Podemos encontrar sus restos en la cumbre del Pico Jabalón, a la extraordinaria altura de 1.692 m, dominando la población, a 1.300 metros al Suroeste. Este pico forma un hito desde el que se vislumbra gran parte de la provincia, como la ciudad de Teruel, a 30 kilómetros de distancia. Su acceso con vehículo es relativamente sencillo por una buena pista forestal.
Muy mal estado. Se aprecia claramente el foso y la línea de murallas. Así como muchos basamentos de los muros de habitaciones o viviendas de su interior.

Pico Jabalón, desde el pueblo.
En las escasísimas fuentes en que es tratado este lugar, siempre es nombrado como castillo, quizá porque así aparece en documentos medievales. A nosotros nos parece una cerca urbana, una cerca que protegía el primer asentamiento de Jabaloyas, una cerca que se limita a dos lienzos precedidos de un amplio foso de unos 10 m de anchura, con una gran torre, posiblemente circular, en el punto en que se unen dichos lienzos. En dicha torre, ahora tan solo un enorme montón de escombros, se levantó el mojón de vértice geodésico. La cerca y el foso defienden el poblado tan solo por los flancos Oeste y Sur, ya que en el resto se encuentran escarpes verticales que lo hacen innecesario. En su interior aplanado se alza la ermita de San Cristóbal. También se observan numerosos cimientos de muros que delimitan antiguas construcciones que pudieron ser viviendas del primitivo poblado. Los muros encierran un área aproximada de 6.500 m2.

Explanada que albergó el primitivo asentamiento de Jabaloyas. Quedan basamentos de numerosas construcciones entre la hierba. A la izquierda aparece el montón de piedras que formó la muralla al caer. A la derecha se ve la ermita. Y en el centro de la imagen, al fondo, el cerro de San Ginés, a 39 kilómetros de distancia.


En esta imagen se aprecian algunos de los basamentos de muros. Al fondo, la sierra de Javalambre.
Jabaloyas es uno de los escasos topónimos musulmanes que ha perdurado en Teruel. Parece que significa “hoya del monte”. Estas fueron tierras de los Ben Razín, instalados desde el siglo XI en Albarracín. Jabaloyas debió formar parte del cinturón defensivo del pequeño reino taifa, controlando su frontera meridional. No obstante, en otras teorías se dice que fue fundado por unos caballeros franceses (Vicent Jabaloyas y Oliver de Termens) que acompañaron al conde de Valois cuando llegó a estas tierras en ayuda de Jaime I. Tras la conquista de Alpuente en 1236 se establecieron en el Jabalón, donde ya existían ruinas de un poblado celtíbero. Con anterioridad, Fernando González, maestre de Santiago al servicio del rey Pedro II, tomó los castillos de Villarquemado y Jabaloyas en 1210.
Sea como fuere, la enorme altura del lugar, en la que la dureza del clima de la zona castigaba con todo rigor a sus pobladores, con fuertes vientos y copiosas nevadas que dejaban al asentamiento completamente aislado durante mucho tiempo, obligó a trasladar la población a un lugar mucho más cómodo, al llano al pie del Jabalón. Esto fue a finales del siglo XIII y todavía se encuentra el pueblo en dicho lugar.
Para atraer nuevos pobladores, Pedro Fernández de Azagra concedió a los habitantes de la sierra el fuero de Teruel hacia 1245. Pedro III repobló las tierras de la sesma de Jabaloyas con ballesteros a su servicio tras la conquista de Albarracín en 1284. Tres oficiales de este cuerpo de ejército, Eximino Pérez de Osa, Pedro de Mora y Dalmacio de Villarrasa, fueron nombrados quiñoneros a mediados de agosto de 1284, unos días antes de la conquista de Albarracín. Durante la guerra de sucesión castellana entre los siglos XIII y XIV estas tierras fueron escenario de duros enfrentamientos entre los partidarios de María de Molina, madre del futuro Fernando IV, y los pretendientes al trono, los infantes de la Cerda, apoyados por el monarca aragonés.

Foso. Excavado en la roca. A la izquierda, coronado por el mojón, se ve el enorme montón de piedras que podría corresponder a una gran torre circular.
