Ocupa la cumbre de un cerro rocoso en cuya ladera meridional se apiña el caserío. Su acceso no reviste dificultad alguna.
En pésimo estado. Abandonado por completo. Apenas una sombra de lo que fue.
Flanco oriental.
Torre del Homenaje pentagonal, desde el Norte.
El castillo visto desde el Norte.
Torreón circular occidental. La mitad se desplomó verticalmente hace unos años. La única intervención que se ha llevado a cabo en el castillo es la consolidación del resto del torreón para evitar que se cayera del todo.
Castillo roquero de planta irregular y pequeñas dimensiones, con un solo recinto y un curioso acceso en zig-zag. Cuenta con una superficie aproximada de 740 m2. Entre los escasos elementos que han subsistido se encuentran el torreón circular del extremo occidental y la gran torre pentagonal del extremo opuesto que hacía funciones de Homenaje. Todos los lienzos del castillo al completo han perdido mucha altura. La puerta, de la que queda el umbral, estaba en su flanco Sur al inicio de la rampa. En el aplanado recinto superior, ahora cubierto de hierba, existieron toda una serie de estancias secundarias destinadas a caballerizas, almacén y eventual asentamiento de una pequeña guarnición. Toda la obra es de mampostería.
Extremo occidental.
Piedras que forman el umbral de la puerta.
Entrada al castillo en zig-zag.
Recinto superior.
En el Fuero de Daroca de 1142 ya aparece citado Linares como hito de demarcación del alfoz otorgado a Daroca. Aunque no se menciona como castillo, cabe la posibilidad de que en esas fechas existiera en este enclave algún tipo de ocupación islámica. La población y su castillo fueron conquistados en 1181 por Alfonso II confiando su defensa a los templarios. La primera referencia al enclave como castillo es del año 1202, momento en el que es donado por el rey Pedro II a Raimundo, obispo de Zaragoza. Pero su ocupación fue efímera, pasando a manos del rey Sancho VII de Navarra (que lo empeñó en 1214 por 2.000 maravedíes), que tenía varios castillos situados en primera línea defensiva frente a los moros. La fortaleza fue recuperada por los sarracenos, siendo definitivamente conquistada entre abril de 1221 y abril de 1222, según se indica en las Crónicas de los Jueces de Teruel («en esti año fue presa Linares qui era de moros»). En 1222, Sancho de Ahones, obispo de Zaragoza, pidió prestado un fuerte crédito para reparar el castillo de Linares. Se cree que de esa época es la obra principal existente hoy día. Esta fortaleza pudo tener nuevas fases constructivas durante la segunda mitad del siglo XIV, asociadas a la Guerra de los Dos Pedros. En 1532 fue objeto de nuevas reparaciones, ordenadas por Fadrique de Portugal, arzobispo de Zaragoza. Dichas reparaciones estuvieron a cargo de Juan de la Mira y del morisco Juan de Gali. Durante toda la Edad Moderna debió mantener alcaide, designado por el arzobispo de Zaragoza, cargo que en 1746 ejercía Baltasar Gargallo. La ruina definitiva de la fortaleza llegó en el siglo XIX, vinculándose probablemente con la definitiva pérdida de los derechos señoriales del arzobispo y con desamortización del edificio, sumándole los daños que con seguridad sufrió con las Guerras Carlistas.