
Vista del castillo desde el Sur y desde el Norte, en el islote en medio del mar.

En el llamado Islote del Quemado, uno de los arrecifes que se encuentran frente a la ciudad de Arrecife, a unos 200 mts. Está conectado a la ciudad por el Puente de las Bolas.
Se encuentra en perfecto estado. Fue restaurado a partir de 1972, siendo posible su visita.

Flanco Suroeste, con la entrada. Está flanqueada por dos enormes cañones del siglo XX.
Fortaleza abaluartada de planta cuadrada, con sus baluartes de los llamados puntas de diamante. Es de pequeño tamaño, tan solo 40 pies (20 m.) mide cada lado, y su altura ronda los cuatro metros. Ocupa una superficie de 400 m2. En su origen toda la distribución interior era de madera. Su guarnición era de cuatro cañones, uno de bronce y tres de hierro colado. Sobre el baluarte del Oeste se construyó una espadaña, réplica de los remates empleados en el Puente de las Bolas, y fray Juan de San Francisco, prior del convento de Miraflores, de Teguise, donó la campana para el toque de rebato. Está separado de la costa de Arrecife por un camino empedrado de 175 m. de largo, sin almenas, pero con tres cañoneras a mitad de recorrido. Para llegar al castillo hay que cruzar un puente levadizo, llamado Puente de las Bolas, integrado por dos pilares preisabelinos acabados con remate cuadrangular sobre los que descansan dos bolas. Sin duda es la construcción emblemática de la ciudad, único de este tipo que se conserva en Canarias.



Entrada y cerrojo.


Puente de las Bolas.


Ángulo Sureste de la fortaleza.
Vista aérea del castillo. Hace algunos años se construyó otro puente apto para vehículos, paralelo al medieval.

Se construyó en 1573 por obra del arquitecto militar Gaspar de Salcedo, por orden de don Agustín de Herrera y Rojas. El pirata Morato Arráez lo atacó una mañana de julio de 1586, incendiándolo, para luego tomar la isla, de la que no se marchó hasta el 23 de agosto tras firmar un tratado con Argote de Molina. Tras estos acontecimientos, en 1591, llegó a la isla el ingeniero italiano Leonardo Torriani para planear las reformas para mejorar y aumentar las defensas de Arrecife. El proyecto consistió en construir un camino empedrado, amurallado a ambos lados, con tres cañoneras y sus portalones de fuga, a fin de enlazar la fortaleza con el Muelle de Herrera, y desde éste, mediante puente levadizo, con la inmediata orilla de Arrecife, levantar un amurallamiento almenado, la barbacana principal y una nueva distribución interior de mampostería. Hubo proyectadas algunas reformas más pero no se llevaron a cabo. Otras, como el puente levadizo no se terminó hasta 1777. La reforma de Torriani fue ordenada por el Capitán General de Canarias, llamado Gabriel, por lo que a partir de entonces recibió ese nombre. A mediados del siglo XVIII, los corsarios ingleses Lord Anson y Hawque atacaron el puerto con objeto de robar los navíos que hacían la invernada. Hubo duelo de artillería con el castillo, pero los ingleses consiguieron desembarcar. Entonces los isleños, utilizando los camellos como tanques, embistieron a los ingleses provocando su desbandada, embarcando y yéndose por donde habían venido. En 1972 el ayuntamiento compró el castillo al ejército para habilitar un Museo Arqueológico. En 2014, tras varios años cerrado, fue rebautizado como Museo de Historia de Arrecife.

