El castillo visto desde el Noroeste. Imagen del año 2015, todavía en obras. Se observa el estado ruinoso de sus muros superiores. También, las plataformas metálicas que han colocado encima de dos de las torres.
Sobre una elevada colina, dominando el pequeño núcleo urbano desde el Noroeste, y destacándose sobre la extensa planicie circundante. Se alza junto a la autovía A-3, desde la que es perfectamente visible. Su acceso no reviste dificultad alguna, incluso con vehículo.
El estado actual de la fortificación es semirruinoso, pero se conserva todo su recinto hasta el nivel del camino de ronda. La iglesia parroquial se construyó en su interior y el patio de armas era utilizado como cementerio, por lo que de sus estructuras interiores poco queda. Y lo poco que queda ha sido tapado por las construcciones modernas, no siendo posible su vista.
En nuestros muchos años de visita y estudio de los más variopintos castillos de nuestra geografía hemos visto y sufrido despropósitos de todo tipo en numerosas restauraciones, pero despropósito de la envergadura como el que se ha cometido en Garcimuñoz, ninguno. Se ha atiborrado de cristales y elementos metálicos de dudoso gusto toda la estructura, anclando y atornillando directamente sobre los muros medievales toda una serie de extrañas construcciones que ocultan en su mayor parte los componentes medievales. Y pensar que esto ha costado la friolera de 3.000.000 de euros.
Además, la peculiar barandilla de las azoteas de las torres presenta numerosos huecos por los que caben niños pequeños con holgura, por lo que resultan muy peligrosas. Recomendamos a todos los padres que extremen las precauciones durante su visita.
En el lienzo Este se encuentra la puerta de acceso, en forma de recodo, situada a la altura del talud. Además cuenta con una ladronera sobre ella a la que se accede por una escalera lateral y en la que están las características troneras para artillería y el hueco para el rastrillo. Su portada de piedra de sillería es una de las más representativas entre los castillos de España. Su estilo es gótico isabelino y semeja un retablo de piedra tallada sobre el muro. Produce sorpresa ante la austeridad general del castillo. En ella se pueden apreciar dos partes: la inferior corresponde a la puerta que se halla a dos metros sobre el nivel actual del suelo, sus jambas se rematan con arco carpanel. De la prolongación de las jambas arranca una orla ornamental que se cierra sobre la corona; debajo de ésta y en el centro, las armas reales de Enrique IV de Castilla; más abajo, una armadura y tres escudos borrosos. La parte superior es una buharda o ladronera. En ella hay cuatro huecos de troneras en forma orbe y cruz. Para reforzar la defensa de la puerta, en el rincón hay una ventana y debajo, más troneras. Es probable que el artífice de la portada sea el arquitecto Juan Guas
Parte interior de la puerta
La puerta en 1964.
Junto a la puerta existe una lápida con la siguiente inscripción:
“Recuerda, caminante, que a las puertas de este castillo se vino la muerte sobre el poeta que mejor ha cantado en nuestra lengua, el capitán Jorge Manrique, en el año de MCDLXXVII, cuando peleaba por su reina Isabel la Católica”.
La Real Academia Española por iniciativa y a expensas del duque de Alba. Su individuo de número perpetúa este recuerdo y pide una oración por el poeta.
XVI de marzo de MCMXLIV
Rastrillo actual.
Torre o cubo oriental, transformado en campanario.
Vista meridional.
Puerta de la iglesia.
En 1656 se derrumbó la iglesia del pueblo. Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, dueño del castillo, concedió permiso ese mismo año para que se pudiera levantar un nuevo templo en una de las crujías del castillo. Concretamente, la meridional. Se da la circunstancia que en esa fecha, el marqués, huérfano de padre y madre, tan solo contaba con seis años de edad. Por lo que se supone que quién concedió la licencia fue su tío, el obispo de Cuenca, don Juan Francisco Pacheco. Para las obras se derribó parte del castillo, todo su interior y se abrió una nueva puerta para introducir los materiales. No obstante, las obras no comenzaron hasta 1662 y se terminaron en 1673. Pero ese mismo año, el Domingo de Ramos de madrugada, el templo se derrumbó. Esta vez fueron los maestros Diego Velasco y Pedro Ruiz quienes, entre 1700 y 1707, levantaron una iglesia nueva. En 1776 al cubo oriental se le añadió una torre campanario cuadrada por parte del arquitecto José Martín de la Aldehuela.
