El castillo visto desde el Oeste.
Se sitúa sobre un monte de 753 m. de altura, aplanado en su cima formando una pequeña meseta. La población de Biar se halla a sus pies.
Su estado es bastante bueno, pero todavía falta mucho por restaurar, especialmente en el recinto interior, bastante arruinado.
Entrada al castillo, situada en el frente Oeste.
Castillo roquero de planta poligonal irregular con dos recintos escalonados. Su longitud máxima es de 67 m. y su anchura de 50, cubriendo una superficie de 1.700 m2. El primer recinto o recinto inferior engloba al otro recinto por todas partes excepto por el Norte, donde la pendiente es tan acusada que llega a la verticalidad, siendo por tanto, inaccesible en ese lado. Está defendido por cuatro cubos semicirculares en saliente y por almenas rectangulares en todo su perímetro. La fábrica de sus muros presenta un núcleo de tapial recubierto de mampostería con un enlucido de mortero que parece moderno. A la izquierda de la puerta se observan algunos impactos de bala. Se entra al recinto a través de un arco de medio punto en sillería. El recinto superior o recinto principal cuenta con 740 m2 quedando presidido por la enorme torre del Homenaje. El muro está bastante más arruinado que el anterior. Le faltan las almenas y el remate superior e, incluso tiene graves desprendimientos de sus mampuestos. Este recinto cuenta con tres cubos, el central, más grande, es circular, y los otros dos son semicirculares. Esos cubos son de mayor altura que los cubos del antemuro pero de la misma fábrica. Su entrada es a través de un arco de medio punto en sillería que da acceso a una pequeña sala cubierta con bóveda de medio cañón y buhedera. La entrada es en recodo. Los sistemas que intervinieron en la construcción fueron por un lado la mampostería, piedra escasa o nulamente trabajada, y el tapial que se utilizó para la torre del Homenaje. Cuenta con dos aljibes, uno en cada recinto.
Cubo Este del recinto principal, recompuesto para evitar su derrumbamiento.
Aljibe.
Recinto superior visto desde la torre del Homenaje. Se ve el aljibe, la entrada en recodo, y parte del recinto inferior, con almenas.
Entrada al segundo recinto, muy pequeña y en recodo, defendida por un gran cubo circular.
Lienzo Oeste del recinto superior. Se observa la diferente fábrica y su mal estado.
La torre del homenaje es la parte más destacada del conjunto arquitectónico. Es de planta cuadrada y fábrica de tapial con basamento de mampostería. Está construída con hiladas de tapial de 90 cm. de altura y 1’40 de espesor en sus muros. Cuenta con 19 m. de altura. Presenta restos de matacanes en los cuatro lados. La entrada a la torre se hace a nivel de tierra con un arco carpanel. Posee tres plantas. La primera planta posee una bóveda de cañón. El elemento más singular de esta torre es, sin lugar a dudas, la bóveda de arcos entrecruzados existente en la segunda planta. Formada por ocho arcos apuntado-alancetados de marcados nervios, que se entrecruzan alternativamente enmarcando con sus claves una roseta o pátera en su centro. Y presenta aberturas con derrame al interior. La tercera planta está realizada con ladrillo. Se pueden observar arcos torales y un vano con derrame al interior. La torre del Homenaje, realizada en tapial de tierra y cal es el único elemento atribuible a época islámica.
La bóveda de la segunda planta de la torre de Biar es un elemento especial y único, junto con las existentes en la torre del cercano castillo de Villena y, como ellas, se puede encuadrar perfectamente en la segunda mitad del siglo XII, dentro de las obras de los almohades.
Falsas bóvedas que cubren la escalera.
Bóveda de la primera planta.
Otro de los aljibes.
Su origen es musulmán y fue bastión importante en la defensa que los musulmanes hicieron del valle de Biar, dada su estratégica situación en los límites de Castilla y Aragón. La divisoria entre ambas coronas quedó fijada en el puerto de Biar, por el Tratado de Caçola, de 1179, confirmándose posteriormente en Almizra en 1244, asignándose Villena a Castilla y Biar a Aragón. Jaime I, tras un asedio de cinco meses, se apoderó de él, lo cual significó el fin de la conquista del Reino de Valencia.
“Y el rey Jaime I, satisfecho con adquirir castillo de tanta valía, fue allá con la novedad de un recibimiento hostil, por lo que después de cuatro días de incertidumbre, sentó sus reales en un cerro cercano, formalizando el cerco de la plaza fortificada. En su ayuda acudió el maestre de Santiago. En el sitio de Biar, los moros que eran más de setecientos, armaron continuas escaramuzas, y el rey mandó hacer una máquina pedrera y llamó a ricohomes y caballeros de las órdenes militares para arreciar el combate al castillo sitiado. Y vino Guillen de Moncada con sesenta ballesteros de Tortosa, para batir la villa, que se tomó en 1245, después de causarse daños por una y otra parte combatiente. Era alcaide un robusto y sagaz moro llamado Muza Almoravid, y se concertó continuar los moros con su ley de Mahoma y sus propiedades, y al entregar el castillo al rey, la villa le abrió sus puertas. Los moros, viendo a don Jaime dueño de los castillos de Játiva y de Biar, se le fueron rindiendo, hasta el reino de Murcia, y en 1253, era ya dueño absoluto de todos los castillos y fortalezas del histórico reino de Valencia”.
En 1287 Biar pasó a ser Villa Real, con voto en Cortes. Dada su situación fronteriza tuvo importante participación en las guerras entre Castilla y Aragón, durante los siglos XIV y XV. En 1356 resistió el asedio de Pedro el Cruel de Castilla. En 1370, Pedro el Ceremonioso declaró el castillo propiedad de la Corona, de la que no podía segregarse ni venderse. Durante la Guerra de Sucesión tomó partido por Felipe V, rechazando a las tropas austracistas. Durante la Guerra de la Independencia, defendió el puerto de Biar, impidiendo el paso hacia la Hoya de Castalla. En 1813 se libró una batalla entre franceses e ingleses con victoria de los primeros. El castillo de Biar fue declarado Monumento Nacional en 1931.