En el casco urbano, que se alza sobre un ligero altozano, dominando el valle del Jiloca.
Muy mal estado. Quedan escasos restos.
Queda tan solo un paño de muro de piedras irregulares adherido a la meseta del pueblo, con la base de un arruinado torreón rectangular, justo enfrente del polideportivo. El resto del castillo ha sido ocupado por las casas del pueblo, quedando algunos topónimos entre las callejas de Cella (Plaza del Castillo, c/Portal de Teruel, c/Portal de Gea y c/Portal del Postigo).
A Cella la fundaron los musulmanes alrededor del año 1100, llamándola Azehla. Luego aparece nombrada repetidas veces en el Cantar del Cid, como “Celfa la del canal”, en alusión al acueducto romano. El Campeador llama a cuantos quieran seguirle para conquistar Valencia, que se reúnan con él en Cella. Luego, fue conquistado por los Alfonsos, I y II. Su castillo era uno de los principales de la Comunidad de aldeas de Teruel, pues la Corona nombraba sus alcaldes. El obispo Torroja concedió licencia a los templarios para que reconstruyeran el pueblo en 1177, los cuales se establecieron en el castillo. Jaime I le otorgó el título de Villa y Jaime II donó a Pedro Jiménez de Iranzo tres torres del castillo mientras viviera. A su muerte las recuperó Pedro IV de Aragón. Se tiene constancia de obras de bastante consideración realizadas en él los años 1294, 1332 y 1357. En el siglo XV, Cella fue sede de la Inquisición de Teruel. Madoz, en 1848, ya lo nombra como totalmente arruinado.