Castillo de Bueña

Sobre un cerrete con forma de cresta rocosa, dominando el pueblo y el paso natural que forma el barranco del Salto a través de Sierra Palomera. Es lugar muy estratégico, pues entre las curvas del barranco, se controla el valle del río Jiloca, teniendo contacto visual con el castillo de Peracense al otro lado del valle. Desde las casas del pueblo existe un sendero que nos lleva hasta él.

Muy mal estado. Apenas queda la torre y gracias a que fue utilizada como palomar.

 

 

 

Vista desde el Norte.

Pequeño castillo roquero de planta alargada. Sólo quedan dos muros formando esquina, restos de algunos cubos y la torre, muy transformada. Dicha torre, posible Homenaje, es de planta rectangular, de 7 x 5 m. y más de 10 de altura. Ha sido adaptada como palomar, alterándola completamente, pues se retiraron sus almenas para colocar un tejadillo, aunque gracias a eso se ha conservado. En el lienzo Norte aparecen mampuestos colocados en “opus spicatum” o espina de pescado. Su fábrica es la mampostería reforzadas sus esquinas por sillarejo. La puerta, con arco de medio punto, también aparece muy deteriorada. El recinto tiene tres lados prácticamente inexpugnables y un cuarto, situado a mayor altura, protegido por un foso excavado en la roca. Aunque este enriscado castillete parece inexpugnable, su posición no es muy buena, pues puede batirse desde los cerros adyacentes, más elevados. Evitando este contratiempo, su dominio sobre el barranco, controlando el paso por él, es excelente.

 

 

 

Vista desde el Sur.

Bueña fue conquistada por Alfonso I después de la batalla de Cutanda, pero se perdió tras la muerte del rey. Volvió a ser tomada, esta vez definitivamente, por Ramón Berenguer IV. El episodio más destacado del castillo hace referencia al ataque castellano de 1363. Su defensa estaba encomendada al alcaide Martín Martínez de Gombalde. Las tropas de Pedro II el Cruel pusieron sitio al castillo y ante la resistencia que el alcaide ejercía, amenazaron con matar a sus dos hijos, Martín y Andrés, si no entregaba la fortaleza. Martín Martínez rehusó y sus hijos fueron asesinados. Este hecho fue reconocido por el rey Fernando II. Seis años después, el castillo estaba otra vez en posición de defensa ante la ruptura entre Pedro el Ceremonioso y su antiguo aliado Enrique II de Trastámara. Luego perteneció a la Comunidad de aldeas de Teruel, sesma de Visiedo.

Entrada al barranco del Salto. Por el fondo discurre la carretera actual, antiguo camino protegido y controlado por el castillo.