Macastre y su castillo desde el Norte.
Sobre un pequeño cerro que domina el pueblo desde el Oeste, a 431 m. de altura, con excelente disposición para la vigilancia del entorno. Mantiene contacto visual con el castillo de Buñol, con el Castellet de Turís y con el castillo dels Alcalans y el Castellet, de Montserrat. Se puede ascender hasta él por un camino sin asfaltar que nace en el pueblo, sin dificultades.
Muy mal estado. Ha sido restaurado, pero más que una restauración ha sido un acopio de hormigón en diferentes puntos para evitar que se caiga lo poco que queda.
Lo que queda de la torre del Homenaje. En color claro aparecen los añadidos de la última restauración.
Castillo montano de planta irregular alargada, orientada de Este a Oeste. Mide unos 75 m. de largo por 19 m. de anchura máxima, ocupando una superficie de 900 m2, aproximadamente. Con la entrada situada al Norte y numerosas dependencias, aunque es difícil distinguir lo original, a causa de la restauración que ha ocultado numerosos muros. Destaca la torre Oeste, de planta rectangular, seguramente Homenaje, de la que tan solo queda la cara Norte y parte del Oeste y Este. Esta torre ha sido reforzada para evitar su caída, con contrafuertes de hormigón blanco que le dan un aspecto bastante diferente al original. En el extremo opuesto se conserva otra torre, más pequeña, de planta trapezoidal que conserva un par de metros de altura. No comprendemos este tipo de restauraciones que desvirtúan su morfología.
Torre Este. Detrás se aprecia la torre del Homenaje.
Aljibe.
El castillo de Macastre visto desde el Sur.
Fortaleza muy antigua que, aunque árabe, en su solar se encontraron restos de la Edad del Bronce en el flanco Norte e ibéricos. Fue conquistado por Jaime I y donado, en 1238, a Rodrigo de Lizana, el cual, tres años más tarde, lo traspasó a la Orden del Hospital. Al haber sido hecha la donación sin permiso real, Jaime I volvió a asumir la propiedad, donándolo, en 1260, a Berenguela Fernández. En 1276, el rey devolvió villa y castillo a Rodrigo de Lizana, pero muerto el rey, en 1279, volvió a cederlo a la Orden del Hospital. Más tarde pasó de nuevo a los Fernández, quienes en 1304 lo vendieron a Jaime II, y éste lo donó al infante Alfonso. En 1328, al ser proclamado rey, donó todos los pueblos de la Hoya a su hijo Jaime. En 1393 pasó a Juan I, en 1401 al Conde de Urgel y en 1413 de nuevo a la Corona. El nuevo rey Fernando de Antequera, donó la Hoya de Buñol, en 1415, a Alvaro de Avila. En 1424 lo compró Alfonso el Magnánimo, pero el mismo año, necesitado de dinero por las guerras de Italia, lo vendió a Berenguer Mercader. En el siglo XVII fue abandonado, convirtiéndose en una cantera donde los vecinos iban extrayendo piedras para construir sus casas. Desde hace bastante años, el ayuntamiento tiene previsto crear en su emplazamiento un parque arqueológico que muestre y explique las peculiaridades de la fortaleza, pero no hay tal.
Interior del castillo desde el extremo Este.
Interior del castillo desde el extremo Oeste.
La torre del Homenaje vista desde el Oeste.