Gran castillo montano considerado tradicionalmente como de planta cuadrada, aunque realmente no lo es por escasa distancia. En cada una de sus cuatro esquinas aparece un gran cubo de planta circular, siendo el septentrional de mayores dimensiones (17 m. de diámetro) considerado como torre del Homenaje. Los otros tres cubos tienen un diámetro de 9 m. El castillo tiene fábrica de sillarejo unido con mortero. Los muros tienen un espesor de 4 m. Ocupa una superficie de 3.120 m2. Posee dos puertas, la original situada en el muro Este y la que se abrió en el muro Sur cuando se construyó la iglesia en su interior y que es utilizada para acceder al templo. Tradicionalmente se ha dado por hecho que tenía planta baja y dos pisos, pero en el lienzo Oeste aparecen tres líneas de ventanas. En el centro existía un gran patio de armas que fue parcialmente destruído al levantar la iglesia en su ala meridional. Del interior del recinto se conserva muy poco. En la planta baja se situaban las caballerizas, almacenes, despensas, cocinas y demás servicios. En la planta baja de tres de las torres existían profundas mazmorras. Se dice que de una de ellas partían galerías a kilómetros de distancia para poder huir del castillo en caso de peligro. La primera planta presenta las ventanas de menores dimensiones, la mayoría de ellas formadas por un arco carpanel con una protuberancia en el centro que les da un curioso aspecto. Tanto en los lienzos como en los cubos posee el clásico cordón o bocel decorativo, característico de las fortificaciones del siglo XV.
Las ventanas del primer y del segundo piso en sus alas Noroeste y Suroeste dan testimonio de que una parte del castillo tuvo finalidad palaciega, como lo demuestran los numerosos festejadores existentes. En la segunda planta aparecen cuatro ventanas en forma de cruz. Aquí el lienzo se retranquea, quedando con 50 cm menos de espesor. Todas las torres tienen salas circulares cubiertas con bóvedas de ladrillo y estaban coronados con casamatas o amplias plataformas para el emplazamiento de la artillería. Además, en la parte baja está reforzado por un talud que dificulta su conquista. A sus muros y torres les faltan unos dos metros de altura, pues fueron rebajados cuando se utilizaron sus materiales para construir la iglesia en 1663. El castillo tuvo almenas, como así se indica en las Relaciones Topográficas de Felipe II (1579), pero sirvieron de cantera al construir la iglesia. La torre del Homenaje sobresalía por encima del resto de construcciones. Se cree que tuvo una altura de 22 m. En el sótano de la torre del Homenaje se encuentra un gran aljibe de ladrillo. Esta torre también cuenta con el hueco cilíndrico de una desaparecida escalera de caracol. La artillería del castillo estaba formada por pequeñas y medias bombardas de hierro colado, colocadas en las numerosas troneras de cruz y orbe que todavía conserva. Tenía muy buena rejería en sus ventanas. Aparte de la puerta principal, tiene una poterna en el lienzo oriental, hoy cegada.
Torreón Sur.
Interior del castillo. Sobran los comentarios.
Acceso a la terraza de la torre del Homenaje.
Exterior e interior del frente Oeste.
Su ocupación se remonta a época romana (SEGAR), Durante la ocupación musulmana este lugar se llamó Al Borch Jamal. Se ha comentado por diversos autores la posibilidad que éste fuera el castillo primitivo musulmán, conquistado por Yusuf en 1172 en su expedición contra Huete, pero nosotros creemos que el castillo musulmán estuvo en la parte opuesta del pueblo, como cada vez lo apoyan más autores. Los musulmanes crearon todo un sistema defensivo en lo que se denominaba La Mancha de Montearagón, mediante la construcción de pequeñas torres o alcázares. Es posible que aquí hubiera una de ellas.
En 1177, Alfonso VIII conquistó la ciudad de Cuenca y, durante su avance hacia Alarcón y Moya, tomó esta ciudad. Y se cree que el castillo fue construído por un caballero un tanto desconocido llamado Garcías Munnoz, y del que quedó su topónimo. Alfonso X el Sabio, nombró a su hermano, el infante don Manuel, Adelantado Mayor de la Mancha de Montearagón. De este modo surgió un señorío particular cuyas posesiones eran enormes. Sancho IV, sobrino de don Manuel, todavía amplió más el territorio (Señorío de Villena), pero es con su hijo don Juan Manuel con quien el señorío adquirió gran poder gracias a su apoyo al rey. Lo que se puede asegurar es que los primeros restos corresponden al castillo que recibió don Juan Manuel en 1297, cuando le fue donado Alarcón y sus aldeas en compensación por la pérdida de Elche. Don Juan Manuel llevó a cabo numerosas reformas tanto en el castillo como en la villa, siendo uno de sus lugares favoritos de residencia. Don Juan Manuel fue el gran señor del lugar desde 1298, residió aquí durante gran parte de su vida e incluso fue aquí donde escribió algunos de sus más conocidos libros de caza.
Actualmente, se cree que el castillo viejo se levantó en 1190 y se derribó en 1458.
Torre del Homenaje.
