Castillo de Benifasar

 

 

 

Monasterio y monte de Santa Escolástica, un poco difuminados a causa de la niebla.

En el monte de Santa Escolástica, de 817 m. de altura, situado al Suroeste del monasterio, y a 4 km. del pueblo. Su ascenso es fácil pues hay un camino hasta la cumbre, pero toda la montaña está vallada al ser pertenencia del monasterio de clausura de Santa María de Benifasar, el cual no permite visitas.

Prácticamente desaparecido. Apenas quedan restos visibles.

Castillo montano del que no se tienen noticias sobre su estructura y construcción. Algunos autores, erróneamente, vienen identificando el monasterio con el castillo, o por lo menos, su lugar de construcción. En su cumbre, además de las ruinas de una gran ermita, cuyos maltrechos muros son los que se observan desde la lejanía, se pueden encontrar algunos muros de mampostería dispersos a nivel de cimientos y una construcción subterránea de tapial que bien pudiera ser un aljibe. Todo el monte se cubre con espesa vegetación que hace muy difícil la observación de los restos.

 

 

 

Cerro de Santa Escolástica, desde el pueblo de Ballestar.

 

 

 

 

Restos del aljibe.

Castillo musulmán muy antiguo, cristianizado su nombre como Benifassá. Fue donado, antes de su conquista, por Alfonso II de Aragón, al obispo Pons de Tortosa en 1135. Pero no fue conquistado hasta 1195, aunque los árabes lo volvieron a tomar pocos años después. La conquista definitiva tuvo lugar en 1208 gracias a Pedro II de Aragón, quién lo cedió a Guillem de Cervera, noble catalán que acabó sus días como monje en Poblet, a cuyo monasterio donó el castillo en 1229 para la fundación de un nuevo cenobio. En 1233, Blasco de Alagón, lo incorporó a la demarcación de Morella. Ese mismo año, Jaime I autorizó a los cistercienses de Poblet a fundar allí un nuevo monasterio, previa donación del castillo y territorios de Beni-Hazá. Mientras fue construído el nuevo monasterio, los monjes se instalaron en el castillo, ya bastante arruinado. Para ello levantaron una ermita dedicada a Santa Escolástica, hoy en ruinas. En 1250 se realizó el traslado a las nuevas dependencias monacales situadas en el llano, abandonando definitivamente el castillo del cerro. Muy probablemente, los materiales del castillo debieron ser utilizados en la construcción del nuevo monasterio. A partir de aquí su importancia decayó considerablemente y su destrucción fue rápida, hasta hoy, del que solo quedan vestigios.

Uno de los escasos lienzos.

Ruinas de la ermita. Son los únicos restos visibles desde la carretera, confundidos habitualmente con restos del castillo.