Sobre un espectacular peñón rocoso, cortado a pico por todas sus caras, excepto por un pequeño sector al Oeste, aprovechado para situar el acceso. Su posición es sumamente impresionante, a 1.231 metros de altura, como un nido de águilas colgado del abismo.
Muy mal estado. Sus restos son muy escasos.
Extraña torre que defendía la entrada Oeste de la cueva y que aparecía formando parte del recinto inferior.
Entrada Este a la cueva.
Entrada Oeste.
Castillo roquero de planta irregular, con una estructura muy compleja, ya que se superponen y mezclan construcciones de muy diversas épocas. Se puede decir que está compuesto de dos recintos fundamentales, con interesante acceso de entrada y una sorprendente gruta excavada en la misma roca que cruza el peñón sobre el que se asienta el castillo de una parte a otra. Las peñas de la fortaleza forman lo que en la comarca de llaman “molas”, es decir, cerros rocosos cortados a pico, con paredes verticales y la cima, más o menos plana. En lo alto de la mola del castillo se encuentra el recinto superior o “sobirá”, al que se accede por una escalera acodada situada en la parte Oeste, único punto posible entre las rocas verticales, que son claramente recientes, seguramente para facilitar el paso de turistas y visitantes. En este recinto puede destacarse, al Norte, una gran, y arruinada torre, de 8 m. de diámetro, posible Homenaje, y al Sur, una estructura de planta trapezoidal y fábrica de mampostería que debió servir para recoger agua, en la que aparece una piedra labrada con un orificio en forma de cuadrado conocida como “la piqueta dels moros”, y que según la tradición servía para recoger la sangre de los cristianos degollados por los moros. Además, por todo el recinto se observan lienzos y basamentos de torres y muros muy arruinados, así como una gran zona en la que ha habido una excavación pero que ahora está abandonada. El recinto inferior o “jussá”, aprovechó para su instalación otro escalón rocoso de la mentada mola. También aparece muy arruinado, pues todo el sector Oeste, donde se encuentra el pueblo, ha desaparecido. Este recinto albergaba la primitiva puebla. Lo más destacable es la cueva que cruza el peñón de Este a Oeste, de 43 m. de longitud y habilitada para su encierro y defensa, con dos muros con puertas en sus entradas y algunas defensas exteriores, como la gran torre semicircular, aunque bastante deteriorada, que defiende la entrada Oeste. A un nivel más bajo, en el flanco Noreste, existen tres arcos de medio punto, entre las rocas y unas casas, llamadas “els portalets”, que son una de las entradas del conjunto defensivo.
Los maltrechos restos de la torre que pudo ser la del Homenaje. Se le han colocado unas zapatas de hormigón para impedir su desplome.
Sector Sureste, en el que se aprecian las escalinatas de acceso entre diversos muros pétreos. Arriba, a la derecha, se halla la “piqueta dels moros”
Explanada del extremo Sur, seguramente habilitada para recoger el agua de lluvia. En uno de sus lados se encuentra “la piqueta dels moros” .
“Piqueta dels Moros”.
Los íberos fueron sus primeros pobladores, fundando un castro que en la Segunda Guerra Púnica sería conquistado por Amílcar Barca, pasando a llamarse ‘Acra Ibérica’. Conquistada posteriormente por los romanos, quienes construyeron las primeras fortificaciones y el castillo sobre los primitivos amurallamientos iberos, tomó el nombre de ‘Arraes’. Los musulmanes, tras la conquista de la población en fecha incierta, destruyeron el antiguo castillo y levantaron una fortaleza más potente sobre sus ruinas, que fue tomada por Alfonso III en 1170, aunque volvió de nuevo a manos árabes hasta la conquista cristiana definitiva por parte de Jaime I el 8 de enero de 1232. Fue tomado por los turolenses de forma bastante inesperada, por lo que Jaime I los premió por ello. Desde aquí inició la conquista del Reino de Valencia, pues esta fortaleza tenía enorme importancia estratégica por su control del paso entre las cuencas del Ebro y del Mijares, estando considerada la llave de las tierras costeras del Reino. Posteriormente sería cedida al noble aragonés En Latró, quién le daría carta-puebla en 1243. Después de pasar por varias casas nobles y de nuevo a la Corona, sería propiedad de la Orden del Temple, y a partir de 1319, de la Orden de Montesa. En esa fecha se constituyó como cabeza de la Bailía de Ares, de donde le viene el apellido ‘del Maestre’. Durante la Guerra de Sucesión tomó partido por la causa del Archiduque, hasta que fue conquistada por las tropas de Felipe V en 1707, tras quemar la población al no poder tomar el castillo. En la primera Guerra Carlista el general Cabrera, conocido como ‘El Tigre del Maestrazgo’, la convirtió en cuartel general y ordenó la refortificación del castillo en 1838. Dos años más tarde se rindió a las fuerzas liberales del general O’Donnell. A finales del siglo XIX la fortaleza comenzó a perder valor estratégico. La última gran acción de armas en la que intervino fue la derrota completa de las fuerzas carlistas al mando de Vallés, Cucala, Segarra y Vizcarro, que intentaban detener el paso de los liberales del general Palacios, el 25 de noviembre de 1873.
Diferencia de altura entre los dos recintos. El superior, por encima de las rocas. Y el inferior, por donde va el sendero.
Els Portalets.