Se sitúa sobre una alta colina de 135 m. de altura, sobre el pueblo y dominando el río Guadiana, frente al municipio portugués de Alcoutim. Su acceso es excelente, incluso para vehículos, desde un camino que nace en la carretera de El Granado.
En el momento de nuestra visita, en agosto de 2009, su estado era muy malo. Permanecía abandonado y olvidado, sujeto a continuos actos de barbarie y vandalismo. Pero en el año 2014 fue restaurado con acierto por la Consejería de Cultura.

Vista del castillo desde el ángulo Noreste. Se aprecia la garita sobre el baluarte y el rebellín que defiende la entrada.

Torre o cubo Sureste, el más próximo a la entrada.
Frente Este. Al fondo está el baluarte y a la derecha aparece el antemuro.

Castillo montano de planta irregular poliédrica, de 78 m. de largo por 27 m. de ancho, reforzado por cuatro cubos circulares en sus cuatro esquinas. Uno de ellos, el Noreste, transformado por los portugueses en un baluarte un tanto irregular. Este baluarte cuenta con una garita, mientras quedan restos de otra en el cubo Sureste. El recinto cuenta con un antemuro que se adapta a la superficie del cerro donde se asienta, ocupando una superficie de unos 6.000 m2, mientras que el castillo en sí ocupa la mitad de esa superficie aproximadamente. El acceso al recinto se encuentra en el flanco Norte, protegido por un revellín. A dicho acceso se llega mediante una rampa que se divide en dos: una hacia la puerta del fuerte, y otra que da al revellín situado en el lado Oeste. En el muro Este se observa una pequeña poterna actualmente tapiada que daría salida al revellín de esa zona.


Baluarte ubicado en el ángulo Noreste. Fue construido por los portugueses sin destruir el primitivo cubo circular, el cual asoma por la parte trasera. Sobre él sobresale la garita.


Puerta del castillo.
Frente Norte, con la puerta y el revellín triangular que lo defiende. Por la izquierda se ve el antemuro y, al fondo, la garita, por encima de los muros.


Frente Norte visto desde el interior. Se observa el adarve, la rampa para subir la artillería y las ruinas de los edificios de la tropa.
El castillo visto desde el pueblo.

En el interior del recinto, recientemente limpiado de maleza y escombros (agosto de 2009) por la escuela taller Castillo de San Marcos, se pueden ver las ruinas de lo que fueron las dependencias del alcaide y la capilla, que aún conservan el pavimento original de toba colocada en espiga, las cocinas con restos de una pequeña almazara, y el aljibe, labrado con ladrillos de taco, enlucido y encalado. En el lado Este se encuentra el cuartel, donde se alojaba la guarnición. El acceso al adarve se realiza mediante rampas para facilitar el movimiento de piezas de artillería. Para ello, el adarve cuenta con una anchura de unos dos metros. En el parapeto se observan restos de algún tipo de protección para los fusileros. En varios puntos del recinto pueden verse aún las tomas de agua de los canalones que recogían la misma para llevarla al aljibe. La fábrica es de mampuestos, elaborada con piedras de distintos tipos, como pizarra y guijarros unidos con mortero de cal y arena. Las cortinas aún conservan un friso de ladrillo. En todo el recinto se observan numerosos restos de enlucido encalado, por lo en que su apariencia original debía ser completamente blanco.

Frente Sur visto desde los dos ángulos. Se aprecia el parapeto, el cordón moldurado, el antemuro y, al fondo, Portugal.


Torre Noroeste.


Torre Suroeste.

Frente Este del castillo.
La Guerra de la Independencia Portuguesa, a mediados del siglo XVII, tuvo importantes consecuencias para este municipio, ya que fue víctima del clima de violencia e indefensión propia de una guerra, sufriendo numerosos robos y saqueos, además de tener que hacerse cargo de la manutención de la tropa española que defendía la frontera. Fue construido el castillo en 1642 con motivo de dicha guerra, cuando Jerónimo de Ro decidió fortalecer la villa ante numerosas incursiones de las tropas portuguesas; aunque debido a su especial morfología, hay teorías sobre la existencia de otra construcción más antigua, posiblemente de la primera mitad del siglo XVI. A pesar de las medidas de seguridad, éstas no fueron suficientes y en 1666 la fortificación cayó en manos portuguesas por el ataque llevado a cabo por el conde de Schomberg, gobernador del Alentejo, cuyas tropas saquearon a conciencia la población y la incendiaron, por lo que quedó completamente despoblada. Bajo el control portugués se realizaron algunas reformas en el fuerte, como la ejecución del aljibe y quizás, en alguna medida, las medias lunas exteriores y el baluarte encastrado en la torre Noreste. Bajo el dominio español de nuevo, la primera intervención concreta se la debemos a Ignacio Sala, en 1741, quien reformó la media luna situada al Oeste, de forma que pudieran aumentarse los fuegos artilleros sobre Alcoutim, y probablemente también la cortina Sur. Este planteamiento es el que ha quedado hoy en día en líneas generales.
Interior del castillo, con el adarve del frente Sur, la rampa para subir cañones, las ruinas de las dependencias del gobernador y el cuartel de tropa, de color blanco.


Interior del cuartel de tropa.

Sistema de canalización de aguas con destino al aljibe, cuya boca de respiración se ve en la parte de arriba.

Pavimentos de la zona noble, casa del gobernador y capilla.
