Arriba, el castillo visto desde el Este. Debajo, desde el Oeste.
Sobre el extremo septentrional de un espolón rocoso donde se levanta la población, lugar extraordinario, con los edificios al borde mismo de las paredes rocosas. Su único acceso se realizaba desde el interior del núcleo urbano pues no hay ningún lugar apropiado para ello en todo su contorno.
Ha sido restaurado, pero sin demasiado rigor histórico. No obstante, se limita a su muro perimetral. De su interior, nada queda.
Imágenes del flanco meridional del castillo, tanto desde el exterior, como desde el interior.
Única puerta. Ignoramos qué parecido tiene con la puerta original, pero no debe ser mucho.
Castillo roquero de planta triangular con un solo recinto. El castillo y la villa integran una unidad sin solución de continuidad contemplándolos desde el exterior, y al mismo nivel. Del mítico e histórico castillo cantado por los historiadores de todas las épocas, poco queda. Hace unos años se reconstruyó su muro perimetral y una puerta para poder acceder con vehículo a su interior. Interior que no es más que un pacífico solar sin resto alguno desde que Cabrera lo voló al retirarse. En su extremo Norte destaca un torreón cilíndrico de ladrillo sobre base rectangular, añadido en 1873 por el carlista Marco de Bello, y ahora convertido en ermita.
Interior diáfano del castillo. Al fondo, se encuentra el torreón convertido en ermita.