Imagen meridional del castillo.
A unos 1.300 m. al Este del pueblo, sobre una colina de 149 m. de altura, separada del resto de la sierra por un collado. Es una de las estribaciones septentrionales de la sierra. Se encuentra muy cercano a la carretera de Oliva, desde la cual tiene el acceso por un camino privado cerrado con cadena, pero se puede acceder caminando sin ningún problema. Desde lo alto del castillo se domina la costa y la montaña.
Muy mal estado. Los escasos restos permanecen ocultos entre la vegetación y es complicado visualizarlos. La torre del Homenaje, en muy precario equilibrio, presenta grandes grietas verticales que amenazan gravemente su estabilidad. En el año 2020 comenzaron unas obras de rehabilitación (que todavía continúan) con un presupuesto de 40.000 € que se están centrando en su extremo oriental. Mientras, la torre sigue con sus grietas y sus desprendimientos.
Camino medieval empedrado, todavía en bastante buen estado. El tramo que se conserva va desde el último chalet hasta su misma entrada.
Entrada al castillo, en su vertiente Norte, en recodo y protegida por un cubo, también con graves grietas.
Castillo roquero de planta irregular adaptada al espacio disponible en la cima de la colina donde se asienta. Tiene una longitud máxima de 105 m. y una anchura de 60, cubriendo una superficie de 3.900 m2 aproximadamente. No hay huellas de que estuviera dividido en varios recintos. El espacio encerrado entre sus muros es prácticamente llano y presenta una barrera o antemural, visible especialmente en su frente meridional, lugar donde también se aprecian, muy arruinados, los restos de tres cubos cuadrangulares y uno circular. La puerta se sitúa en el frente Noroeste, en recodo simple y protegida por un cubo cuadrangular que presenta grandes grietas. Se llega a ella después de ascender una rampa empedrada en bastante buen estado. Una vez traspasada la entrada se llega a un rellano que puede ser batido perfectamente por la gran torre del Homenaje. En el extremo Este puede observarse un aljibe construido con la técnica de tapial y revestido con dos capas de estuco, que antiguamente estaba cubierto por una bóveda actualmente derruida. Adosada al aljibe se encuentra una torre de vigilancia con desagüe vertical que bien pudiera ser una letrina. El conjunto presenta dos fases constructivas distintas: una islámica, de la que quedan pocos restos localizados sobre todo en el muro superior, y otra cristiana que se correspondería con las reformas efectuadas tras la Reconquista y las Guerras con Castilla y que son las que mejor han sobrevivido.
Torre del extremo oriental en 2021, en plenas excavaciones.
La misma torre en nuestra primera visita en 2015.
Otro ángulo de la torre oriental.
Desagüe vertical que bien pudiera ser una letrina. Está situado en la torre del extremo Este del recinto. En las excavaciones del 2021 se ha redescubierto, olvidando que los castellólogos ya la teníamos como tal desde hace décadas.
Es probable que esta torre tuviera en su base un aljibe, como se observa la capa de estuco impermeable que todavía se conserva en su interior.
El monte del castillo, desde el Norte.
La torre del Homenaje está datada en el siglo XV, con fábrica de mampostería con las esquinas reforzadas con sillares poco trabajados, al igual que las perdidas jambas y el arco de la puerta, sobre la que existía una ventana. Parece que la torre debía tener tres plantas y estar cubierta por una bóveda de ladrillo y cal. Sobre la cubierta había un paso de ronda de unos 80 centímetros de anchura y almenas. Las grietas que surcan sus muros son alarmantes.
Diversas instantáneas de la torre. En todas ellas se aprecia su mal estado.
Extremo oriental del castillo.
Extremo oriental del castillo en 2021. Es el único punto en el que se está trabajando. Ha sido desbrozado y sacados a la luz diversos muros.
Ruinas de uno de los cubos del frente Sur
Otro de los cubos, esta vez visto desde el interior del castillo.
En su recinto se han descubierto cerámicas y elementos de la Edad del Bronce, y parece que fue ocupado por los romanos, pero todo ha quedado oculto por su ocupación medieval. En la invasión árabe del año 711, los moros se establecieron en el castillo de Rebollet. Durante la reconquista del reino de Valencia por Jaime I de Aragón, y después de la toma de la capital, pasó el Conquistador a Montpellier a sofocar varios tumultos que habían ocurrido en aquella ciudad. Durante la ausencia del rey, don Pedro Ximénez Carròs puso sitio al fuerte y rocoso castillo del Rebollet, ganándolo en combate en 1239. Agradecido el rey por sus servicios el 18 de julio de 1240 hizo merced a Carròs o Carroz de la señoría del castillo y Villa del Rebollet. Este caballero no lo abandonó dada la posición estratégica que tenía, sino que lo fortificó y ensanchó levantando en su recinto una iglesia. Durante la guerra promovida por el rey Pedro I de Aragón (el Ceremonioso), el rey de Castilla se apoderó de algunos castillos del Reino de Valencia, siendo uno de ellos Rebollet, en el año 1364, destruyéndose como consecuencia de dicha guerra.
El castillo visto desde el Sur.
Sector del muro Sur en el que se aprecia la barrera.
Cubo situado en el extremo Suroeste del recinto.
Don Berenguer de Vilaragut, señor del castillo y barón de Rebollet lo reedificó en el año 1368 y a los habitantes de los lugares que componían la baronía, les otorgó escritura y carta de población, concediéndoles todos sus términos o propiedades en la manera como se había acostumbrado. Dentro del recinto del castillo se encontraba una iglesia dedicada a San Nicolás. Dentro de dicha iglesia había una capilla dedicada a la Virgen del Rebollet, otra a Nuestra Señora del Remedio y un panteón para los señores Carroz. Estaba a cargo de un vicario, habiendo además otro capellán. En el año 1383, don Ramón de Riusech o Centelles, compró la baronía, honor y castillo del Rebollet, quedando así agregada a Oliva. El 9 de noviembre de 1558, la baronía de Rebollet pasó a ser posesión de Pedro de Gilabert de Centelles. Más tarde se incorporó a la Casa de los Borjas o Duques de Gandía por matrimonio. En el siglo XVI (26 de diciembre de 1598) un terremoto destruyó casi en su totalidad el castillo, por lo que desde ese momento quedó despoblado. En el mes de enero de 1747, el vecino Pedro Antonio Escrivá, labrador, natural y vecino de Fuente Encarroz, sacando piedras en el recinto del castillo se encontró dos sepulcros, y ambos sepulcros fueron bajados y depositados en la iglesia. Al identificar dichos sepulcros por las letras longobárdicas grabadas en sus sarcófagos, se descubrió que contenían los huesos de los hermanos Francesc Carròs, señores del Rebollet. El día 21 de abril de 1748 fueron depositados en la iglesia.