Lo podemos encontrar en el cerro que domina la población desde el Noroeste. Tiene gran visibilidad y, así mismo, es visible desde gran distancia. Su acceso es muy sencillo, puesto que existe un buen camino apto para vehículos. Mantiene contacto visual con los castillos de Abia y Zafra.
Mal estado. Fue utilizado como vivienda particular con accesos para maquinaría agrícola, por lo que fue completamente transformado su interior y parte del recinto externo. En la actualidad, una vez abandonado, se desconoce el estado de su interior.
Puerta actual. Se derribó un sector del muro para colocar un portalón metálico para acceso de tractores.
Torre pentagonal Oeste. En este lugar se ha erosionado la base de la roca que lo sustenta, peligrando su estabilidad.
Castillo montano de planta irregular muy alargada y estrecha, orientada de Este a Oeste, con un solo recinto pero con restos de lo que podría ser un albácar al Noreste. Cuenta con una longitud aproximada de 103 m. y una anchura máxima de 30, abarcando un área en torno a los 1.730 m2. Tiene fábrica de mampostería de buen tamaño con sillería en las esquinas, ángulos y torre del Homenaje, cohesionadas con mortero de arena y cal. Parece que la piedra fue extraída de la cercana cantera de las Peñas del Blanco. Actualmente cuenta con dos puertas de abertura moderna, metálicas, con anchura suficiente para el paso de tractores y maquinaria agrícola, al Norte y al Sur, pero originalmente solo tuvo una que todavía se puede apreciar, cegada, en un flanco de la torre del Homenaje.
Le falta algo de altura, aunque no debe ser mucha puesto que se conservan los adarves. Se mantiene su recinto íntegro excepto el pequeño sector que se derribó para colocar la puerta en su flanco meridional. Además se le abrieron diversos vanos como ventanas de variado tamaño y un balcón. En sus dos extremos se pueden observar dos magníficas torres pentagonales huecas de grandes dimensiones, asentadas directamente sobre la roca. La torre pentagonal occidental presenta peligrosas grietas debido a la erosión de la base de las rocas que ha llevado a la colocación de zapatas para evitar su desplome, aunque el éxito ha sido relativo, ya que suelen caer mampuestos y es una zona un tanto peligrosa.
En primer término, la barrera. Al fondo, la torre del Homenaje.
Apeo de piedra colocado para evitar que la grieta vaya a más.
Flanco meridional, con un gran sector de mampostería despegada.
Los muros del castillo están realizados en cremallera, sin torres de flanqueo, y en algunos puntos se han despegado las piedras en grandes sectores quedando el mortero de unión expuesto a los agentes atmosféricos, cosa que acelera su deterioro.
En el siglo XV, muy posterior a la construcción del castillo, y por orden del Arcediano de Alarcón, don Gabriel Condulmario, se levantó la torre del Homenaje. Actualmente, todavía se conserva una inscripción de piedra en la torre aludiendo a dicha obra. También se aprecian los escudos de los obispos de Cuenca, Jacobo de Véneris y Gabriel Condulmario y una aspillera de cruz y orbe en su muro Suroeste. Como ya hemos dicho presenta obra de sillería. Conserva las ménsulas del matacán corrido que tuvo en su coronamiento. En su flanco Noreste se encuentra cegada la puerta original, muy estrecha, con arco apuntado.
En su parte meridional se conservan restos de la barrera, y al Norte, como delata la curva de nivel, debió estar el albácar
En su interior, a pesar de las transformaciones llevadas a cabo por sus propietarios al construir dos viviendas, se conservan todavía el horno, un profundo pozo, las trazas de las antiguas dependencias, graneros excavados en la roca, y las mazmorras, con entrada original solamente por la parte superior, y ahora, con puerta abierta al exterior al ser utilizadas como cuadras y bodegas.
Torre pentagonal oriental.
Torre del Homenaje.
Sobre la puerta de la torre y enmarcada con moldura plana de resalte, en el siglo XV se colocó una lápida en la que bajo los escudos aparece esta inscripción en latín:
TVRRIS.HEC.INSTRVCTA.FVIT.IVSSV.D.GABRIELIS.CON
DVLMARII.ARCHICONI.DE.ALARCON.IN.CO
NCHENSI.ECCLESIA.PROVISORIS.PRO RMO D.ANTONIO
VENERO.CONCHENSI.EPO.AVUNCVLO.SVO.QVI.AD
SEDANDAS.CASTELLE.DISSENSIONES.LEGATVS.AB.A
POSTOLICA.SEDE.DESTINATVS.OB.MERITA.ET.C
LARAS.VIRTVTES.SVAS.LEGIONENSEM.PRIMO
POST.CONCHESEM.OBTINVIT.ECCLESIAM
ANNO.M.CCCC.LXXIII
Cuya traducción sería:
“Esta torre fue construida por mandato del señor Gabriel Condulmario, Arcediano de Alarcón en la iglesia de Cuenca, provisor en lugar del muy reverendo señor Antonio de Véneris, obispo de Cuenca, su tío, que, destinado como legado de la Sede Apostólica para apaciguar las discordias de Castilla, por sus méritos y brillantes virtudes, obtuvo primero la iglesia de León y después la de Cuenca. En el año 1473”.
Este documento extraordinario es una señal inequívoca de la importancia del feudo de la Obispalía, con Huerta a la cabeza, en una época turbulenta en la que las luchas por el poder, hicieron de Castilla una guerra cruenta entre los partidarios de la Beltraneja e Isabel la Católica. La iglesia, al igual que Huerta, tomó partido, junto con otros nobles y especialmente el Marques de Villena, por Juana, legítima heredera al trono por ser hija de Enrique IV y Juana, su segunda esposa.
Grave alteración del muro septentrional.
Fue construído en el siglo X por los árabes sobre un asentamiento ibérico previo, aunque los restos actuales parecen obra de los siglos XIII-XIV. Tras la conquista de Cuenca por parte de Alfonso VIII fue donado al primer obispo de Cuenca, Juan Yáñez, en 1183. Desde este castillo se gobernaba el territorio llamado la Obispalía, propiedad de los obispos de Cuenca. No obstante, en 1246, el obispo Gonzalo Ibáñez donó la villa y castillo de Huerta a la amante del rey Alfonso X, doña Mayor Guillén, mientras viviera. La fortaleza recibía con asiduidad la visita de sus señores los obispos. En 1473 se levantó la torre del Homenaje adosada a su flanco Sur. Posteriormente el castillo fue residencia del canónigo Juan del Pozo, desgraciadamente desaparecido, y cuyas intrigas comuneras le costaron un proceso civil sobre 1521, en el que se pedía que se le destituyera de todas sus posesiones en Huerta de la Obispalía, especialmente de su castillo, “donde podía refugiarse y reforzar posiciones”.
En 1579, Pedro de Castañeda, se posesionó del castillo en nombre del rey Felipe II. El concejo compró la jurisdicción de la villa en 1582, pero no el castillo, tasado en 4.640 ducados, que quedó en manos reales. Tras la Desamortización de 1836, pasó su propiedad al Estado, siendo vendido poco después a una familia particular. En 1845 fue comprado por don José María Izquierdo, de vecindad y ocupación desconocida, estando ya el castillo en ruinas, y una porción de tierra aledaña al mismo, por un importe de 4.004 reales de vellón. En la actualidad sigue siendo de propiedad particular.