Castillo de Mauz

A unos tres kilómetros del pueblo, apoyado sobre increíble peña, auténtico nido de águilas, a 582 m. de altura. Es visible desde gran distancia. Para llegar a él hay que coger la pista que va a los manantiales de Castro. A 800 metros del pueblo sale un caminillo de hormigón a mano derecha que baja al barranco. A partir de aquí comienza un estrecho sendero que lleva directamente al castillo.

Total abandono, pero aún son visibles grandes lienzos de muralla y toda la parte de la escarpada peña donde se encuentra la torre del Homenaje. En nuestra primera visita en 1998 la vegetación había invadido todo el recinto y había algunos lugares del castillo de imposible acceso. En la visita realizada en el año 2014, todo el recinto había sido desbrozado, pudiéndose observar todos sus restos sin problemas.

 

 

 

El castillo entre los picos de la sierra.

 

 

 

Detalle del lienzo almenado.

 

 

 

Aljibe habilitado en una cueva natural del recinto

De tipo roquero y planta irregular dispersa. Cuenta con una superficie aproximada de 1.800 m2. Es difícil explicar cómo en semejante lugar pudo construirse esta fortaleza, con muros colgados literalmente del vacío, con caídas verticales espeluznantes. Realmente es uno de los castillos más impresionantes que hemos visitado. Su construcción alterna el tapial con la mampostería. Existe una parte elevada construída sobre un peñasco vertical (alcazarejo), en el cual quedan los restos de la torre del Homenaje y de un pequeño recinto con los restos de un aljibe que debió ser la parte señorial del conjunto. Su acceso debía realizarse por alguna escalera, hoy desaparecida, por lo que se mantiene como inaccesible. El resto del castillo, no menos impresionante, se acopla a las rocas también perfectamente, apreciándose varios muros, algunos con almenas todavía y algunos restos de pequeños cubos. Por la estructura de las paredes, creemos que el castillo estaba compartimentado, es decir, que habría que conquistar parte por parte, lo que unido a la topografía del terreno, lo hacían prácticamente invencible. El castillo presenta paredones verticales en todo su perímetro, a excepción de un estrecho paso al Norte por donde se penetra en la actualidad. La puerta original debió estar en el largo lienzo Noreste. Es destacable, a su vez, un aljibe construído aprovechando una cueva natural de unos de los peñascos.

 

 

 

Espectacular y enriscada la posición del alcazarejo.

Sobre la roca de la derecha existía un torreón arruinado por el cual, en 1998, con muchas dificultades, conseguimos ascender al alcazarejo. En el año 2014, dicho torreón se había derrumbado, por lo que fue totalmente imposible repetir la ascensión.

Torre del Homenaje. A sus pies y sobre la roca, todavía queda parte del zócalo de la escalera que permitía su acceso.

 

 

Cueva en la que existe un aljibe excavado. Sobre ella, en la roca, estaba la torre que se derrumbó y por la que se podía ascender, a duras penas, hasta el alcazarejo.

Aspecto del recinto superior sobre la roca en que se apoya.

 

 

 

Extremo Sureste del castillo.

Construído por los árabes, defendía una serie de cuatro poblados musulmanes que, tras la reconquista, se agruparon en uno solo, Sueras. Debió ser conquistado por tropas reales en 1238. Perteneció al señorío de la Corona, dándosele carta de seguridad en 1242. En 1259 fue donado a Pedro de Eyerbe, hijo de Jaime I y Teresa Gil de Vidaure. Sin embargo, volvió a la Corona y, por testamento del rey pasó a formar parte de la baronía de Jérica. Extinguida esta casa, la Corona lo cedió a Martín el Humano al contraer matrimonio con María de Luna, Señora de Segorbe, incluyéndose en el llamado Condado de Jérica. En este castillo tuvieron lugar varios levantamientos moriscos, destacando especialmente los de 1526 y 1609.