
Frente Norte. Se aprecia la actual rampa de acceso.
Sus ruinas están al Norte del término municipal, a tan solo 500 m. de la frontera francesa, sobre un elevado y escarpado peñón granítico de forma cónica de 853 m de altura, conocido como la roca de Cabrera. Su dominio óptico abarca gran parte del Alto Ampurdán y la Garrocha. Se puede acceder hasta el castillo por la pista forestal (en pésimo estado) que llevaba desde el collado de la Manrella, en La Bajol, al Este, hasta el Santuario de la Virgen de las Salinas, al Oeste. Tanto por un lado como por el otro, hay que darse la gran caminata.
Apenas han quedado la base de algunos muros dispersos que a duras penas permiten dilucidar sus elementos y funciones. Eso sí, sorprenden, por escasos que sean, en tan agreste lugar. El castillo es de propiedad privada, nunca se ha hecho ningún tipo de consolidación o reparación, ni hay ningún interés por parte de autoridades o propietarios.

Desde el castillo se controla incluso un sector de la costa.

La roca de Cabrera, nido de águilas, vista desde Massanet.
Castillo roquero de planta irregular acoplada al espacio disponible entre las rocas puntiagudas, con un solo recinto. Aunque sus restos son escasos le hemos calculado una superficie aproximada de 450 m2. Se alza sobre una gran roca desgajada del resto de la sierra de las Salinas, estando su único acceso al Norte, desde el collado que lo separa de ella. Este lugar es impresionante, un nido de águilas, con los muros terminando sobre escarpes de más de 100 metros. Entre los escasos muros se observan dos únicos elementos, la base de una torre que podría ser el Homenaje, de planta rectangular, y un aljibe que conserva los arranques de la bóveda y que le han calculado una capacidad de 18 m3. Históricamente se sabe que tuvo una capilla pero no quedan restos que la identifiquen. Tampoco existen restos que señalen el lugar donde pudo haber puertas. Ni de la escalera tallada en la roca que señalan algunos autores que tampoco pudimos encontrar. No hay que olvidar que está sometido a duras condiciones atmosféricas y a una fuerte erosión que van provocando un deterioro acelerado. El aparejo constructivo es de mampostería de granito de la zona, poco o nada trabajadas, colocadas en hileras irregulares y de forma más o menos inclinada, pero sin llegar a formar espiga, que están unidas con mortero de cal, encaradas con su lado más plano hacia el exterior.

Base de la posible Torre del Homenaje.

Aljibe.


La roca de Cabrera es mencionada por primera vez en la documentación conservada del año 1003, haciendo de hito de los bienes que poseía en la zona el monasterio de San Pedro de Camprodón. La verdad es que en las últimas décadas del siglo XI ya es seguro que existía una fortificación sobre la roca. Es mencionado por primera vez en el juramento de fidelidad hecho al conde Bernat II de Besalú después del año 1070 por sus vasallos, que se conserva registrado en el Liber Feudorum Maior. Entre los vasallos del conde comparece Guillem Bernat, hijo de Arsenda, que juró por el castillo de Cabrera y todo su término. Durante el siglo XIII el castillo de Cabrera y su término, con el lugar de Massanet, pertenecían a los Hortal (que más tarde se apellidaron Cabrera) como feudatarios de los Serrallonga, señores de la baronía de Cabrenys (y por eso también apellidados Cabrenys o Cabrenç). En 1221 Beatriz de Hortal testó a favor de su marido Pedro de Orriols. Hacia 1260 era señor del castillo un Mascarós de Hortal, que en 1271 solicitó licencia al obispo de Gerona para construir el Santuario de les Salinas, y que en 1275, junto con su esposa Ermesenda de Cabrera, dotaron con bienes a la montaña y cerca del castillo. Su sucesor se hizo llamar Arnau de Cabrera y también Arnau de Massanet, con el nombre del pueblo donde seguramente ya preferían residir los señores, lugar más cómodo que las peñas del castillo. El castillo de Cabrera, al igual que otros del Ampurdán, fue tomado y saqueado por los franceses en 1288, durante la invasión del Ampurdán por Jaime II de Mallorca.

Vista oriental.

Imagen tomada desde el Norte.
En 1313 la baronía de Cabrenys, con todas sus pertenencias en ambos lados de la montaña de les Salines, fue heredada por Beatriz de Serrallonga, casada ese año con el vizconde Dalmau VII de Rocabertí, y así pasó a dominio de los Rocabertí. Arnau de Cabrera murió en 1328 y fue heredado por su hermano Simón de Cabrera, que en 1330 vendió la posesión directa del castillo de Cabrera y de Massanet a su señora eminente, Beatriz de Serrallonga. En 1337 Beatriz hizo reconstruir las murallas y los tejados de la fortaleza, seguramente aún afectadas por el paso de los franceses, la guarnición de la cual estaba integrada por hombres de Massanet. Muerta Beatriz de Serrallonga (1344), los dominios de Cabrenys fueron heredados por su hijo menor, Guillem Galcerán de Rocabertí (muerto hacia 1385), que en 1357 adquirió del rey la plena jurisdicción sobre Massanet y en 1365 hizo reparar las murallas del castillo de Cabrera. Con él se inició la línea secundaria de los Rocabertí de Cabrenys del linaje de los Rocabertí, que poseyó la baronía hasta su extinción, en 1589.
En 1420 consta un legado de Juana de Aviñón, señora de les Illes, para la capilla del castillo de Cabrera, que tenía la advocación de San Miguel. En 1462, durante la Guerra Civil Catalana, fue nuevamente ocupado por los franceses, que establecieron una guarnición de 15 hombres comandados por el capitán Martin Durcayo. En 1468 Juan de Lorena confiscó la baronía a Dalmau de Rocabertí de Cabrenys, partidario de Juan II, y la dio a Arnau de Foixà, que había sido despojado de su señoría de Albóns por Juan II. Recuperada por los Rocabertí al final del conflicto civil, en 1497 Pedro de Rocabertí aún mantenía una pequeña guarnición en el castillo de Cabrera, comandada por un cierto Jaime Olivet como alcaide. A partir de finales del siglo XV dejó de tener utilidad militar, fue abandonado y en el siglo XVII ya estaba en ruinas. Sus restos sirvieron de refugio a bandoleros y desertores y a principios del siglo XX había un cobertizo para el ganado que pastaba por la montaña. En 1689 Francisco de Ros y su esposa Josepa de Sorribes vendieron Massanet de Cabrenys y su término al monasterio de San Daniel de Gerona, que lo poseyó hasta la extinción del Antiguo Régimen. Desde la Desamortización, el castillo de Cabrera es de propiedad privada y pertenece al Mas Viñes de Massanet.


Exterior e interior del muro oriental.
