Castillo de Archena

Se alza en el Cabezo del Ciervo, cresta rocosa de 193 m de altura, dominando desde el Norte la población. A sus pies, hacia el Oeste, se encuentra el famoso balneario de Archena, y el río Segura bordea toda su vertiente septentrional. Este castillo es un auténtico nido de águilas, solo accesible por su extremo occidental. Mantiene contacto óptico con los castillos de Blanca y Ulea.

Sus restos son muy escasos. Quedan pocos elementos y es difícil deducir su función, convirtiéndose en  montones informes de mampostería. Fue sistemáticamente derruído para obtener materiales de construcción durante siglos.

El castillo visto desde el Sureste.

 

 

 

Restos del extremo oriental.

Castillo roquero de planta irregular alargada orientada al Este-Oeste. Como ya hemos dicho con anterioridad, nido de águilas, no apto para personas con vértigo. El ascenso tiene un gran desnivel, que unido a las estrecheces del lugar, puede llegar a ser algo peligroso. Le hemos calculado, siempre aproximadamente, y contando los pocos restos que quedan unos 130 m de largo y una anchura variable entre 15 y 20 m. Se dice que el castillo ocupaba terrenos de la residencia militar que hay a sus pies en el extremo occidental e, incluso parte del cerro situado al otro lado de la residencia, pero lo cierto que en la actualidad (abril 2024) solo quedan restos en el lugar que estamos indicando.

Los muros del castillo discurren al borde de cortados rocosos de vértigo, adaptándose al espacio disponible, que no es mucho, de forma escalonada. En la zona occidental, a media ladera, aparece lo que podrían ser dos torreones separados por un estrecho paso, lo que claramente podría ser una entrada. También aparecen dos aljibes construídos en tapial. La parte superior o celoquia, aplanada de forma irregular, conserva algunos muros y resto de posibles torres de grandes dimensiones.

Los dos aljibes del castillo.

Celoquia, desde el Sur.

Parece que en este lugar ya hubo una fortificación de época romana, sobre cuyos restos, en el siglo XII, los almohades levantaron un imponente castillo. La primera referencia sobre el castillo de Archena aparece en 1243 cuando, con la capitulación de Alcaraz entre la corona de Castilla y el reino islámico de Murcia, el noble castellano don Rodrigo López de Mendoza tomaba posesión de la fortaleza como parte del tratado pactado y en nombre del monarca castellano. Algún tiempo después de 1266, tras la finalización de la rebelión mudéjar, el lugar quedó integrado en la encomienda de Calasparra, que había sido concedida por el rey de Castilla a la Orden de San Juan de Jerusalén.

En 1452, en plena guerra civil murciana entre las dos facciones de la familia Fajardo, Archena fue conquistada por uno de los cabecillas de don Alonso Fajardo “El Bravo”, Pedro de Arróniz. Enterado don Enrique, Príncipe de Asturias, escribió desde Jumilla al Concejo de Murcia el 8 de junio:

«Yo he sabido que Pedro de Arróniz tiene tomado y ocupado el castillo y fortaleza de Archena que es de la orden de San Juan. Y exhorta al Cabildo para que tome por las armas dicha fortaleza y le ordena derribarla, con el consentimiento de frey Gonzalo de Quiroga, prior, y frey Gonzalo de Saavedra, comendador de Calasparra y Archena…».

El Concejo no atacó y prefirió la vía diplomática que no le dio resultado puesto que no lo devolvió a la Orden hasta 1461. El castillo también fue utilizado como prisión para algunos enemigos que resultaban incómodos a Fajardo. Y así fue como laas tierras de Archena continuaron adscritas a la Orden de Malta hasta las desamortizaciones del siglo XIX.

 

 

 

Restos occidentales de la celoquia. Posible torre.

 

 

 

Restos orientales de la celoquia.

La Orden dio permiso a los vecinos de Archena para utilizar las piedras tanto del castillo como de las ruinas del balneario para edificar las casas de Archena, por lo que paulatinamente el castillo fue desapareciendo. A finales del siglo XIX se construyó un hospital militar (actual residencia militar) ocupando parte de la zona del castillo, muy unido al cercano balneario. Durante la Guerra Civil (1936-39) fue utilizado para el emplazamiento de una batería de cañones antiaéreos. Ha sido tal el abandono y la desidia que unas máquinas excavadoras destruyeron una necrópolis argárica existente en su ladera, ante el desconocimiento de las autoridades.