El castillo visto desde sus lados mayores. Arriba, por el Noreste, la parte del pueblo. Y abajo, desde el Suroeste.
Sobre la cresta rocosa que domina el pueblo desde el Suroeste, estrecha y alargada, de 1.170 m. de altura. Y a más de 80 m. de desnivel sobre la Plaza Mayor. Su acceso no reviste problemas partiendo desde las casas, mediante rampas y escaleras.
Muy mal estado. Lamentablemente abandonado por completo. Con grietas y desconchamientos por todas partes. Derrumbamientos constantes y frecuentes. Tanto, que es peligrosa su visita en algunos puntos.
Vista meridional del castillo, desde la estatua de San Cristóbal.
Castillo de grandes dimensiones, de tipo roquero y planta irregular muy alargada adaptada al espacio disponible sobre la cresta rocosa donde descansa. Las rocas calizas presentan una inclinación peculiar que dejó los estratos en una curiosa forma vertical. Se compone de tres recintos sucesivos y escalonados, no concéntricos, orientados al Noroeste-Sureste. Su planta semeja un buque afilado en ambas puntas, en especial hacia el Norte. Forma un conjunto fortificado robusto, severísimo, de ruda piedra, sin ningún detalle artístico. Por su ubicación, tamaño y capacidad defensiva es una estructura fortísima, capaz de sostener un largo asedio dando cobijo a una guarnición numerosa. Su estructura es de lo más poco vistoso que pueda darse, hasta el punto que puede pasar inadvertido al viajero que circule por la carretera, a causa de su mimetismo con los peñascos, al no existir ninguna torre que rebase la rasante de los muros, ni contar con almenas. Mide unos 270 m. de longitud, con una anchura máxima de 26 m. encerrando un área en torno a los 4.800 m2. Los muros exteriores son de escasa altura y, en especial, en su lado occidental siguen la pendiente casi vertical de la peña. Por la otra parte, la del pueblo, la pendiente es más suave, y allí se abre la diminuta puerta de ingreso, de estructura adintelada. Los larguísimos muros occidental y oriental no son rectilíneos, sino con algunos ligeros requiebros y escalonamientos coincidentes con los robustos muros de división interna en tres recintos. Toda la obra, junto a la muralla urbana, es de gran homogeneidad, construída con grandes medios y habilidad técnica, por lo que se cree que sus constructores debían ser muy poderosos, posiblemente la familia Banu Zennum (Califato de Córdoba).
Como fortificación islámica corresponde a la estructura de una alcazaba (al-qasaba), ciudadela de recintos múltiples, cabeza de distrito y asiento de la autoridad militar.
Extremo Noroeste, lugar más antiguo de la fortaleza. Se observa con que eficacia se aprovecha todo el espacio disponible sobre las rocas.
Exterior e interior de la única puerta del castillo, situada en el primer recinto. Se observa la tosquedad de su fábrica.
Extremo Sur del castillo. Los mampuestos externos se desprenden con facilidad.
Primer recinto visto desde el extremo Sur. Al fondo se ve el muro y la puerta que separa el segundo recinto.
El primer recinto visto desde su parte Norte, desde arriba del muro. No conserva restos en su interior.
En los muros del primer recinto todavía se observan con claridad restos del adarve.
Muro que da acceso al segundo recinto.
El segundo recinto visto desde el exterior, desde el Noreste.
Gran torre maciza que defiende el acceso al segundo recinto.
Puerta del segundo recinto, con acceso directo y bóveda de cañón. Presenta cuatro aspilleras en su parte superior. Su paso es muy peligroso por la grave inestabilidad de los mampuestos.
Parte meridional del segundo recinto. Se aprecian vestigios de almenas. Imagen tomada desde la estatua de San Cristóbal.
Dos imágenes del segundo recinto. Arriba desde el Sur y abajo desde el Noreste.
Imágenes del interior del segundo recinto. Aquí se encontraban las caballerizas. almacenes, herrería, etc.
Parece claro que esta fortaleza fue ampliándose a lo largo del periodo musulmán a partir de un núcleo más antiguo, siguiendo la afilada cresta rocosa y sin un plan de conjunto. Por el aspecto de algunas estructuras muy primitivas se puede especular con un origen en torno al siglo IX, aunque casi todo el conjunto fue levantado en el siglo X, años del califato cordobés. El núcleo original ocupaba una pequeña extensión en el extremo Noroeste y no pasaría de ser un pequeño castillo (al-hisn) o incluso, una simple atalaya (al-manara).
Restos de una aspillera en el flanco Suroeste.
Espacio de paso del segundo al tercer recinto, visto desde el Sur. Fue una antigua puerta acodada defendida por varias torres. Ahora todo está derrumbado y no es posible distinguir nada.
El mismo lugar, pero visto desde el Norte.
Es tomado a los árabes por Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín entre 1172 y 1177, año de la conquista de Cuenca. El castillo fue cedido a la mitra conquense en 1187. En el siglo XIII era señorío de los Laras. En 1361 figura entre las plazas que Enrique de Trastámara se comprometía a ceder a Pedro IV de Aragón, como pago por su apoyo militar para derribar a Pedro el Cruel. En la frontera castellano-aragonesa, entre Cañete y Castielfabib, se firmó en 1371 el armisticio entre ambos reinos. Fue cedido en dote a doña Aldara Cabeza de Vaca al casarse con el aragonés don Juan Martínez de Luna y Urrea. En 1389 cedió Cañete a su hermanastro Alvaro de Luna y Albornoz, a cambio de Morata de Jalón. En 1440, don Juan Martínez de Luna, hijo del anterior y con el mismo nombre, vendió por 12.000 florines de oro el castillo a don Diego Hurtado de Mendoza. Los Hurtado de Mendoza, marqueses de Cañete, recrecieron y reforzaron muros, abrieron troneras y aspilleras para artillería y armas de fuego. Diego de Mendoza, descendiente de los anteriores, recibió en 1490, la dignidad marquesal de los Reyes Católicos. Su hijo, segundo marqués fue virrey del Perú. Luego el marquesado de Cañete pasó de los Hurtado de Mendoza a los condes de Santa Coloma. La fortaleza estuvo en perfecto uso hasta muy avanzado el siglo XVI. Comenzó después un largo proceso de abandono interrumpido por las guerras carlistas. Durante 1874 (III Guerra Carlista), el ingeniero militar carlista Augusto Von Goeben efectuó una serie de profundas transformaciones para las que empleó a 800 hombres durante varios meses. El castillo perdió altura y se soterró, convirtiéndose en fuerte artillado. Tras el conflicto los vecinos lo sometieron a un fuerte expolio, convirtiendo el castillo en una inagotable cantera para construir las casas del pueblo
Lugar de acceso al tercer recinto.
Detalles de las construcciones que todavía subsisten en la zona de acceso al tercer recinto.
En el subsuelo de este lugar quedan dos salas todavía en buen estado.
Aljibe y detalle del almagre impermeabilizador de sus paredes
Interior del tercer recinto o celoquia, lugar residencial, desde el Norte.
Extremo Norte del castillo. Es la parte más antigua.