El marquesado de Villena se enemistó con el rey Alfonso XI, el cual atacó sus tierras desde Cuenca y Murcia. Don Juan Manuel se reconcilió con el rey, pero volvió a pactar con Aragón, donde finalmente tuvo que exiliarse. En 1348 murió don Juan Manuel, sucediéndole su hijo don Fernando, que falleció a los pocos años, y lo mismo ocurrió con su hija doña Blanca, que heredó el señorío siendo una niña bajo la tutela del caballero don Iñigo López de Orozco. Doña Blanca, esposa de Enrique de Trastámara, no llegó a gobernar directamente, y además murió muy pronto, en 1360, desapareciendo con ella los herederos. El señorío pasó a propiedad de la Corona. En 1436 pertenecía a Juan I, rey de Navarra. Este rey logró un compromiso matrimonial entre su hija, la infanta Blanca y el príncipe de Castilla, futuro Enrique IV. En la dote se incluía el marquesado de Villena. Garcimuñoz y otras villas aceptan la administración del rey de Navarra hasta la celebración de la boda, fechada para cuatro años después. No obstante, el rey le entregó la villa de Garcimuñoz a don Rodrigo de Villandrando, aunque nunca llegó a tomar posesión de él.
Frente Norte.
Torre del Homenaje desde el frente Este. Aparece la poterna, cegada.
Torre Oeste.
Como recompensa a sus servicios, en 1445, tras la batalla de Olmedo, don Juan Pacheco recibió el marquesado de Villena. Éste adquirió tantas tierras y posesiones y tanto poder que estuvo incluso por encima del rey, pues tanto Juan II como su hijo Enrique fueron meros representantes del trono. En 1449, el príncipe Enrique le cambió Medellín por Chinchilla y Garcimuñoz, villas que don Juan Pacheco deseaba poseer por estar en medio de sus posesiones. En 1458, Juan Pacheco ordenó la construcción del nuevo castillo. Se levantó con una estructura de transición entre los castillos tradicionales y los fuertes abaluartados preparados para la artillería. El maestro de obras fue Martín Sánchez Bonifacio, con una cuadrilla de obreros con mayoría de moriscos. En 1468 ya se le nombra alcaide, por lo que ya debía ser habitable.
A la subida al trono de Isabel la Católica, el marqués se puso a la cabeza de los partidarios de Juana la Beltraneja, junto al arzobispo de Toledo y don Alfonso Carrillo.
La reina Isabel envió a Jorge Manrique como capitán de las Hermandades de Toledo a la toma del castillo de Garcimuñoz. Y fue precisamente aquí donde hirieron de muerte a Jorge Manrique en 1479. Jorge Manrique sufrió una emboscada que los habitantes de Garcimuñoz le tendieron hábilmente en el Camino de la Nava. Era ya de noche y fue herido de una lanzada en los riñones al inclinarse sobre el caballo para descender un ribazo. Fue llevado herido a su campamento en el pueblo vecino de Santa María del Campo Rus, donde el marqués de Villena, caballeroso, le envió a sus maestros cirujanos, Rodrigo y Lorencio, que no pudieron hacer nada por su vida. En el lugar de su herida se alzó la Cruz de Don Jorge que aún subsiste como lugar de evocación. Jorge Manrique fue enterrado en Uclés. En 1480 terminó la contienda y las posesiones del marqués comenzaron a menguar. Aunque Garcimuñoz siguió como villa principal del marquesado de Villena, su importancia guerrera termino aquí. Hasta bien entrado el siglo XVIII los marqueses de Villena fueron los señores efectivos de la villa, poniendo corregidor en ella y cobrando las alcabalas.
Después de la muerte de Jorge Manrique, las tropas de las Hermandades de Toledo, que cercaban Garcimuñoz, ahorcaron a seis prisioneros. Enterados los del marqués de Villena, presionaron al capitán de las tropas del marqués, don Pedro de Baeza para que hiciera lo mismo. El fatal destino fue sorteado entre los prisioneros. Le cayó la suerte a un escudero, casado y con hijos, natural de Villanueva de la Jara, apellidado Talaya. Su hermano menor, que también estaba preso y era soltero convenció al mayor de cambiar la suerte y morir por él, pues el mayor era imprescindible para su familia. Sobre este hecho novelesco desde el siglo XV circula un romance.
El castillo actual del siglo XV (don Juan Pacheco) fue levantado sobre otro anterior de finales del siglo XII (don Juan Manuel). Y cuando a partir de 1835 se utilizó el patio del castillo como cementerio, se acabaron de arrasar la mayor parte de los restos, tanto del castillo antiguo como del nuevo. Fue utilizado como cementerio desde 1835 hasta 1974. Entre 1973 y 1989 se llevaron a cabo obras de restauración de urgencia por parte del arquitecto Santiago Camacho, para asegurar los muros del castillo y ya aparecieron los restos del castillo viejo. Desde el año 2000 es propietario el ayuntamiento. Entre 2003 y 2008 fue excavado por Joaquín Parcerisas. Y encontró del castillo viejo un largo lienzo de 22 m. con tres torres. Estos restos han quedado tapados por las plataformas metálicas y no es posible verlos. Tras ocho años de obras, incluídos retrasos por la quiebra de la empresa concesionaria, el castillo fue inaugurado con el polémico estado en que se puede ver hoy día.