde el Oeste, de 609 m de altura. Presenta un buen acceso desde las mismas calles el pueblo.

El castillo se encuentra en pésimo estado. Los restos medievales son muy escasos al ser escenario de violentos combates durante las guerras carlistas. Queda un desmochado torreón que fue consolidado en 1999.

Los restos del castillo vistos desde el Sur.

Imágenes del acceso actual, entre grandes rocas y por medio de una escalera.

 

 

 

Vista occidental del castillo.

Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible entre las rocas, con un solo recinto apreciable hoy día. Hay que tener en cuenta que fue muy alterado durante las guerras carlistas, en su adaptación al fuego artillero y en los duros combates que sufrió posteriormente. Algunos autores sostienen que el cementerio se adaptó sobre el recinto inferior del castillo o albácar, pero nada se puede asegurar. Actualmente (septiembre de 2023) se pueden apreciar muros en todo su perímetro al borde de las rocas, rodeando una meseta aplanada de unos 500 m2. Se accede por una estrecha escalera entre dos grandes rocas situada al Este, que dificultaban enormemente su ataque. Hacia su parte meridional se abre un aljibe tallado en la roca de unos 18 m3 de capacidad y en el interior de la torre se excavó una gran sala subterránea medieval, luego utilizada por los carlistas.

Lo más llamativo del conjunto es una torre de planta rectangular (7 x 3’5 m) bastante desmochada, que fue restaurada en parte en el año 1999 ante el peligro que existía de que se viniera abajo. Algunos autores la consideran la torre del Homenaje y otros, más probable, una torre de señales levantada por los carlistas. Esta torre se construyó sobre una gran sala subterránea antigua, de forma que para penetrar en ella hay que penetrar primero en la torre. Su fábrica es la mampostería con esquinas reforzadas por sillares.

Durante su consolidación, se instaló una escalera metálica.

En primer término, el aljibe.

 

 

 

Salón subterráneo al que se accede desde el interior de la torre.

 

 

 

En este gran muro meridional se han despegado las piedras que lo forraban.

 

 

 

Los muros se adaptan al borde mismo de las rocas. Incluso algunas de ellas parecen recortadas artificialmente.

 

 

 

Muro oriental.

El origen de este castillo se sitúa hacia 1157-1160, en tiempos de la reconquista de estas tierras por Ramón Berenguer IV. Unos años más tarde, en 1179, perteneció a la orden de Calatrava por donación de Alfonso II.  En 1210 el comendador Martín Pérez lo cedió a don Jimeno López, pero al no tener descendencia volvió a manos calatravas en 1274. Fue utilizado durante la Guerra de Sucesión y durante la Primera Guerra Carlista fue ocupado por las tropas de Ramón Cabrera, que lo modificaron para adaptarlo a las necesidades de la artillería y los fusiles. Fue escenario de violentos combates que causaron grandes destrozos en el recinto, por lo que se vieron obligados a abandonarlo en 1839 cuando tuvieron que retirarse hacia Cantavieja. La torre fue restaurada, o mejor, consolidada, en 1999.