Castillo de Altafulla

Se localiza en la parte alta del pueblo, junto a la iglesia. Es visitable por el público en general, gracias a un convenio entre los propietarios, la Asamblea de Altafulla y la Generalidad de Cataluña, aunque tan solo un par de días al mes.

Magnífico estado. Está dedicado a la realización de eventos, como bodas y banquetes de diversa índole. En las últimas reformas, se derribó una casa adosada a la fachada principal y se cerró el jardín con un muro y una verja en la puerta, entre dos torres cilíndricas.

Fachada septentrional.

Castillo palaciego de planta poligonal irregular, con diversos cuerpos o alas en forma de torre. Ocupa una superficie aproximada de 725 m2. Visto desde el exterior tiene un aspecto impresionante y el gran número de ventanas no desmerecen sus aires defensivos. De hecho, la importante presencia de elementos poliorcéticos, fachadas coronadas por almenas de sección triangular y con aspillera central, garitones en los ángulos de fachada y matacanes sobre puertas, confieren a todo el conjunto un destacacable aspecto fortificado. En el centro hay un patio interior cuya parte superior es una magnífica galería renacentista que es el estilo predominante en el castillo. Cuenta con dos entradas principales situadas en las fachadas Norte y Sureste. La puerta Norte es la más interesante. Se llega a ella después de atravesar una reja del siglo XVIII flanquejada por dos torreones cilíndricos modernos, sobre los que aparece el escudo de los Montserrat. En el momento de nuestra visita (diciembre de 2024), la hiedra cubría por completo estos dos torreones ocultando el escudo. El estado del castillo original es difícil de precisar debido a las sucesivas y profundas reformas que ha sufrido. Especialmente quedó afectado por la Guerra de la Independencia,  las guerras carlistas y la Guerra Civil (1936-39).

 

 

 

Fachada Sureste.

El castillo es mencionado por primera vez en 1059, en un documento de donación de unas propiedades del conde Ramón Berenguer I a Bernat Amat de Claramunt. En 1337 aparece como señor de Altafulla, Berenguer de Requesens. Perteneció a la familia Requesens desde principios del siglo XIV y hasta el año 1472, cuando fue adquirido por Pedro de Castellet. Entre 1669 y 1673 el castillo fue comprado por Francisco de Montserrat Vives, primer marqués de Tamarit. Sus descendientes fueron señores de Altafulla hasta la extinción de los señoríos. Entre 1673 y 1674 el castillo sufrió una fuerte transformación cuando fue adquirido por Francisco de Montserrat. Estas obras dejaron al castillo con el aspecto que tiene actualmente. Hoy día sigue siendo propiedad del marqués de Tamarit.

 

 

Durante la Guerra de la Independencia, fue ocupado alternativamente por tropas napoleónicas y españolas, las cuales lo dejaron en un estado lamentable, pues arrancaron puertas y ventanas para hacer hogueras. En la primera guerra carlista funcionó como cuartel de la milicia nacional, encerrando en sus calabozos a los partidarios carlistas de la población. Mientras que, en la Guerra Civil, sirvió de alojamiento a tropas y milicianos republicanos, las cuales lo saquearon por completo.